Ya han pasado prácticamente dos meses de aquel 18 de octubre; 54 días que removieron al país tras revelar la crisis social que por años se incubó sin que nadie la viera venir con la claridad que nos confronta hoy. Su origen no está absolutamente claro. Hay luces que orientan el análisis, pero la posición más o menos concordada es que faltan años, quizás décadas, para que realmente podamos mirar con claridad qué la gatilló. Más allá de ello, hoy quisimos conversar, con agenda abierta, intentar delinear al menos aquellos destellos que removieron a Chile; analizar posibles soluciones y también hablar de las responsabilidades bajo la mirada de la elite; una que ha sido emplazada por la calle a mirar más allá.

En las oficinas de Icare -divididos en dos grupos-, se reunieron la presidenta de Supermercados de Chile A.G., Catalina Mertz; la vicepresidenta de Sonda, Rosario Navarro; la gestora de proyectos, Javiera Parada; el vicepresidente ejecutivo de Empresas Copec, Lorenzo Gazmuri; el socio de B. Bosch, Pablo Bosch y el director de Cencosud, Hans Eben. Por cerca de tres horas, profundizaron en lo que hoy remueve a Chile. Para todos, las respuestas son complejas. Todo es nuevo, pero no aislado. Fenómenos similares se han repetido en Francia, Hong Kong, Cataluña y más; en un contexto donde las redes sociales han emergido con fuerza. "Este es un nuevo tipo de confrontación; con gran influencia de las redes sociales, en que la cantidad de juicios sin fundamento que andan dando vuelta han sido brutales", asevera Bosch. "Hay una nueva forma de movimiento social que en algún momento estalla de una manera distinta a como la conocíamos, que era un movimiento convocado por una fuerza política o sindical con una causa muy clara; ahora es como el estallido de distintas causas y con este componente de violencia", subraya Parada.

Así, el origen, su rol como empresarios, la proyección de la empresa, la salida a esta situación, el debate tributario y el análisis constitucional son parte de los diálogos que cruzaron esta conversación; un diálogo que acá resumimos.

Un origen cruzado por la vulnerabilidad, crisis de expectativas y ausencia de líderes

"La concentración de poder y de riqueza al lado del 70% de las personas que ganan de $550.000 hacia abajo no es sostenible; no es sostenible porque es indigno, poco ético, y porque económicamente esta crisis nos está saliendo mucho más cara de lo que nos habría salido de haber atendido a ciertas demandas antes", dispara Javiera Parada. Y a renglón seguido añade: "No es sustentable mantener estos niveles de desigualdad con un sistema de protección social tan precario".

Si bien todos plantean que aún es imposible tener un marco teórico que permita delinear a la perfección el origen de esta crisis, la inequidad nutrida por la sensación de abusos y vulnerabilidad, acompañada de un debilitamientos en las instituciones parece estar en la base. "Había ciertas señales que más que no haberlas visto, las habíamos normalizado. Cuando ves una sociedad que está sumamente descontenta, la brecha en las expectativas que se habían prometido en los últimos 30 años, donde si ibas a la escuela, tenías la oportunidad de acceder a la educación superior, e ibas a lograr quizá lo que tus padres no lograron, de alguna forma sí fue una promesa que se fue cumpliendo, pero con altas tasas de deuda, y a lo mejor no con los empleos que esperé", subraya Rosario Navarro.

Una visión similar plantea Lorenzo Gazmuri: "Un país que venía creciendo a ciertas tasas, deja de crecer a ese ritmo, a lo que se suma un Presidente que no puede cumplir con su agenda porque no tiene mayoría legislativa, el país no avanza, y se genera una frustración en la gente". "Lo más grave es que hay un segmento de la sociedad que dice 'no tengo nada que perder', 'la sociedad no me da nada'".

A ello se suma una crisis de las instituciones que no son capaces de encauzar las demandas de la calle, y que ha sido -a ojos de los empresarios- una de las causantes de la violencia. "La falta de líderes creíbles, confiables, es también un factor", plantea Navarro. "La violencia es justamente expresión de la crisis política. Nuestras instituciones políticas no supieron dar respuesta a las demandas de esta sociedad más moderna, una clase media que se siente vulnerable, y al final solo fueron capaces de procesarlas a raíz de la violencia, generando esta justificación que es injustificable, o sea en democracia las personas se deben expresar por los conductos democráticos", añade Catalina Mertz.

