El mercado laboral está envejeciendo, no es ningún misterio. Las estadísticas así lo confirman. La población del Gran Santiago ha experimentado un envejecimiento constante desde 2008. El promedio de edad de la población se ha incrementado en tres años, pasando de 34 a 37 años, de acuerdo a datos del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile.
En este contexto, el documento muestra que el promedio de edad de las personas ocupadas pasó de 40 a 43 años, mientras que los desocupados, es decir, personas desempleadas buscando empleo, pasaron de tener 34 a 37 años.
Un grupo etario que también ha aumentado su peso relativo es el de personas mayores que, teniendo la edad para jubilar (60 años en las mujeres y 65 años en el caso de los hombres), no lo hacen y deciden postergar su edad de retiro. En la última década, se han duplicado las personas mayores que deciden seguir postergando su edad laboral, alcanzando el 12%.
Los números van en línea con lo que pasa en la población. Hace diez años, por cada 100 habitantes del Gran Santiago, 14 eran adultos mayores.
Actualmente la proporción es más alta: por cada 100 habitantes, 19 son adultos mayores (19%).
Lo anterior da cuenta de una realidad. Por distintas razones, las personas están optando por extender la vida laboral. Pero eso es sólo para los que pueden, dado que la rigidez del mercado laboral dificulta la contratación en condiciones especiales.
La población está envejeciendo, pero la tercera edad ya no es la misma que antes. A los 65 años las personas están activas y en condiciones de continuar trabajando en buenas condiciones.
Ante esta realidad, sería pertinente que las autoridades se hagan cargo de este desafío y permitan una mayor flexibilidad laboral en el mercado chileno en general.