¿Es una novedad indicar que el estallido social tiene como base una crisis económica?

-Alguna vez leí a Jorge Desormeaux diciendo que la crisis política reflejaba el efecto de un menor crecimiento de la economía y de un shock de oferta de trabajo por la llegada de inmigrantes. En mi trabajo confirmo que esa es una gran parte de la explicación. También Carlos Peña ha dicho que la frustración de la promesa capitalista de aumentar el bienestar activó la crisis política. De manera que no es una novedad. Pero es increíble que tanto economista se haya dado por satisfecho con las conjeturas sociológicas o de las ciencias políticas, sobre el hastío con el modelo, la desigualdad y los abusos, sin mirar primero a lo obvio: que el estallido es reflejo de una crisis económica de gran magnitud.

Usted plantea que para los jóvenes el menor aumento futuro de las remuneraciones implicará un fuerte ajuste de su gasto. ¿Son los más afectados?

-Este ajuste, dramático para un joven, es menor para alguien de 60 años, con pocos ingresos por delante. Entonces hay buenas razones para entender que la pérdida de fe en el crecimiento, que obliga a cambiar lo que se pensaba en cuanto a casa, colegio para los niños, automóvil, etc, para ajustarlo a un presupuesto 30% menor, moleste mucho más a los más jóvenes.

En el trabajo indica que el ciclo económico afecta el ciclo político, pero no se había visto un estallido…

-Para mí lo raro es descartar que sea esa la razón, si está ahí. La crisis económica de 1982 creó una crisis política; la crisis económica de 1998-9 llevó a que Lavín casi ganara a Ricardo Lagos; la crisis económica de 2008 llevó a que la centro derecha desalojara a la Concertación. ¿Por qué esta crisis económica, arrastrada por seis años y con visos de estar para quedarse, no iba a activar protestas graves?

Pero su conclusión para muchos puede parecer fría, sólo basada en la economía, y que desconoce la teoría de los abusos, desigualdad, el agotamiento del modelo. ¿Por qué?

-A ver. A todos nos molestan los abusos y cada uno tiene su reforma constitucional preferida. Pero, ojo, los mismo enojados en 2019 le dieron un gran triunfo en 2017 a Sebastián Piñera, porque supuestamente, con el modelo, traía de vuelta el crecimiento. Por otra parte, se ha dicho que no hay un único “relato” tras el estallido. Que, más bien, cada uno aporta su demanda, que no hay líderes, que no tiene un sentido claro, que no es un proyecto revolucionario porque eso supone las ganas de imponer un cierto modelo. Parece, entonces, ser una gran queja por falta de oportunidades, una demanda por mejor funcionamiento del modelo.

¿Cuál es la conclusión de política?

-Que para recuperar la estabilidad política hay que recuperar el crecimiento, Aunque se vea difícil, es lo que volvería a abrir el horizonte. Con crecimiento, hay que consolidar la situación de los inmigrantes, y volver a ofrecer un espacio para su desarrollo a nacionales y extranjeros.

Pero ahora con la pandemia no es fácil.

-Sí. Es muy preocupante. Las dificultades económicas van a ser mucho mayores. No se tratará de recuperar el ritmo de crecimiento. Se tratará de salir del hoyo. Y la única forma será con inversión que vuelva a crear espacios para quienes quieren trabajar. Desgraciadamente las certidumbres que potencian la inversión no están. Es muy grave el cuadro político -anti propiedad privada, anti empresariado, pro impuestos a las empresas, pro impuestos al trabajo que llevan a informalidad y donde se exacerban expectativas de apoyos fiscales- en que esto se va a dar, si juzgamos por lo que se observa hoy. Deberán darse realineamientos políticos muy profundos para que nuestro país vuelva a ofrecer posibilidades a los chilenos como lo hizo por décadas.P