Y en todo esto salta el mundo empresarial: "Ves que la ciudadanía hace todo lo que la sociedad le dijo que tenían que hacer -trabajar, cotizar, endeudarse-, porque se supone que si uno cumple con todas esas reglas, se tendrá una vida mejor; y resulta que la elite puede saltarse esas reglas, a lo más tienen que ir a una clase de ética, y sigue todo normal", analiza Parada. "La colusión y la corrupción en algunos casos de empresas fue generando una cierta rabia y malestar, y, por otro parte, una sensación bien extendida en la ciudadanía de ciudadanos de primera y segunda categoría", complementa Navarro.

A todo lo anterior -concuerdan los empresarios- se sumaron problemas comunicacionales de ministros, y un trato poco ameno entre la sociedad. Y Gazmuri añade un dato más: "Una agenda anárquica, paralela, que aprovecha la oportunidad; en mi visión, la violencia claramente es un elemento que se suma, pero que no se deriva".

La autocrítica y el avance hacia una empresa sin la maximización de utilidades como única meta

Faltó un doble click. En el mundo empresarial existe una autocrítica. Hubo algo que no vieron. Hans Eben reconoce que desde la mirada empresarial el análisis era claro: el país crecía, se lograban los recursos y se reducía la pobreza. "Nos faltó el doble click. Había otros temas que no era que no los viéramos -sabíamos que había gente pensionándose con $120.000-, pero no supimos ponderar cómo esos otros elementos estaban dividiendo a la población y creando desconfianzas". Y reconoce que se sobresimplificaron algunos indicadores, que eran muy buenos, pero no suficientes. "Hoy día decimos que el crecimiento sí es clave, pero no basta, y ese 'no basta' nos faltó".

Es que -precisa Pablo Bosch- era fácil encandilarse. Uno viajaba -relata- y el mensaje era que los chilenos eran espectaculares. "Y en ese mareo se nos escondieron dos cosas: que los promedios están bien -cuando estás pasando de US$5.000 a US$10.000 per cápita-, pero cuando se empieza a avanzar a los US$25.000 aparece la desviación estándar, o sea dentro del promedio quién está arriba y quién abajo, y eso no lo vimos. Y segundo, nos faltó en la ecuación del crecimiento, el capital social". "Los que dicen que a la elite le hace falta calle, es cierto", complementa Navarro.

Dado ello, desde que comenzó el estallido, el sector -señalan- ha estado justamente conversando; generando instancias de diálogo y reflexión para entender los dolores de sus trabajadores. "La visión que tengo es que los cambios regulatorios y en políticas públicas se van a demorar y, por lo tanto, las empresas tenemos un rol que es de contención de las familias chilenas. Lo que hemos estado haciendo es escuchar, y decir, por ejemplo, por qué conozco mejor a mis clientes que a mis colaboradores, y ese malestar lo puedo contener con cambios internos en la compañía, hacerse cargo de lo que tenemos más cerca y de aquello que podemos mejorar sin esperar los cambios legales que se van a demorar", subraya Gazmuri. "Las empresas tenemos buena gestión, sabemos hacer accountability, hacemos seguimiento en los procesos, eso es un asset que tienen las empresas y que podemos poner al servicio de la sociedad", añade Navarro.

Dado este análisis, todos concuerdan en que la empresa de la próxima década no puede tener como único fin la maximización de las utilidades. "Hoy, en EE.UU. -cuenta Eben- el 60% de los millennials dice que la empresa tiene un rol social, y esos millennials son los inversionistas, entonces quiero apostar que las empresas que tengan un propósito o una razón de existir y políticas claras que vayan más allá de la maximización de utilidades, van a tener el beneficio o el voto de confianza del sistema financiero". "Las empresas que hoy día no están viendo que el trabajo con sus colaboradores, y este ecosistema, es parte esencial de su sustentabilidad van a dejar de existir; en los próximos 10 años no van a estar", subraya Mertz.

Para los ejecutivos, el gran error es mirar la compañía a corto plazo, trimestralmente al alero de los balances. "Ahí se pierde el sentido de las empresas", enfatiza Bosch.

