Imaginemos una empresa detenida absolutamente por 16 meses. Da lo mismo el tamaño. La situación sería aún más compleja cuando se tiene poca espalda financiera. Y se empeora más si no hay atisbos de que comience a funcionar de nuevo.
Esa es la realidad que enfrentan hoy los lodges de pesca con mosca de alta gama de la Patagonia chilena, principalmente los ubicados en la Región de Aysén, la capital de este deporte al que llegan fanáticos de todo el mundo, en su mayoría de Estados Unidos y Canadá.
Los cerca de 30 recintos de este tipo que se encuentran en la zona difícilmente tienen clientes chilenos. No solo por falta de interés en esta disciplina, sino también porque los paquetes que toman los pescadores son, por lo general, de una semana, con precios que superan los US$ 700 a US$ 1.000 diarios.
Con más de un año de anticipación, miles de amantes de la pesca reservan habitaciones para vivir la experiencia de atrapar salmones o truchas en el fin del mundo. Se escriben decenas de artículos sobre Chile en revistas especializadas e incluso, se organizan campeonatos mundiales con los bosques o la pampa austral de fondo.
Y los lodges están preparados para atenderlos “como reyes”. Contratan chefs especializados, implementan sistemas de spa de alto nivel, asados patagónicos, una carta de vinos y whiskies de todo el mundo, con habitaciones climatizadas y de gran confort y, por supuesto, trasladan a los pescadores a algún riachuelo para que disfruten el día con su hobby.
A los extranjeros ni siquiera les interesa pasar por Santiago. Llegan al aeropuerto internacional y toman de inmediato otro avión al finis terrae. Si hay un símbolo de lujo outdoor, es este.
Pero todo este idílico panorama está detenido hace 16 meses…
“La pandemia ha sido el peor momento que hemos vivido en nuestra historia como negocio. Esta especie de cierre de fronteras ha sido fatal para muchas de las empresas pequeñas y un gran desafío para las más grandes y consolidadas”, relata Eduardo Barrueto, vicepresidente de la Asociación Gremial de Guías de Pesca de la Patagonia y miembro del Consejo Regional de Pesca Recreativa.
Además, Barrueto es dueño, junto con su esposa, Consuelo Balboa, de dos lodges: Magic Waters Patagonia y River of Dreams Basecamp. Por lo general, estos lugares pertenecen a fanáticos de la pesca, principalmente de la región, que invirtieron de su propio capital para armar este tipo de negocio. En menor medida, hay extranjeros que se vinieron a nuestro país con el mismo entusiasmo. Esta especialidad de turismo posee unos 25 a 30 años de historia en Chile.
“Como empresa tuvimos que, literalmente, echar a nuestros clientes el 22 de marzo de 2020. Estábamos con capacidad completa en ese momento y con más de un 95% vendido hasta la primera semana de mayo. Fue un desafío el poder negociar con ellos el dinero de sus reservas, y muchos aceptaron el postergar sus viajes sin tener que devolverles su dinero”, agrega Barrueto.
El problema de este tipo de turismo es que los clientes no están dispuestos a esperar algunos días en un hotel en Chile, mientras se cumple su periodo de cuarentena. Optan simplemente por cancelar las reservas y mirar hacia otros países del hemisferio sur (durante el invierno boreal) como Argentina, Nueva Zelanda e incluso Bolivia, Brasil y Colombia que han implementado lugares de pesca con mosca en otro tipo de climas.
En la temporada de invierno de este lado del mundo no hay problema, porque los pescadores se van de preferencia a Alaska, Canadá, Noruega, Islandia o Rusia, además de la pesca de agua salada que se hace en México, Belice, Florida y Cuba.
“Son personas que tienen mucha plata, pero lo que menos tienen es tiempo. Aunque sean jubilados, participan en directorios y tienen una agenda muy planificada. No pueden estar esperando a ver qué pasa”, explica Francisco Vilches, dueño del lodge Chile Trout.
“Es una verdadera tragedia. Y si Argentina levanta sus restricciones será muy difícil convencer a los clientes que vuelvan a Chile, porque los lodges argentinos son muy parecidos a los nuestros. Vamos a perder a muchos clientes”, se lamenta Diego Guerrero, dueño de Vista Patagonia Lodge. De hecho, el país transandino ya anunció que en el verano lo haría.
