Evergrande: ¿Un sacrificio calculado del gobierno chino?
Con el objetivo de frenar el endeudamiento del sector inmobiliario, las autoridades chinas están dispuestos a dejar caer a la gigante en problemas. Así lo asegura el consenso de los analistas, quienes también plantean que las autoridades tienen capacidad de contener el riesgo sistémico y resguardar el patrimonio de los ciudadanos. Si ese curso de los hechos se concreta, no todos saldrán ilesos.
Con más de 1.300 proyectos en más de 280 ciudades en China, que beneficiarían a más de 12 millones de propietarios, mientras emplean a 200.000 personas, Evergrande puede jactarse de ser la segunda promotora de vivienda del gigante asiático y estar en el puesto 122 del actual listado Fortune 500.
Sin embargo, igualmente colosales son los US$ 302.000 millones que adeuda a 128 bancos y otras 121 instituciones, que la hacen acreedoras de otros infames títulos, como el de la inmobiliaria más endeudada a nivel plantario, la mayor emisora de bonos basura de Asia o el más temido de todos: “too big to fail”, referente a las empresas de importancia sistémica.
No es de extrañar entonces que al faltar a un pago de US$ 83,5 millones en intereses el pasado jueves, mientras se aproxima otro de US$ 47,5 millones este miércoles 29 de septiembre, Evergrande haya desatado las pesadillas sobre un “momento Lehman Brother” en el mercado financiero, que se mantiene expectante ante un inminente default, que se concretaría en 30 días con posteridad a esas fechas, y el cual tiene presente que este mismo año todavía le quedan por pagar US$ 669 millones en pagos de cupones que vencen en 2021.
Sin acceso a financiamiento a través de préstamos con bancos, letras comerciales o el mercado de bonos, con algunos activos congelados desde junio, proyectos paralizados y la venta de otros para pagarle a algunos de sus acreedores, nadie parece confiar en que Evergrande tenga la habilidad de sortear por sí sola esta tormenta.
Los inversionistas giran entonces su mirada hacia Beijing, intentando resolver la incógnita respecto a si el Estado intervendrá para evitar los riesgos sistémicos en el mercado financiero, el contagio hacia el resto del su sector inmobiliario (que según los últimos datos representó el 7% del PIB de la potencia asiática en 2019 y el 17,2% si se suman otras industrias que lo cruzan) y para que reciban sus casas los entre 1,2 y 1,5 millones de chinos que según estimaciones del banco de inversión Natixis le pagaron a la compañía pero aún no han recibido sus inmuebles.
El empujón de Beijing
Sin embargo, analistas destacan que el gobierno de Xi Jinping ha jugado un rol clave en esta historia desde muy temprano. “Beijing teme una burbuja inmobiliaria que eventualmente colapse, por lo que ha tomado medidas proactivas para endurecer las regulaciones financieras para el sector. Cuando endurecieron las reglas de financiación para el sector inmobiliario, sabían que crearía problemas para las empresas con exceso de apalancamiento”, señala a PULSO David Dollar, economista de Peterson Institute y ex emisario económico y financiero del Tesoro de Estados Unidos en China.
Este análisis es compartido por Tommy Wu, economista de Oxford Economics que cubre la región de Asia y el Pacífico. “Beijing ya no quiere tolerar que las empresas se endeuden en exceso para la expansión comercial, no sólo entre los promotores inmobiliarios, sino en general, y especialmente entre las empresas privadas”, indica.
En ese marco, el experto de la consultora británica señala que es difícil pensar “que a Beijing le sorprendiera que Evergrande se metiera en problemas financieros”. Según explica, “sus problemas de deudas se destacaron por primera vez en la segunda mitad del año pasado. En una carta filtrada al gobierno provincial de Guangdong, Evergrande advirtió que enfrentaría un posible incumplimiento si no podía hacer que su unidad de bienes raíces cotizara. La cotización no fue aprobada”.
La misma opinión tiene Raymond Yang, analista del banco australiano ANZ, quien sostiene que “las autoridades tienen un buen conocimiento de la exposición al riesgo de Evergrande e igualmente tomaron medidas microprudenciales para regular el sector inmobiliario”, esto con el objetivo de “proteger el sistema bancario” en el largo plazo”.
En definitiva, la delicada situación de la compañía fundada por Xu Jiayin en 1996 “no ha detenido la implementación de la política de las ‘tres líneas rojas’ para contener el apalancamiento de los promotores inmobiliarios posteriormente”, destaca Wu, agregando que “Beijing está dispuesto a controlar la deuda de los promotores inmobiliarios para garantizar la estabilidad económica y financiera a largo plazo”.
La política citada la explica más detalladamente Rajiv Biswas, economista jefe para el Asia Pacífico de IHS Markit, precisando que “el año pasado, las autoridades reguladoras chinas comenzaron a intensificar las restricciones al sector de la construcción inmobiliaria, incluida la restricción de la acumulación de deuda por parte de los desarrolladores, la limitación de los préstamos bancarios al sector y la orientación de los bancos para aumentar las tasas hipotecarias”.