Parada da un paso más. A su juicio, tiene que haber una manera distinta de las empresas de relacionarse con sus trabajadores. Y no es solo un tema de sueldos, de pagar dignamente y que las diferencias no sean groseras. "En otros países, por ejemplo, los trabajadores son parte de los directorios, se incorporan en las decisiones de las empresas". Y añade: "También es necesario cambiar la forma de resolver los problemas". Parada ejemplifica con que cuando una empresa está en problemas, tiende a despedir a los trabajadores menos calificados, cuando a lo mejor es menos costoso socialmente despedir a dos ejecutivos que a 100 empleados. "La mejor evolución que puede tener una empresa es cuando el plan estratégico lo hace un montón de gente y no cinco iluminados; donde todos los pueden mirar", puntualiza. "Lo que tenemos que hacer es crear un trabajador superempoderado, capacitarlo", añade.

A todo ese análisis, se suma -destacan- el tema medioambiental. Avanzar en un menor impacto ambiental es una máxima, concuerdan; junto con -también- empezar a decir lo que las empresas hacen bien. "Sacarnos los complejos de contar las cosas buenas que hace el empresariado", dice Eben. Y cuenta, por ejemplo, que hoy hay compañías que no solo capacitan a mujeres que están en la cárcel, sino que las contratan estando recluidas. "El nivel de deserción de esas mujeres es del 8%; mientras que el nivel de deserción de ese programa público, es del 60%. "Por qué no contamos eso, no para lavar la imagen, sino para generar una escala, y para que la gente también vea que las empresas pueden tener un impacto social y ambiental".

Sin miedo a una nueva Constitución: que reine la sensatez

Sin miedo esperan los empresarios reunidos en Icare la discusión que se dará con fuerza durante 2020 respecto a la creación de una nueva Constitución. "La Constitución es un hecho. Ahora, hay que tratar que esa Constitución, acordada por todos, sea representativa y sea sensata. Creo en la sensatez de las personas y no soy una miedosa que esto vaya a terminar en 'Chilezuela' y esas cosas, pero sí hay que tener los resguardos de cómo lo hacemos representativo", señala Rosario Navarro.

Misma visión manifiesta Pablo Bosch. El empresario explica que "no le tengo ningún miedo a que hagamos una Constitución, porque Chile ha dado siempre muestras de sensatez. Creo que los 150 o 170 miembros que vamos a elegir harán una buena pega". Añade que si bien existe el fantasma de casos como el de Venezuela, Bolivia o Ecuador, la realidad local es distinta, pues la forma de elección de los integrantes de la comisión constituyente se realizó de manera diferente en esos países. "Chile puede, una vez más, mostrar el camino de cómo se hace", recalca Bosch. En todo caso, destaca que uno de los valores que no debiese alterarse es el derecho a la libertad: "No puede existir una civilización decente si no se garantiza la libertad".

Para Hans Eben, si la mayoría quiere una nueva Constitución, porque siente que la actual no lo representa, "yo soy de la idea que hay que tener una nueva Constitución, porque te lo están diciendo", dice. Lo que sí encuentra es que no debería perderse tiempo en discutir hasta abril próximo sobre el sí o no al cambio. "Sería lo peor para Chile estar cuatro o cinco meses discutiendo el sí o el no de la nueva Constitución. Eso no construye nada y ojalá ese tiempo lo dediquemos a discutir en cómo se crea la nueva Constitución, cuáles son los temas que van y no van, y los pros y los contras. Ojalá de acá a abril estemos en eso más que en el sí o el no", reflexiona.

El director de Cencosud afirma, eso sí, que uno de los derechos que no hay que vulnerar es el derecho a la propiedad.

A Lorenzo Gazmuri, en tanto, no le cabe ninguna duda que una salida a esa crisis social será a través de la nueva Carta Magna: "Vamos a salir (de esto) con una nueva Constitución. Eso ya está y no estaba en la agenda social el 30 de septiembre pasado y eso es preocupante. Si uno mira las encuestas al 30 de septiembre, los temas estaban claritos y tal vez fuimos ciegos al no darle importancia", indica.

Sin embargo, los empresarios destacan que este nuevo diseño debe realizarse con mucho diálogo. "Hemos construido una sociedad que no sabe dialogar y para construir sociedad tenemos que ceder en algunas cosas, y tú vas a tener que ceder en otras y eso dará el marco desde donde podemos relacionarnos. Ese marco es la oportunidad que tenemos y donde a lo mejor la excusa es esta Constitución", señala Navarro.

