Primer componente
Hasta 2014, el país venía con un crecimiento en torno a 4,5% anual y una tasa de inversión del 24% del PIB. Posterior a ese año, la expansión promedio fue inferior al 2% anual y la inversión bajó al 21,9% del Producto. Con estos antecedentes, Álvaro Donoso, académico de la UDD, esgrime que el primer componente detrás del estallido es la caída en el crecimiento de la demanda por trabajo por un inédito periodo de contracción de la inversión. “Estimo que la desaceleración en la demanda por trabajo entre el período previo a 2014 y el que sigue de ese año hasta 2019, alcanza a -1,9% por año, y deriva de una caída similar en el crecimiento del stock de capital de la economía, como consecuencia del menor crecimiento de la economía y de menores tasas de inversión”, sostiene el economista que lideró Odeplan, lo que hoy es el Ministerio de Desarrollo Social.
Al mismo tiempo, arguye, hubo un mayor crecimiento de la oferta de trabajo, principalmente por el ingreso de extranjeros al mercado laboral. El mayor crecimiento en la oferta de trabajo entre esos períodos, que alcanza al 1,2% por año, fue debido a que la contribución de los inmigrantes al crecimiento de esa oferta pasó del 0,2% al 1,4% anual. Supone que en el caso de los chilenos su contribución (ex ante) a la oferta de trabajo se mantuvo constante entre ambos períodos, y que el menor crecimiento de los ocupados nacionales en el segundo periodo -de 1,1% a 0,6%- es consecuencia del ajuste en remuneraciones provocado por los cambios en el mercado laboral.
“Con supuestos razonables sobre las elasticidades involucradas, concluyo en el trabajo que el crecimiento anual de remuneraciones que podía sustentar la economía pasó de 3,2% por año a solo 0,4% por año luego de 2014. Eso es cerrarle el horizonte a la gente, es cuasi estancamiento, en promedio, y con situaciones aflictivas para muchos”, sostiene.
Segundo componente
El otro elemento en la ecuación es que, como para tener visa de trabajo los inmigrantes deben tener un contrato laboral formal, los inmigrantes para poder incorporarse en la economía debieron desplazar a los nacionales de los trabajos formales, con contrato y seguridad social. “El aumento en este tipo de contratos formales en la economía entre 2016 y 2019 fue prácticamente por completo absorbido por inmigrantes. Obviamente para obtener estos empleos los inmigrantes debían ceder en remuneraciones, y por ello se observa que estas, según el Ministerio del Trabajo, cayeron 5% por año entre 2016 y mediados de 2019. También, según antecedentes del Ministerio, para un mismo nivel de educación, los inmigrantes tendieron a aceptar trabajos con menores exigencias de calificación”, fundamenta el también ex economista del FMI.
Así, concluye que los nacionales se ajustaron de dos formas. “Primero, su oferta de trabajo decayó, muchos se restaron de la fuerza de trabajo. Y el aumento en el empleo de los nacionales fue a trabajos menos competidos por los inmigrantes como eran los trabajos informales, por cuenta propia. Ahí defendieron mejor sus remuneraciones. Casi todo el crecimiento de la ocupación por cuenta propia entre 2016 y 2019 corresponde a nacionales”.
Tercer componente
Por último, el trabajo de Álvaro Donoso sitúa las expectativas de que el menor crecimiento económico será permanente como un elemento vital en el malestar.
“Tras cuatro años de crecimiento bajo 2% en el mandato de Michelle Bachelet, el crecimiento repuntó en 2018, pero volvió hacia 2% hacia mediados de 2019. Es razonable suponer que el año 2019 se formó la expectativa de que, a lo sumo, 2,5%, y ya no 4,5%, era la nueva normalidad en crecimiento”, afirma, y continúa: “Eso significa que el crecimiento de remuneraciones esperado debía ser 2 puntos menos. Ya no más 3,2% por año, sino 1,2% por año”.
Esto se traduce, según sus cálculos, en que el “plan” de consumo de un grupo familiar de un joven de 25-35 años debe ajustarse a la baja en torno al 30%.
“Así como luego de la crisis asiática la Concertación estuvo cerca de perder la elección, y en la crisis Subprime la derecha logró instalarse en el poder cambiando el signo de gobierno; en 2017 los cuatro años de vacas flacas hicieron volver a Sebastián Piñera con amplia mayoría entre los que votaron. En 2019, entonces, el menor crecimiento de remuneraciones, presión de inmigrantes por empleo formal y frustración por la nueva normalidad, devino en crisis”.