Una visión crítica tiene el expresidente del Banco Central (BC) sobre la forma en que el gobierno ha llevado adelante la discusión sobre el estado de las cuentas públicas, y en especial la última polémica sobre los gastos comprometidos que habría dejado la administración de Michelle Bachelet, que para José De Gregorio son presiones de gastos.
Para el también exministro, si bien el escenario fiscal es dificultoso, este debate ha desviado la discusión de fondo. "Este gobierno heredó una situación fiscal compleja, por lo que es realista evaluar y ver hasta dónde se pueden cumplir las promesas de campaña, pero la forma en que se ha tratado este tema no ha sido afortunada", indicó.
La economía mostró un crecimiento preliminar en el primer trimestre del orden de 4%, y algunos economistas ya están hablando de una recuperación del PIB potencial a niveles de 3% a 3,5%. ¿Cuál es su diagnóstico del actual escenario económico?
-Estas cifras lo que nos muestran es el crecimiento efectivo, y las señales indican que este año podemos llegar a crecer 4%. Las cifras de marzo fueron bastante buenas y para abril hay antecedentes positivos, por lo que se puede crecer entre 5% y 6%, después debería atenuarse. Sin embargo, las condiciones del PIB potencial dependen de cómo se recuperen la inversión y la productividad.
¿Qué hay detrás de esta recuperación? ¿Es solo cíclico?
-Tuvimos una desaceleración muy prolongada y hoy enfrentamos una recuperación cíclica importante, a a la que se suma un mundo que está relativamente mejor. Además, la misma recuperación cíclica ayuda a que la confianza mejore. Por ello, este y el próximo año el PIB podría crecer cerca de 4%.
¿La incógnita está en qué pasará los años siguientes?
-Sí, sobre todo si nuestra expansión de mediano plazo está más cerca de 3% a 3,5%. Hoy día estamos cerrando brechas, y cuando pasa eso se está llegando a plena capacidad, pero la pregunta es cómo se aumenta la capacidad de producción y eso es más productividad y más inversión.
¿El cambio de expectativas es la principal explicación de este repunte?
-Es un factor relevante que ayuda al mejoramiento de la confianza. La entrada de este gobierno generó más confianza, que es un factor relevante de la recuperación.
Ese aumento de la confianza se basa en la expectativa de que este gobierno hará propuestas pro crecimiento, sin embargo, ¿el hecho de que aún no se materialicen podría afectar esas mismas expectativas?
-En parte importante depende de que se tenga una visión favorable y positiva del rol del crecimiento. Y con la entrada de este gobierno hubo una revalorización de la importancia del crecimiento. Es probable que muchas medidas que habían prometido no las vayan a poder hacer, pero al menos lo básico, desde el punto de vista del ciclo, es la revalorización del crecimiento y la recuperación de la confianza. También una política monetaria que acompañará la recuperación.
¿Cuál es su evaluación del proceso de instalación del gobierno y en específico del equipo económico? ¿Ha habido errores no forzados?
-En un principio, la instalación del gobierno fue muy buena. Luego se han producido lo que algunos dirán autogoles comunicacionales, aunque, lamentablemente, son más que un problema comunicacional, porque revelan carácter. En lo económico, ha habido dos discusiones fiscales que desafortunadamente no han sido bien conducidas. Esto ha llevado a una politización y polarización del debate perjudicial. Si bien este gobierno heredó una situación fiscal compleja, por lo que es realista evaluar y ver hasta dónde se pueden cumplir las promesas de campaña, la forma en que se ha tratado este tema no ha sido afortunada.
La primera discusión fiscal que se dio fue sobre el cálculo del déficit fiscal estructural, donde en un principio se dijo que era -1,7%, luego se corrigió a -2,1% y, finalmente, terminó en -2%. ¿Faltó claridad en explicar qué fue lo que pasó?
-La administración anterior cometió un error de cuatro décimas que ahora, tras la revisión de la Dirección de Presupuesto, fueron tres décimas. Ese fue un problema metodológico, y que muestra las debilidades del cálculo de saldo estructural. Sin embargo, hubo un tratamiento inadecuado, ya que se dijo que se había perdido la plata. Ese fue un error que confunde a la opinión pública. El rol principal que tiene la autoridad económica en esta materia es conducir una discusión económica lo más seria posible, y eso no ocurrió.
El segundo problema fiscal que menciona apunta al debate que se produjo sobre los gastos comprometidos sin financiamiento versus presiones de gastos por más de US$ 5.500 millones, ¿por qué dice que fue mal conducido y poco serio?
-Si uno revisa cuidadosamente el documento de la Dirección de Presupuestos de los más de US$ 5.500 millones de presiones de gastos que calculó Dipres, solo hay, de acuerdo a ellos, US$ 54,3 millones de gastos que son efectivamente comprometidos, lo otro son presiones de gastos que vienen de un exceso en el sector salud, los que, sin duda, ponen presiones, pero que no son gastos comprometidos. Es un error llamarle comprometido, además genera confusión e introduce conceptos nuevos y no convencionales.
El ex ministro Rodrigo Valdés planteó dudas también sobre la metodología con que se llega a los US$ 5.500 millones.
