Más prudencia que relajo es la receta que el exministro de Educación y exdirector de Presupuestos, José Pablo Arellano, sugiere para enfrentar la actual pandemia del coronavirus que no tiene parangón en el pasado reciente.
Su mirada, desde su asiento en Cieplan, está no sólo en lo económico, sino también en la estabilidad política, y por ello alerta sobre la cantidad de iniciativas presentadas por parlamentarios que van más allá de la prerrogativa constitucional. Asimismo, llama a apurar los protocolos para la nueva normalidad, acentuando su preocupación por el empleo. “En lo económico-social las consecuencias de esta crisis son enormes. Un solo aspecto ilustra la gravedad de sus consecuencias: la pérdida de empleos”.
¿Cuál es su estimación respecto del mercado laboral?
-En nuestro país, al trimestre marzo-mayo se habían perdido un millón y medio de empleos. La mayor parte de esas personas no aparece técnicamente como desocupado, porque no estaba buscando trabajo. Si consideramos ese enorme número de personas que perdió el empleo y que no se registra como desempleado, la desocupación representa más de 20% de la fuerza de trabajo. Esa información, que es la última, se refiere a mayo y seguramente hoy es más grave. Hay que agregar los más de 600 mil trabajadores que están acogidos a la Ley de Protección al Empleo y que están recibiendo una fracción de su remuneración con cargo al seguro de cesantía. En total, más de dos millones de personas, sin contar los que trabajan menos horas y todos los que han visto disminuir sus remuneraciones.
¿Es posible que se repita lo que el país vivió en la crisis del 80?
-No, afortunadamente estamos lejos de una situación como la de 1982. Hay una realidad muy distinta en muchos sentidos. Aparte de una crisis de origen muy distinto, aquí no hay una crisis financiera, que son las más graves y que tienen una recuperación muy lenta.
A cuatro meses de esta crisis sanitaria y social en Chile, ¿qué cree que ha faltado en la mirada de las autoridades?
-En este momento echo de menos más énfasis de todos los actores en preparar la reactivación económica, para que cuando las condiciones sanitarias lo vayan permitiendo ayuden a recuperar los empleos perdidos lo antes posible.
¿Qué quiere decir con “preparar”?
-En primer lugar, preparar los protocolos para retomar la actividad productiva y laboral con la mayor seguridad posible. Prepararnos mejor para que nuestras exportaciones puedan fluir en estas nuevas circunstancias. Ayudaría, por ejemplo, para asegurar el acceso a los mercados externos, que se concluya la aprobación del TPP11 en el Senado. Avanzar en la preparación de un plan de infraestructura, tanto física como de telecomunicaciones, y en los cambios legales y reglamentarios para elevar la productividad ya identificados por la Comisión Nacional de Productividad. Todo esto requiere de colaboración público-privada.
¿Pero esos preparativos no darían una percepción de que está volviendo la normalidad?
-Entiendo que la emergencia sanitaria y los esfuerzos por responder a necesidades apremiantes captan las energías y la atención. En ningún caso esta preparación puede significar dar señales equívocas respecto de las medidas de cuarentena mientras sean necesarias, pero si avanzamos ahora vamos a ser capaces en los próximos meses de recuperar empleos que dramáticamente vamos a necesitar. Veo otros debates que hacen perder mucha energía y que podrían canalizarse en aspectos que preparen la reactivación y la recuperación de los empleos.
En ese sentido, ¿cuánto de los ahorros del país deben gastarse en este episodio?
-La pregunta de cuánto podemos gastar y que se haya concordado un plan de gastos muy importante para los próximos 24 meses, es una pregunta que pocos países en desarrollo se pueden plantear. La mayoría no tiene ni los ahorros ni el acceso y condiciones de financiamiento que ha logrado Chile con la estabilidad macroeconómica y la trayectoria de responsabilidad fiscal de las últimas décadas. Fíjese que en 1990 la deuda del gobierno era 40% del PIB (Producto Interno Bruto), bajó a 12% en 1998 y después de subir para combatir los efectos de la crisis asiática volvió a bajar hasta 5% del PIB en 2008, ayudada por la bonanza del precio del cobre. Esto, sin considerar los ahorros que se acumularon. Eso nos ayudó con la gran crisis del 2009 y con mayor razón nos está ayudando ahora.
Frases como “tirar toda la carne a la parrilla” o “tirar la casa por la ventana” ¿le suenan a una buena receta?
-Entiendo que se quiere decir que las necesidades son tales, que hay que actuar con fuerza y aprovechar lo ahorrado para enfrentar esta emergencia, y en eso coincido. Pero no me gusta que pareciera indicar que no es necesario mirar al futuro. Por el contrario, hay que pensar en la reactivación y tener en cuenta que hay una probabilidad alta de que el mundo viva con bastante inestabilidad durante los próximos años y no podemos quedar sin recursos para enfrentar esas situaciones.
¿Cómo debiese ser el mix de financiamiento entre deuda y fondos soberanos?
-Yo recurriría lo más posible a deuda al más largo plazo posible, y en pesos y UF, y mantendría los fondos soberanos. Naturalmente hay que diseñar una estrategia de financiamiento adecuada mirando la demanda y los mercados, pero esa sería mi orientación. En tiempos de incertidumbre, la liquidez y el respaldo que dan nuestros fondos soberanos son muy valiosos y hay que mantenerlos.
