En Chile hoy habitan 1.492.522 inmigrantes. Esto se traduce en un alza de 19,4% en relación al 2018 cuando se registró una población de 1.250.365. La tendencia sigue subiendo, pero se moderó en relación a lo mostrado entre los años 2015 y 2017 que pasó de 465 mil a 1,2 millones.
La mayor cantidad de extranjeros que habitan Chile se ha visto reflejado también en el aumento de los envíos de remesas al extranjero.
De acuerdo a cifras del Banco Central, en 2019, las remesas subieron 26% totalizando US$1.919 millones.
Si bien la cifra muestra un alza, ésta es menor a lo registrado en años anteriores. Por ejemplo, en 2017 subió 47%.
En un plazo de tres años, las remesas subieron 148% pasando de US$774 millones a los US$1.919 millones.
Si se analiza por trimestre, la información del ente rector muestra una caída de 3,1% en el cuarto trimestre en relación al tercer trimestre pasando de US$479 millones a US$464 millones. La caída, de acuerdo a los expertos, se debe al estallido social que azotó al país en octubre pasado.
Rodrigo Sandoval, exjefe del Departamento de Migración y Extranjería, afirmó que en la baja del último trimestre inciden dos factores. “El primero se relaciona con una importante disminución del saldo migratorio, lo que significa que menos gente llegó para quedarse y, en consecuencia, no aumentó el número de potenciales remesantes”. Y el segundo lugar, “no es aventurado suponer que ese proceso (estallido social) haya llevado a muchos extranjeros a retener parte del dinero que en circunstancias normales habrían remesado, como precaución para meses futuros que se veían inciertos”.
Pablo Valenzuela, investigador de Espacio Público añadió que “ciertas áreas de la economía que emplean migrantes se han visto resentidas, más que con el estallido, con la lenta respuesta del aparato político a estas sentidas demandas.Así, la construcción, comercio, servicios gastronómicos, han visto reducida su actividad y con ella los ingresos de los migrantes”.
En cuanto a las perspectivas, ambos coinciden en que habrá una dismunición en los envíos de remesas. Esto, considerando que los inmigrantes trabajan, principalmente, en sectores informales y más golpeados por la crisis. “El impacto ya recibido del estallido social y de la crisis sanitaria del COVID19 significaron ya una menor liquidez y, en consecuencia, una menor disponibilidad de dinero para enviar al exterior”, aseveró Sandoval.