Turquía cayó la semana pasada en una crisis monetaria. Tras años de erosión, la lira turca se hundió en un contexto de tensiones con Estados Unidos y de recelo con la gestión económica del presidente Recep Tayyip Erdogan.
La divisa turca perdió alrededor del 40% de su valor frente al dólar desde inicios de año y sufrió una espectacular debacle en los últimos días. Tras recuperar la calma, el viernes volvió a hundirse, mientras la crisis con Washington se enquista.
Aumentar las tasas
Los economistas repiten desde hace meses que es necesario que el banco central aplique un alza significativa de las tasas de interés para apoyar la lira y frenar la galopante inflación.
Pero Erdogan se opone firmemente a tal medida. Los mercados se quedaron atónitos el mes pasado ante el rechazo del banco central de seguir este camino, a pesar de la gravedad de la situación.
No obstante, el banco central recurrió discretamente en los últimos días a un mecanismo que le permite aumentar de facto su tasa.
Este método "reforzó las preocupaciones según las cuales [el banco central] teme sufrir la ira" del gobierno, destaca William Jackson, de Capital Economics.
Recuperar la confianza
Los economistas se plantean preguntas sobre la capacidad de Erdogan para enfrentar la actual crisis, especialmente tras el nombramiento en julio de Berat Albayrak, su yerno, prácticamente un novato, al frente del Ministerio de Finanzas.
Las posiciones "poco ortodoxas" de Erdogan, convencido por ejemplo de que reducir las tasas hace bajar la inflación, crearon una "crisis de confianza", destaca Timothy Ash, economista especializado en mercados emergentes.
El viernes, las agencias de calificación financiera Standard and Poor's y Moody's bajaron la nota de la deuda de Turquía: la primera lamenta la ausencia de un plan "creíble" de Ankara frente a las actuales turbulencias.
Después de años de fuerte crecimiento, gracias sobre todo a la generosidad del gobierno, los economistas instan a ralentizar la maquinaria.
Albayrak aseguró el jueves que combatiría la inflación e impondría la austeridad presupuestaria. Pero los mercados esperan acciones.
Rebajar las tensiones
Aunque no es la única causa del hundimiento de la lira, la crisis con Estados Unidos, debida sobre todo al destino de un pastor estadounidense detenido en Turquía, ha contribuido mucho.
Mientras las tensiones con Washington se refuerzan, Ankara multiplica los contactos con Rusia y Europa, que criticó con vehemencia los ataques a los derechos humanos en Turquía los dos últimos años.
La crisis con Estados Unidos obligará a Erdogan a ser "considerablemente más prudente en su acercamiento a la Unión Europea", destaca el gabinete Eurasia Group.
Las liberaciones esta semana de dos soldados griegos y del presidente de Amnistía Internacional en Turquía "no son una coincidencia", destaca una fuente diplomática europea.
¿Solicitar ayuda?
¿Recurrirá Turquía al Fondo Monetario Internacional (FMI)â Los círculos económicos se plantean actualmente esta pregunta.
Invocar al FMI supondría que Erdogan, quien se enorgullecía de haber "solucionado las deudas" de su país, se trague su orgullo y que Washington, todopoderoso en esta institución, dé su acuerdo. Dos grandes obstáculos.
Albayrak indicó que Turquía no tenía "ningún contacto con el FMI" y dijo que Ankara trabajaría más bien para obtener nuevas inversiones.
Erdogan ya obtuvo el jueves un cheque de 15.000 millones de dólares del emir de Catar.
Pero la 17ª potencia económica mundial es "demasiado importante como para permanecer mucho tiempo a flote con pequeñas cantidades de dinero extranjero", matiza Holger Schmieding, economista de Berenberg.
De momento, "medidas a medias"
Las autoridades turcas intentan de momento frenar la debacle de la lira sin tocar las tasas del banco central.
Este prometió proporcionar a los bancos la liquidez necesaria, y Ankara impuso nuevas barreras contra la especulación sobre la lira turca.
De momento, el gobierno turco "no hizo más que lo estrictamente necesario", considera Capital Economics.
Erdogan "parece que intentará aguantar con medidas a medias en las próximas semanas", anticipa Schmieding, de Berenberg. "Es poco probable que eso solucione las cosas de manera decisiva".