Un vuelco respecto de los razonamientos que fundan las políticas públicas dirigidas a las mujeres, fue el resultado de una investigación realizada por Ismael Puga que detectó que el llamado "capital social" que tendrían las mujeres se concentra sólo en algunos estratos sociales, los de mayores ingresos.
El estudio "Capital Social y Participación Femenina en la Fuerza Laboral en Chile" fue publicado por la revista Feminist Economics de categoría ISI. El autor es Doctor en Sociología de la Universidad Humboldt de Berlín, investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social y profesor asistente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central.
"Este estudio lo hicimos principalmente porque considerábamos que el problema de las políticas basadas en capital social distraen o disimulan otros problemas que están en la base de la baja integración económica de las mujeres en Chile", indicó el investigador al explicar que hay una tendencia mundial de pensar que las mujeres cuentan con un capital social mayor al de los hombres y por ello las líneas de ayuda pública se orientan hacia el autoemprendimiento.
"Hay una tendencia global hacia formas de autogestión que son bastante precarizadas como apoyo al emprendimiento porque están basada en la idea de que las mujeres tiene mucho capital social y eso les permitiría integrarse de otra forma al mercado laboral frente a los hombres", acotó.
Pero qué se entiende por capital social. Puga menciona que "son redes sociales de apoyo que permiten acceder al trabajo". Entonces, utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), el investigador revisó la relación entre las diferentes formas de capital social y la participación de la mujer en la fuerza de trabajo.
"Los resultados sugieren que solo algunos tipos de capital social son relevantes en la participación de la mujer en la fuerza de trabajo. En este sentido, las redes con conexiones más débiles pero más extensas y que incluyen personas con alto status son las que sirven a la hora de conseguir trabajo. No existen razones empíricas ni teóricas para creer que las mujeres tengan un mejor acceso a tales redes que los hombres", señaló el resumen del paper que también fue firmado por Daniela Soto, master en sociología de la U.Católica.
Es más, Puga subrayó que efectivamente las mujeres tienden a contar con redes más extensas de pares, como conocer los vecinos, y apoyarse, pero eso no da como resultado que les sea más fácil encontrar un trabajo. Remarcó que el capital social que sirve para "emplearse" es el denominado "de puente" o el contacto con personas de estatus superior.
"Hay toda una línea que ha intentado decir que hay capital social en las personas con menores ingresos porque establecen redes de cooperación, eso es cierto pero los pobres recurren más a sus redes porque lo necesitan para sobrevivir; pero no significa que tengan mejores redes", manifestó el académico que esta semana permanecía en Berlín exponiendo en una conferencia sobre teoría social.
Por lo mismo, indicó que las políticas públicas focalizadas en créditos o capital semilla para que las mujeres autoemprendan sólo esconde la precariedad, y que lo óptimo sería enfocarse en sistemas universales de cuidado transversal de las personas de tercera edad y de los niños, para permitir que las mujeres se integren al mundo laboral.
"El artículo técnicamente hablando concluye que esas políticas no ayudan a salir de la pobreza, ni a integrarse exceptuando a las mujeres con mayor ingreso. En ese sentido, esas políticas de emprendimientos forzado son nocivas y disimulan una situación de subempleo. Si el Estado no se hace cargo de manera colectiva de la situación de las mujeres, vamos a seguir cargándole esa desventaja por más que les demos posibilidades de emprender", remarcó.