Según indica Biswas, “como resultado, Evergrande se ha enfrentado a importantes desafíos para reducir su índice de apalancamiento desde 2020, a pesar de haber logrado algunos avances”, pero Jim Walker, economista jefe de la consultora asiática Aletheia Capital Limited, es más severo en su evaluación sobre el comportamiento de la gigante en problemas y plantea que “Beijing disparó una serie de señales de advertencia en los últimos años, pero fue en vano. Algunas empresas inmobiliarias siguieron adelante y siguieron creciendo y Evergrande es la peor infractora”.
En ese marco, Walker indica desde Hong Kong que para China no será particularmente difícil dejar caer a la firma en cuestión, después de todo no sería la primera vez que hace algo así. “La forma de pensar es GITIC, la empresa de inversión a la que se le permitió quebrar en 1999. Nadie creyó que Beijing dejaría que un ITIC se hundiera, pero lo hizo y era una de las más grandes. Eso fue lo último que supimos de la crisis de las ITIC. Las empresas estatales absorbieron los activos según fue necesario y el “terremoto” se convirtió en un pequeño temblor”.
Más recientemente, recuerda el experto, “nadie creyó nunca que el gobierno dejaría quebrar un banco, pero así fue: Baoshan Bank. Si bien no era uno de los bancos más grandes, tampoco era tan pequeño. Un alcance nacional y propietarios de estilo de conglomerado. El gobierno simplemente lo cerró de la nada por fraude”. En ese marco, afirma: “espero lo mismo con Evergrande”.
De acuerdo al análisis de Walker hay que recordar que “Beijing se encuentra en uno de sus períodos de ‘limpieza’ antes de un par de grandes eventos en 2022: un tercer mandato sin precedentes para Xi Jinping y el centenario del Partido Comunista de China”, marco en el cual el mandatario “no quiere un colapso del sector de propiedad que lastime a mucha gente y afile cuchillos entre sus enemigos, por lo que es mucho mejor hacer un ejemplo de un delincuente en serie: Evergrande”.
En efecto, los líos de la compañía son para Beijing un problema que va más allá de lo económico e incluso de lo político. Raymond Yang relata que “el gobierno chino ve bienes sociales de vivienda en lugar de propiedades de inversión”, principio sobre el cual “no querría crear un riesgo moral y rescatar a las empresas privadas”.
En la misma línea Walker sostiene que “el objetivo regulatorio es reducir el riesgo moral y esperar que los inversionistas asuman una mayor responsabilidad por sus decisiones de inversión sin asumir que el gobierno chino proporcionará automáticamente los rescates”.
Contención de daños
Con esas definiciones, hay coincidencias entre los analistas respecto a los caminos que seguirán las autoridades chinas. “Garantizarán la solidez financiera de los bancos. Pero es poco probable que rescaten a la empresa en problemas, por lo que lo cual a los tenedores de bonos les tocará sufrir”, indica Yang.
Dollar coincide al platear que China “puede tolerar un incumplimiento de Evergrande, pero probablemente intentarán manejar las consecuencias para proteger a la gente común que ha pagado los departamentos pero que aún no los ha recibido. De esta forma, es probable que los tenedores de bonos y los accionistas de Evergrande soporten la mayor parte del dolor y es poco probable que el Estado los rescate”.
La misma visión tiene Alicia Garcia-Herrero, economista jefa para el Asia-Pacífico en Natixis, quien sostiene que “está claro que el gobierno intervendrá para que los ciudadanos obtengan sus viviendas, pero lo que no está creo que hagan es pagar el cupón completo a los inversores internacionales, especialmente en bolsa o en bonos en dólares”. Así, indica que es probable que “estos últimos sufrirán una fuerte quita”.
Esta tesis la ratifica Tuuli McCully, economista jefa para el Asia Pacífico en Scotiabank, quien sostiene que “teniendo en cuenta la importancia de mantener la estabilidad social y, por lo tanto, de asegurar el futuro del Partido Comunista, parece probable que el gobierno trate de cuidar a la gente común que se vería afectada negativamente por la reestructuración de Evergrande”.
Aquello, se puede abordar desde los gobiernos locales, que de acuerdo a McCully “pueden intervenir para asegurarse de que los proyectos de desarrollo continúen avanzando para que las personas que han realizado el pago inicial de las casas no enfrenten grandes pérdidas”.
En la otra vereda, la experta indica que “parece poco probable que el gobierno rescate a Evergrande, especialmente si se considera el reciente cambio de objetivos del gobierno hacia la ‘prosperidad común’ y los esfuerzos por reducir el poder de las empresas privadas en la economía china”.
Bajo el mismo enfoque, Herrero sostiene que “Evergrande se dividirá en varias unidades vendiendo lo que pueda generar suficiente cash para reducir los pasivos de esta compañía y el gobierno pondrá su parte, pero el resto de empresas constructoras tendrán mucho más cuidado a futuro”.
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