El empleo se ha ido recuperando con relativa fuerza luego de que en el peor momento de la pandemia se perdieron casi 2 millones de puestos de trabajo. Incluso, según informó la semana pasada el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la UC, los ocupados llegaron a los niveles previos a la pandemia en abril, aunque para la medición del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) todavía faltan casi 300 mil plazas laborales.
Una mirada paralela a aquello es la que revela el estudio realizado por los investigadores Roberto Cases y Daniela Leitch del Centro de Estudios Públicos (CEP), “Midiendo la calidad del empleo en Chile: actualización a febrero de 2022″, que analiza los niveles de precariedad laboral y subempleo.
El subempleo se define como el conjunto de ocupados que desea trabajar más horas, que está disponible para hacerlo y cuyas horas efectivas de trabajo en la semana de referencia son inferiores a las horas semanales que habitualmente trabajan los ocupados a tiempo completo en la rama de actividad en la que el subempleado se desempeña.
En este informe los autores mencionan que la tasa de subempleo se ha mantenido en niveles históricamente bajos, pese a la recuperación del empleo. Sin embargo, el documento señala que “las razones detrás de estos bajos niveles de subempleo pueden ser varias, y no necesariamente significan una mejora en la calidad del empleo”.
Y se plantea como una hipótesis principal “el desincentivo al deseo de disponer de más horas de empleo producto del efecto de las inyecciones de liquidez proveniente de las ayudas económicas del gobierno y los retiros de los fondos previsionales”. No obstante, dicen que “aún es necesario mayor estudio y más datos para derivar conclusiones al respecto, quedando como un aspecto interesante a analizar a futuro con la pandemia finalizada y un mercado laboral normalizado”.
Con respecto al análisis por sector industrial, “otras actividades de servicios”, “actividades artísticas, de entretenimiento y recreativas” y “actividades de servicios administrativos y de apoyo” siguen presentando el mayor subempleo involuntario proporcional a la cantidad de ocupados.
Ahora bien, en el análisis por nivel educacional, al clasificar por esta variable, la investigación muestra que las personas con educación básica tienen una proporción de subempleo significativamente más grande que los trabajadores con mayor nivel educacional y que, además, fueron los que experimentaron la mayor caída en su proporción durante el clímax de la pandemia.
Sin embargo, afirman que ya en agosto del 2020 todas las series comenzaron a recuperar sus niveles de subempleo, pero sin regresar a sus niveles prepandemia, incluso volviendo a disminuir durante la primera mitad de 2021. Debido a eso, los investigadores elaboraron tres hipótesis de acuerdo al nivel educacional para explicar por qué las tasas de subempleo pueden estar manteniéndose bajas. “Para quienes tienen menor nivel educacional, es probable que ellas hayan caído en el desempleo o simplemente salido de la fuerza de trabajo. En tanto, las personas con mayor nivel educacional podrían haber pasado del subempleo al empleo”, sostienen.
Los resultados de las simulaciones indican que, para que las tasas de subempleo alcancen los niveles previos a la pandemia, es necesario que un gran porcentaje cercano al 100% de los nuevos empleos sean categorizados bajo la definición de subempleo.
Qué pasa con la precariedad laboral
En la segunda parte de este documento, se analiza la precariedad laboral. Se clasifica a alguien que tiene un trabajo precario cuando concurren al menos una de las siguientes causales: no tiene contrato de trabajo, o su empleador no le paga cotizaciones previsionales.
En el estudio se menciona que, en términos generales, la precariedad, tanto general como en sus dos categorías separadas, observó una fuerte baja desde febrero de 2020 hasta julio de ese mismo año, para luego repuntar levemente. En este contexto, “la caída más destacable fue la que experimentó la tasa de precariedad por cotizaciones, la cual incluso hizo cerrar la brecha positiva que mantenía con la precariedad por contrato”, indica el documento.
En el informe se argumenta que similar al caso de los subempleados, parte de estas fluctuaciones se pueden atribuir a la fuerte salida de personas del mercado laboral, especialmente de mujeres. Sin embargo, se observa que, “a pesar de la recuperación del mercado laboral y del número de ocupados, los niveles de precariedad siguen muy por debajo de los niveles prepandemia”.
Al respecto, se añade que “al igual que para la serie de subempleo, los resultados indican que sólo en los escenarios en que un gran porcentaje de estos nuevos puestos de trabajo, esto es superior al 50% y, en algunos casos, al 75%, sean precarios, las tasas de precariedad alcanzarían sus niveles prepandemia”.
Para los autores, estos escenarios son poco probables y, por ende, se espera que esta métrica de calidad del empleo sea baja aun cuando el número de ocupados vuelva a los niveles anteriores a la pandemia. “Esto se podría entender como un indicador parcial sobre una mejor calidad de los empleos, la cual ha beneficiado tanto a hombres como mujeres. No obstante, la magnitud de este efecto y cuán permanente sea, es incierto”, recalcan.
Asimismo, afirman que “existen otros factores que podrían explicar la disminución observada de las tasas de precariedad durante el último año y medio, refiriéndonos en particular al rol de los IFE laborales y a los efectos negativos de la pandemia en las empresas más propensas a contratar trabajadores en forma precaria, específicamente aquellas que emplean pocos trabajadores”. Para los investigadores, “es importante notar que aún es necesario esperar que el mercado laboral se estabilice para extraer conclusiones más tajantes”.
En cuanto a la precariedad sectorial, las “actividades de los hogares como empleadores”, “actividades de alojamiento y servicio de comidas” y “agricultura, ganadería, silvicultura y pesca”, siguen siendo los que ostentan las mayores razones precariedad-ocupados promedio. El sector “actividades artísticas, de entretenimiento y recreativas” observó el mayor aumento en su razón entre el periodo diciembre 2020-febrero 2021 y el mismo trimestre del periodo 2021-2022.
Finalmente, al desagregar por nivel educativo, los resultados muestran que nuevamente son las personas con educación básica quienes obtienen empleos precarios en una mayor proporción, seguidas de aquellas con educación media. En tanto, las personas con educación de nivel terciario presentan menores tasas de precariedad, las cuales permanecieron bajas incluso una vez avanzada la recuperación del empleo.
Actualmente la tasa de precariedad es de un 10,4%, y aún faltan 295 mil empleos por recuperar. Por ello, se requeriría que más de un 75% de aquellos empleos faltantes fuesen precarios para retomar un nivel prepandemia de precariedad, lo cual es un escenario poco probable.