Estudio revela el secreto programa (y las particulares condiciones) de préstamos internacionales de China
Los centros de estudio Kiel, Peterson Institute y Center for Global Development ahondaron en 100 contratos, llamando la atención sobre cláusulas problemáticas y estandarizadas en contratos con países en desarrollo.
China es el mayor acreedor del mundo. Sin embargo, datos básicos sobre los términos de sus préstamos son totalmente desconocidos.
En ese marco, los centros de estudios Kiel, Peterson Institute (PIIE) y el Center for Global Development, el primero alemán y los otros dos estadounidenses, presentaron hoy el reporte “Cómo presta China”, donde develan prácticas de Beijing hasta ahora desconocidas.
“Los contratos utilizan un diseño creativo para gestionar los riesgos crediticios y superar los obstáculos de ejecución, presentando a China como un prestamista fuerte y con conocimientos comerciales para el mundo en desarrollo”, se lee en el informe publicado en la jornada de hoy.
El estudio se basa puntualmente en la revisión de 100 contratos entre entidades estatales chinas y gobiernos de 24 países en desarrollo, varios de ellos involucrados en Iniciativa de la Franja y la Ruta y que en su conjunto abordan montos comprometidos por un total de US$36.600 millones.
Con la participación de AidData en William & Mary, se elaboró un análisis de datos comparativo con contratos de otros prestamistas multilaterales, bilaterales o privados, a partir de lo cual se identificaron tres áreas problemáticas.
Las cláusulas bajo la lupa
Para empezar, el informe consigna que los contratos chinos contienen cláusulas de confidencialidad “inusualmente amplias”, las cuales prohíben a los prestatarios revelar los términos y, en algunas ocasiones incluso, la existencia de la propia deuda. De hecho, los investigadores consignan que los contratos de China se han vuelto más secretos con el tiempo, con una cláusula de confidencialidad en cada uno de los pactos contraídos desde 2014.
En segundo lugar, señalan que los acuerdos firmados “contienen disposiciones que posicionan a los bancos estatales chinos como acreedores principales, cuyos préstamos deben reembolsarse con carácter prioritario”.
En esa misma línea, aseguran que casi un tercio de los contratos estudiados exigían que los países prestatarios mantuvieran saldos de efectivo significativos en cuentas bancarias o de garantía. “Estos acuerdos informales de garantía colocan a los prestamistas chinos al frente de la línea de pago, ya que los bancos pueden simplemente echar mano de las cuentas de sus prestatarios para cobrar las deudas impagas”, indican.
A partir de lo anterior, los prestamistas chinos también buscarían asegurar que la deuda en cuestión quede fuera de cualquier reestructuración colectiva. “La mayoría de los contratos de préstamos chinos contienen cláusulas ‘No Paris Club’, que prohíben a los países reestructurar los préstamos chinos en igualdad de condiciones y en coordinación con otros acreedores“, precisa Sebastian Horn, economista del Instituto de Economía Mundial de Kiel.
Finalmente, plantean que a través de las cláusulas de cancelación, aceleración y estabilización de los contratos chinos, se permite “potencialmente a los prestamistas influir en las políticas internas y externas de los deudores”.
En concreto, los pactos dan una amplia libertad para cancelar préstamos o acelerar el pago si no está de acuerdo con las políticas del prestatario. “Por ejemplo, el Banco de Desarrollo de China (CDB) trata la terminación de las relaciones diplomáticas con China como un ‘caso de incumplimiento´”, indican en el informe, agregando que “las disposiciones expansivas de incumplimiento cruzado y cancelación cruzada también brindan a los prestamistas chinos más influencia sobre los prestatarios y otros acreedores de lo que se creía anteriormente”.
Complejidades en el escenario actual
En base a todo lo anterior, los investigadores plantean que incluso si estos términos establecidos por los chinos no se pudieran hacer cumplir en los tribunales, “la combinación de confidencialidad, antigüedad e influencia política podría limitar las opciones de gestión de crisis del deudor soberano y complicar la renegociación de la deuda”.
De esta manera, los términos planteados por los chinos resultan particularmente incómodos en el contexto actual, de acuerdo a Christoph Trebesch, de Kiel. “Las prácticas de China complican los esfuerzos de alivio de la deuda en países que se encuentran en dificultades financieras debido a la pandemia de COVID-19 u otros factores”, indica.
En ese marco, Scott Morris, investigador principal del Center for Global Development, indica que “China ha adoptado un tono cooperativo en cuestiones de deuda en el G20, pero algunas de las disposiciones de estos contratos están claramente en desacuerdo con los objetivos del Marco Común sobre la deuda que los ministros del G20 acordaron hace seis meses“.
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