Cómo salimos de la crisis: el orden público y las expectativas para un nuevo Chile

"Salimos sobre lo construido", dispara Lorenzo Gazmuri al analizar la forma en que Chile saldrá de la crisis social que explotó el 18 de octubre. "Creo que es muy importante que tengamos una mirada del vaso medio lleno y, a partir de eso, construyamos y no pensemos que vamos a refundar todo, porque eso lleva al desastre", dice. Y agrega: "Hay que tener paz y tranquilidad", aspectos necesarios, indica, para tener "un proceso constituyente razonable". Una visión similar manifiesta Hans Eben. "Hay que restablecer el orden público sí o sí", dice y es apoyado por Rosario Navarro. "Hay que restablecer un entorno de paz (…), pero restablecer la paz no es volver a lo que era antes, no es volver a la normalidad. Es una nueva normalidad donde sí tenemos que resguardar la seguridad pública y resguardar que nuestros colaboradores puedan hacer su pega, que no tengan miedo y que no haya vulneración de los derechos humanos, pero pretender que vamos a volver al 17 de octubre, ¡olvídalo!", indica.

Rechazar la violencia es lo primordial para Catalina Mertz. "En la medida que no se instale eso fuerte y transversalmente, será mayor el desafío de restablecer el orden", dice. Añade que el Estado, con el tiempo que ha transcurrido, "ha sido capaz de elaborar una estrategia. Hay una agenda legislativa, pero también hay acciones concretas que uno observa en la calle. Hay que seguir haciendo el trabajo persistente en torno a resguardar que la calle es un lugar que debe mantener la seguridad, y eso pasa por un trabajo policial de calidad, de la PDI y de la fiscalía. Ahí hay que aportar por parte de todos para que las situaciones de desorden vayan aminorando con el tiempo", relata.

Pablo Bosch tiene la esperanza que el orden público se restablecerá pronto, porque "con los anuncios que hay, pasa un poco de moda ir a las marchas". Añade que la marcha se transformó en un jappening. "Había mucha gente que reclamaba por los derechos, pero cuando ibas a ver las marchas, muchas veces era Lollapalooza. Los viernes en Plaza Italia es otro mundo y los que están organizados para hacer los destrozos, los encapuchados, se esconden en la masa", estima. Añade que "todos estos chiquillos no irán a las marchas y los otros no podrán actuar tan impunemente, porque quedarán más a la vista".

Para la gestora de proyectos Javiera Parada, hay que mejorar las políticas públicas para brindar una mayor protección a la ciudadanía. "Por mucho tiempo lo que se dijo fue la teoría del chorreo. Si Chile crece esta cuestión va a caer y va a ser suficiente y eso no es suficiente. Por eso se necesitan políticas públicas que, por un lado, protejan a todos quienes viven en Chile, y por otro lado, protejan a todos quienes viven en Chile. También ayude a la economía a ser más eficiente para todos", señala.

Añade que con esto se abre una oportunidad para que empresarios, trabajadores y miembros de la sociedad civil "pensemos en el país de los próximos 50 años y eso no es simplemente más derechos sociales, sino también cuáles son las estrategias de desarrollo, cuáles son los nuevos sectores que vamos a desarrollar, y esa conversación creo que es supervirtuosa".

Mirada que comparte el director de Cencosud, quien se pregunta "¿Cuál es la estrategia económica del país? ¿Qué queremos ser en 2050? ¿Ser extractivos, los jaguares de servicios financieros de Latinoamérica? Esa es una pregunta superclave", indica.

Para Pablo Bosch, hoy "estamos en la típica lista del supermercado para esperar que esto se arregle, viendo qué hay que ponerle. Yo digo no. Martin Luther King dijo 'yo tengo un sueño', lo que necesitamos es eso: un sueño", dice.

"Juntémonos con el mundo político y académico y no en un evento, sino que en un proceso. Hagamos un montón de mesas y vamos conversando. En los primeros meses no va a salir ninguna conclusión, sino que se va a crear confianza para escuchar a todos. De allí empezarán a salir soluciones mucho mejores. No tratemos de darle una aspirina al enfermo, tratemos de ver cómo empezamos con el tónico o la vitamina que se necesita. Es sentarnos a conversar", recalca.

