Confiado en el impulso del recorte de impuestos y la desregulación, Donald Trump se comprometió con un crecimiento anual de 3% y si bien economía estadounidense ha dado muestras de su fortaleza, el año pasado no logró dar con el objetivo definido por el Ejecutivo.
Si bien estuvo cerca, al registrar una expansión de 2,9%, el dato probablemente se recibió con decepción en la Casa Blanca, donde apenas la semana pasada Kevin Hassett, presidente del Consejo de Asesores Económicos del mandatario, proyectaba un aumento del PIB de 3,1%.
El crecimiento registrado sí dio en el blanco de las estimaciones de los analistas consultados por Bloomberg y del Fondo Monetario Internacional, quienes anticipan que este año Trump nuevamente se quedará esperando a que la actividad se acelere hasta su meta. Esto, debido a que tanto el organismo multilateral como la media de los expertos pronostican una desaceleración económica hasta 2,5%, cifra por la que también apostó la Reserva Federal en sus últimas previsiones.
"Sus expectativas de crecimiento no son realistas. El crecimiento potencial de la economía es de 2%", señaló a The Hill Mark Zandi, economista jefe de Moody's Analytics. Para ver una aceleración mayor a ese nivel, el experto detalla que "se requerirá de una reforma migratoria que proporcione un camino a la legalización para los indocumentados y un aumento significativo en la inmigración legal calificada", políticas a las que Trump se opone drásticamente.
Pero pese al descontento que puede haber en el seno del gobierno, en general hay un análisis positivo de los números exhibidos por EEUU, que en el cuarto trimestre creció 2,6%, por encima del 2,2% anticipado por el mercado. "La economía terminó el año con todas las alarmas encendidas a pesar de las preocupaciones de la guerra comercial y la turbulencia del mercado financiero", indicó Chris Rupkey, economista del Bank of Tokyo-Mitsubishi UFJ.