Cerca de 46.000 personas en Chile trabajan en empresas cuyo fundamento es tener un impacto social o medioambiental positivo, lo que corresponde a un 0,7% de la fuerza laboral e influye en el 1,7% del PIB local (ver gráfico).

Esta es una de las conclusiones del estudio "Empresas con propósito: El auge del cuarto sector en Iberoamérica, elaborado por el Center for the Governance del IE University y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). El análisis se basó en cinco países latinoamericanos y dos europeos (España y Portugal), que representan el 87% del PIB iberoamericano, correspondiente a más de 170.000 empresas denominadas "con propósito".

Las compañías de este tipo operan fórmulas distintas, como cooperativas, mutuales, empresas b, compañías de triple balance, etc., y movimientos diversos, que incluyen la economía circular, emprendimiento social o banca responsable, entre otros. En total suman cerca de 10 millones de trabajadores y representan el 6% del PIB de la región estudiada. "Su compromiso con la justicia social y el medioambiente las convierte en un aliado clave de los gobiernos para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030", indica el estudio, refiriéndose a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (17 ODS).

De hecho, el informe presenta un cuadro de avance de los ODS en América Latina, donde cada uno de los objetivos está categorizado por "prometedor", "insuficiente" o "gravemente insuficiente" según país. Chile tiene 9 insuficientes y 8 gravemente insuficiente. Ninguno prometedor, Costa Rica en cambio, es uno de los que tiene más de esta última categoría (3).

Se estima que los negocios de las empresas con propósito podrían generar más de US$1 billón solo en América Latina y el Caribe, y crear hasta 24 millones de nuevos puestos de trabajo en la próxima década.

El estudio asegura que hay evidencia que los mercados y las empresas tienen la capacidad de movilizar la financiación que los ODS requieren. Por ejemplo, según un análisis de Morningstar, solo en 2017, la industria del capital privado recaudó US$453 mil millones de sus inversores y dedicó más de US$1 trillón a financiar empresas y nuevos negocios; al tiempo que los fondos de inversión y los fondos soberanos superaron los US$9 trillones de dólares a nivel global.

Cuarto Sector

Sin embargo, -apunta el estudio- la mayoría de ellas no logra alcanzar la escala suficiente para tener el impacto que el mundo necesita, debido a que no existe un ecosistema propicio para ellas. "Una vez incubadas, las empresas con propósito se ven obligadas a competir en un marco económico y regulatorio que no ha sido creado para ellas, sino para las empresas for profit tradicionales, que tienen a priorizar los beneficios frente al impacto. Es decir, el problema no está en la semilla, sino en la tierra", comenta Diego Rubio, coordinador del estudio.

Para solucionar esta carencia, el estudio propone la creación de un nuevo espacio regulatorio que se adapte a las características únicas de estas empresas y las ayude a crecer sin tener que renunciar a sus valores y a su voluntad de impacto social. A este espacio se le llama "el cuarto sector", por encontrarse en la intersección de los tres sectores tradicionales (privado, público y sin ánimo de lucro).