Sin embargo, este empresario turístico cree que si se flexibilizan las cuarentenas para los extranjeros en las próximas semanas, aún están a tiempo para recuperar algo. Si bien la temporada de pesca con mosca comienza aproximadamente a partir de octubre, la mayoría de los deportistas van a Aysén entre diciembre y abril del año siguiente.
“Pero no sirve avisar en diciembre que se levantan las restricciones. Para esa fecha los clientes ya decidieron irse a otro país. Los cambios se deben hacer ahora. Estamos en el límite de que la gente se baje en un cien por ciento”, agrega Guerrero.
Los dueños de los lodges han tenido conversaciones con autoridades regionales, con parlamentarios y otras entidades como el Sernatur y el Ministerio de Economía. Pero pese a que reconocen que ha habido ayudas financieras, dicen que no son suficientes para sobrevivir. Incluso, muchos de estos recintos se levantaron hace años en parte con financiamiento privado y, por otro lado, con fondos públicos, como por ejemplo, de Sercotec.
Hace dos días, este gremio se reunión con Andrea Wolleter, directora nacional de Sernatur, para tratar el tema, “pero la verdad es que no hubo muchos adelantos. Finalmente es una decisión del Ministerio de Salud o del Presidente de la República”, indica una persona ligada a los lodges de pesca.
Consultada al respecto, Wolleter explica: “Estamos conscientes del tremendo esfuerzo que ha realizado el sector turístico en estos casi dos años de pandemia donde no han podido recibir visitantes. Entendemos a los empresarios de los lodges de pesca. Esperamos lo antes posible poder ir recuperando el turismo internacional”. Por su parte, Vilches comenta: “Realmente el tema es desolador. Mucho personal que trabajaba en esto ahora está haciendo delivery o cortando pasto o leña”.
Cambio difícil
¿Y una reconversión? ¿Sería posible adaptar estos lugares para los turistas nacionales?
“Nos lo han preguntado, pero es como un insulto, además de mostrar una gran falta de empatía”, señala Sebastián Galilea, dueño de Cinco Ríos Lodge y de Estancia del Zorro. Este último lugar está ubicado en la frontera con Argentina y posee un paisaje de pampa. Antiguamente era una hacienda ovejera, que luego fue adaptada para el turismo. Hoy, ambos mundos comparten el mismo lugar. “Es poco realista pensar en reconvertir el tipo de instalación, por las características especiales de cada establecimiento”, enfatiza Galilea.
“Tenemos temas muy especializados como los botes y la infraestructura. Claro, podríamos abrir el lodge como alojamiento para chilenos, pero eso no cubre los costos básicos. Es más conveniente cerrar que sobrevivir con un negocio que no da”, dice Guerrero.
Rex Bryngelson, dueño de La Posada de los Farios Lodge, opina lo mismo: “Sería muy difícil una reconversión. Siempre nos hemos enfocado al mercado extranjero y ha demorado años desarrollar una buena reputación para sembrar una fuente de clientes fieles que vuelvan año tras año. Para hacer lo mismo con el mercado nacional sería un proceso lento”.
Bryngelson es originario de Minnesota (EE.UU.) y además es fotógrafo y fundador de Patagoniaphoto.com. Trabajó muchos años en Alaska, como guía, antes de ser atraído por Chile en 1988 para hacer lo mismo, pero en el río Biobío. De a poco comenzó a adentrarse más al sur, hasta que llegó a Aysén. Hoy, es reconocido como uno de los pioneros en el rubro del turismo de pesca con mosca en nuestro país. “No ha sido fácil. Estamos viviendo de los ahorros y con ningún empleado trabajando. Pienso que a fines de octubre sería el límite para abrir la temporada”, asegura.
“Prácticamente no existen clientes de pesca de alta gama en Chile y los que hay no vienen mucho para acá. Van a Bahamas o Canadá”, sostiene riendo Vilches, de Chile Trout, y agrega: “Un chileno no paga más de $ 200.000 diarios por esta actividad, por lo que para operaciones pequeñas es inviable. Podría quizá servir para ‘parar la olla’”.