Decenas de inversores y propietarios nerviosos manifestaron este martes en la puerta de la sede del gigante inmobiliario chino Evergrande, que se encuentra bajo una “tremenda presión” financiera, aunque insistió en que evitará una quiebra que podría ser muy dañina para la segunda economía mundial.
El promotor inmobiliario, que cotiza en la bolsa de Hong Kong, se ahoga en una montaña de obligaciones superior a los US$ 300.000 millones (superior a los US$ 250 mil millones del PIB de Chile) después de años de endeudamiento para financiar un crecimiento trepidante.
Dos agencias crediticias degradaron la semana pasada la calificación de su deuda y el valor de sus acciones está en niveles de 2009, entre especulaciones sobre un posible colapso.
Este martes, entre 60 y 70 personas protestaron en la puerta de la sede de Evergrande en Shenzen (sureste de China) para exigir respuestas, indicaron periodistas de la AFP en el lugar.
La policía bloqueó el acceso al edificio a los manifestantes, entre los que había contratistas a los que Evergrande debe dinero así como inversionistas y propietarios que pagaron por adelantado la construcción de su vivienda y corren el riesgo de no tenerla.
“A nuestro jefe se le deben 20 millones de yuanes [US$ 3,1 millones], y a mucha gente aquí se le debe aún más”, dijo a la AFP un obrero de la construcción que solo dio su apellido Chen.
“Estamos realmente muy preocupados. No hay una explicación clara ahora mismo... Tienen que pagar el dinero que deben”, agregó.
En China las manifestaciones son ilegales.
En un comunicado a la bolsa de Hong Kong, Evergrande explicó que había contratado asesores financieros para explorar “todas las soluciones viables” para solventar su falta de liquidez y advirtió que no podía garantizar el cumplimiento de sus obligaciones.
El grupo aseguró que “las noticias negativas en los medios” han provocado “el continuo deterioro en la obtención de liquidez del grupo que, a su vez, coloca una enorme presión en el flujo de caja y la liquidez” de la compañía.
Las acciones del grupo cayó cerca de 11% este martes al cierre de la bolsa de Hong Kong y desde principios de año acumulan una depreciación de casi 80%.
Un gran desafío para China
Evergrande es una de las mayores empresas privadas de China y uno de los líderes internacionales en la promoción inmobiliaria. Afirma emplear a 200.000 personas y tener a su cargo de manera indirecta 3,8 millones de empleos en el país.
Una estimación de Capital Economics indica que Evergrande tenía comprometida la finalización de 1,4 millones de propiedades a finales de junio.
Existe el temor de un contagio al endeudado sector inmobiliario de China, que representa un cuarto de su economía, con afectaciones al sector bancario y los inversionistas.
“El colapso de Evergrande sería el mayor desafío que el sistema financiero de China ha sufrido en años”, dijo Mark Williams, economista jefe de Asia en Capital Economics.
“Los mercados no parecen preocupados ante el potencial de un contagio financiero por ahora”, pero “esto cambiará en caso de una quiebra a gran escala” que probablemente obligaría al banco central a intervenir, indicó Williams.
“El desenlace más probable sería una reestructuración en que otros promotores asuman los proyectos por terminar de Evergrande a cambio de quedarse parte de la cartera de propiedades”, añadió.
Aunque ha vendido participaciones en algunos de sus múltiples activos y ha ofrecido importantes descuentos para deshacerse de bienes inmuebles, en la primera mitad de año registró un 29% de caída de sus beneficios.
También tiene dificultades para vender sus oficinas en Hong Kong, incluso con un precio a la baja.
A principios de mes, Bloomberg aseguró que algunos acreedores habían reclamado al grupo el reembolso inmediato de los préstamos otorgados.
Evergrande fue fundado en 1996 por Xu Jiayin, que se convirtió en el hombre más rico de China durante el boom inmobiliario del país en los años 1990.
En esos años invirtió en masivas promociones en nuevas ciudades y en 2009 recaudó US$ 9.000 millones en su salida a la bolsa de Hong Kong.
Un año después, el magnate compró un club de fútbol en dificultades y lo renombró Guangzhou Evergrande, que desde entonces ha ganado ocho ligas y ha fichado estrellas como el brasileño Robinho o el colombiano Jackson Martínez.