Para Catalina Mertz, salir de esta crisis social requiere de liderazgos múltiples, porque "gran parte de las cosas que se plantean no se resuelven con una nueva Constitución, por lo tanto, como país vamos a tener que hacer el ejercicio ciudadano y democrático de explicar qué es factible, qué cosas estarán en la Constitución y qué cosas se resuelven de otra manera". En ese sentido, indica, "la participación de tanto los técnicos, los empresarios, la ciudadanía y la academia es muy relevante. Requerimos de un trabajo muy fuerte de información para que todos podamos participar y tener expectativas realistas respecto de lo que viene", advierte.

Mayor impuesto: esfuerzo empresarial y el rol del Estado en la administración

La cuenta de esta crisis la paga el país, afirma Lorenzo Gazmuri. El ejecutivo de Empresas Copec indica que para salir de esta crisis social, Chile tendrá que endeudarse y también tener una nueva política impositiva. "La cuenta la paga el país y el país la paga con deuda pública, con impuestos y cómo lograr que los impuestos generen mayor recaudación sin matar el crecimiento", indica.

El tema no es menor, continúa Gazmuri, porque hay que abordar el costo de las demandas sociales, las que deben ser financiadas, "pero si no logramos la pata relacionada con que el país siga creciendo, se nos va a venir en contra".

Añade que en estos días se dio a conocer una propuesta del Presidente Ricardo Lagos sobre este punto, y agrega que los especialistas deben tener en la cabeza la fórmula para resolver el tema. "Pero todos ellos coinciden en dos cosas: primero, en tener una regla fiscal para que esto no se nos desmadre; segundo, que el país debe crecer", dice.

En su análisis, Gazmuri destaca que en estos años, el país logró disminuir la pobreza, donde "las cifras son muy interesantes", dice. Sin embargo, reconoce que, a lo mejor, "lo que no vimos fue que mucha gente que salió de la pobreza perdió una cantidad de subsidios del Estado que lo vulneró".

Pese a eso, recalca el ejecutivo, "nadie duda que el país tiene que seguir creciendo y ese balance es el que probablemente el ministro (Ignacio) Briones va a plantear" más adelante.

Para Pablo Bosch, antes de hablar de impuestos hay que crecer y ver la forma de agrandar la torta. "En una negociación, las mejores escuelas del mundo te enseñan que antes de repartir la torta hay que ponerse a trabajar con la contraparte en cómo agrandarla", señala. Agrega que "el primer llamado lógico y lo más fácil es pensar que los grandes empresarios se pongan con lucas y esto se arregla", y no es así, dice el empresario. El gesto que debiese hacer el sector privado, indica Bosch, es comprometerse con un plan de capacitación para generar más empleabilidad. "Mi experiencia, por años, es que la única manera de subir el salario mínimo es dando empleabilidad", destaca.

Hans Eben va más allá y critica el rol del Estado en la administración de los nuevos recursos. El directivo señala que no hay nadie del mundo empresarial ni ejecutivos, con los que él ha conversado, que se niegue a un alza de impuesto, "pero ¿dónde todos te contestan los mismo?, en el Estado. Todos dicen 'si quieren que yo pague más y sé que eso irá para tales familias o cuales cosas, cuenten conmigo'", señala.

El empresario indica que el problema está en el índice de Gini, "el que después de impuesto es el peor del mundo. Es decir, no se distribuye nada", afirma. "Después de impuestos, en Chile, la desigualdad se mantiene casi igual", recalca.

Gazmuri comparte la visión que existe del Estado. Señala que en relación con el futuro, "vendrá un cambio de balance, de carga tributaria, de cuánto apuesta el país por el crecimiento, pero lo que no cabe ninguna duda es que va a venir la demanda por un Estado más eficiente".

Acá, añade, "el Estado tuvo una falla multisistémica: no funcionó la seguridad, ni la fiscalía, entonces cuando la gente dice que hay un cuestionamiento en el que el sector privado provea bienes públicos, ok. El sector privado los puede proveer y bastante bien, pero si eso se le va a cargar la mano al Estado, con el Estado que tenemos…".

Pero Javiera Parada tiene otra visión, pues señala que los ricos y superricos pagan menos impuestos: "Sin ser experta tributaria, creo que hay que hacer un esfuerzo mayor que no ralentice la economía y que no eche a la posible inversión extranjera. Hay fortunas en este país que pueden hacer un esfuerzo tributario más grande. Es justo y tiene que ver con esfuerzos para la cohesión social".