-Tiene razón y ese es otro punto importante. No sabemos cómo se calculó el monto de los US$ 5.500 millones, aunque asumimos que está bien y discutimos en torno a eso. Sin embargo, no sabemos cuáles son los márgenes de error que existen, con qué supuesto se trabajó. Estas son estimaciones y, como tales, sujetas a errores. Me pareció que la forma en que se anunció fue apresurada y se prestó para una discusión de lenguaje innecesario que desvió el tema de fondo. Al final, la discusión se politizó. El anuncio que hizo Hacienda fue abordado comunicacionalmente de una manera que tiende a confundir a la opinión pública. Tal vez hubo un triunfo político para algunos, pero una pérdida de seriedad.
¿Cómo debería haber sido esta discusión para evitar esta politización?
-Lo adecuado habría sido que la Dirección de Presupuestos le pasara este documento al Consejo Fiscal Asesor para que emitiera una opinión en un plazo breve y con eso poder salir con un número corroborado por una entidad que actúa con mayor independencia. Por último, el consejo asesor se podría haber reunido solo, sin el ministro ni director de Presupuestos, y haber trabajado hasta emitir una opinión. Nada de eso ocurrió, puesto que primero fue la declaración pública de Hacienda y luego se lo presentaron al consejo sin cumplir el rol que uno hubiera esperado. La discusión avanzó de manera desafortunada.
¿Este debate puede afectar la credibilidad de la institucionalidad fiscal de Chile?
-No hay que mentir ni engañar sobre la realidad, pero cuando se afirma que las cifras pasadas están mal calculadas, sin fundamento serio se está cuestionando la institucionalidad fiscal global, incluida la Dirección de Presupuestos, que es una de las instituciones más destacadas que tenemos en el Estado. Eso no entrega una buena imagen de lo que es nuestra fortaleza institucional en el ámbito económico. Hemos visto muchas manchas negras en las instituciones en los últimos años. Lo peor sería sumar ahora a la institucionalidad económica por cuestiones de beneficio político.
¿Y qué es lo que realmente está pasando?
-El tema de fondo es que el escenario fiscal es complejo. Este gobierno heredó un déficit fiscal efectivo de 2,8% y una deuda del orden del 25% del PIB. Esto no significa que Chile esté en una situación frágil, sigue siendo una de las economías más sólidas fiscalmente del mundo, pero si se mantiene la tendencia que hemos observado en los últimos años iríamos pausadamente a una situación fiscal mediocre, que resta al crecimiento, y ese es el desafío que tenemos.
El gobierno se ha planteado como meta llegar a balance estructural en un plazo de seis a ocho años, ¿qué tan factible es esa meta?
-Es realizable, pero este gobierno se acaba antes. Sería bueno conocer la meta de este gobierno.
¿Qué tan probable es que el escenario fiscal no le permita al gobierno avanzar en su propuesta de reforma tributaria?
-Lo que es un hecho, más allá de cómo se comunique, es que no hay espacio para bajar la recaudación. Por lo tanto, cualquier simplificación que incluya menores ingresos deberá buscar una compensación tributaria. Debe ser neutral en recaudación.
Política monetaria e inflación
Pese a que el IPC de abril fue mayor al esperado, la inflación en 12 meses se ubica por debajo del piso del rango de tolerancia del Banco Central de 2% y 4%, y la perspectiva apunta a que la convergencia a 3% será más lenta, a la luz de los hechos, ¿se puede afirmar que el Banco Central se equivocó en calibrar la dosis de política monetaria que necesitaba?
-Lo que hemos visto en materia inflacionaria en los últimos meses señalan que sí tuvimos espacio para tener mayor impulso monetario en el pasado y fue desaprovechado. De haberse hecho, probablemente estaríamos subiendo tasas, ya que la recuperación actual sería más vigorosa, pero eso ya pasó y se debe pensar en la política monetaria del futuro. Hoy día hay espacio para mantener la tasa por un tiempo prolongado, tal como lo indican las proyecciones del Central.
Algunos economistas han señalado que el haber bajado más agresivamente la tasa de interés el año pasado, habría provocado que ahora se tendría que estar subiendo la tasa más rápidamente, afectando la recuperación.
-Ese es un argumento que no tiene lógica. Cuando los bancos centrales comienzan a subir la tasa de interés es porque la economía está llegando a su nivel de capacidad, y hubiera sido deseable que eso hubiera ocurrido antes de 2019, porque eso indicaría que la economía estaría recuperándose más rápido. La política monetaria no se mide por la cantidad de veces o en qué dirección se mueve la tasa de interés, sino por cómo se van enfrentando las fluctuaciones cíclicas y si es consistente con alcanzar la meta inflacionaria de 3%. La política monetaria no se trata de estar subiendo y bajando la tasa todo el tiempo, pero sí de tener una trayectoria que sea coherente con conseguir la meta, y lo que hemos visto en este ciclo es que hemos estado bastante atrasados, y eso ha tenido como contraparte una economía que ha estado bastante desacelerada.
Dado este nuevo escenario, ¿cuál es la trayectoria que debe seguir la política monetaria?
-Hoy día uno puede decir que dada la información que tenemos no hay espacio para un relajamiento monetario. En este nuevo escenario lo más probable es que se comience con el proceso de alza de tasas en el primer trimestre del próximo año.