¿Hasta cuándo cree que puede estar disponible el financiamiento externo a bajas tasas, del cual hasta ahora goza nuestro país?
-Esto depende de las tasas de interés internacionales, las cuales afortunadamente están muy bajas y seguramente seguirán así, aunque eso no depende de nosotros. Pero también dependen del premio por riesgo, que sí depende de nosotros. El costo de endeudarnos dependerá de la percepción que exista de nuestro compromiso con la responsabilidad fiscal y la capacidad de darle sostenibilidad a la política fiscal para los próximos años.
¿Hay riesgo de que esa percepción se debilite?
-Aquí hay un círculo virtuoso: mientras más sostenible es nuestra política fiscal, lo cual requiere un calendario creíble de reducción de déficits fiscales después de que la economía salga de la crisis y así reducir el crecimiento de la deuda, el premio por riesgo será menor y el déficit fiscal será menor, porque el pago de intereses crecerá menos. Todo esto funcionará en la medida en que recuperemos el crecimiento. La reactivación y el crecimiento de los próximos años es lo que le dará al gobierno la recaudación tributaria para financiar sus gastos. Además, si crecemos más, la deuda comparada al PIB, que define nuestra capacidad de pagar, se hace más aceptable.
Considerando que todo el mundo está peor, ¿cree que Chile pueda sufrir una rebaja en la calificación de riesgo?
-Creo que lamentablemente vamos a sufrir una rebaja a la luz de la mayor vulnerabilidad. Lo importante es que no arriesguemos un nuevo deterioro en la percepción de riesgo. Esto dependerá de las perspectivas futuras de los déficits fiscales, de la deuda y de nuestra capacidad de reactivación y de retomar el crecimiento.
¿Cómo observa la evolución de la deuda fiscal que pronto estará en un 40%, es peligroso?
-Por supuesto que el 40% de deuda nos deja más vulnerables, pero ese va a ser uno de los costos de financiar los mayores gastos de este año, al mismo tiempo que los ingresos van a caer más de 16 %. Esta caída de ingresos, comparado a la realidad de una familia, es como perder dos meses de sueldo en el año. Lo que tenemos que cuidar es lo que suceda a partir de la reactivación y el desempeño futuro de la economía.
¿Qué proyecta para los siguientes años en cuanto a la política fiscal?
-Bajo supuestos optimistas todavía el próximo año y el siguiente, los déficits van a ser mayores al 4% del PIB y por tanto la deuda va a seguir aumentando en forma importante. Si no hay un programa creíble y que cuente con un apoyo amplio para irlo reduciendo en los años siguientes, podemos meternos en un camino de endeudamiento que nos lleve no al 40%, sino al 70% o más, y eso nos va instalando en otra categoría de riesgo.
¿En cuál?
-La trayectoria que recorramos tendrá especial importancia porque vamos a ver varios países con dificultades para cumplir con los pagos y entonces habrá especial sensibilidad por el monto de las deudas y sus proyecciones. Fíjese que América Latina será este año la región del mundo más golpeada, con caídas en su producción de más de 9% de acuerdo al FMI, y con la más lenta recuperación el próximo año.
¿Será necesaria una nueva reforma tributaria para financiar al Fisco?
-Aumentar los impuestos no debería ser un tema en medio de la recuperación y reactivación, porque contribuiría a frenarla. Pero después de esa etapa será necesario revisar con una perspectiva de mediano plazo las necesidades de financiamiento del Estado y la carga tributaria. Fíjese que desde 2013 todos los años el Presupuesto terminó con déficits. Esto obliga a revisar la situación estructural. En este análisis no podemos pasar por alto que la fuente principal de recaudación y de aumento de recursos tributarios será el crecimiento económico que consigamos y, por tanto, cualquier modificación tributaria debe ser pro emprendimiento y pro generación de empleos.
El Consejo Fiscal Autónomo levantó la idea de repensar la regla fiscal, ¿cree necesario modificarla o ajustar el compromiso?
-En la nueva realidad, ese principio de definir los gastos en función de ingresos permanentes siempre será importante, pero hay que complementarlo con una mirada a las proyecciones de la deuda de mediano plazo para ponerle límites a su crecimiento. Hay reglas más importantes y que están en la base de una política fiscal sostenible, que están siendo cuestionadas y que me preocupan mucho más.
¿A qué se refiere?
-Me refiero a la iniciativa exclusiva del Poder Ejecutivo en materia de ingresos, gastos de gobierno, seguridad social y otros compromisos futuros. Me preocupa que la dificultad para encontrar soluciones políticas a necesidades reales esté llevando a sobrepasar las reglas constitucionales, que son la base para nuestro funcionamiento democrático. La iniciativa exclusiva del Presidente en estas materias es algo que debiera cuidar tanto el gobierno como la oposición. Está en el interés de todos.
¿Por qué le preocupa, si de acuerdo a un informe del PS todos los años se presentan iniciativas de esta índole?
-Porque estas normas son fruto de un costoso aprendizaje que hizo el país en el siglo pasado. Es útil revisar los proyectos de reforma constitucional y los debates de la época para entender las razones de la iniciativa exclusiva y cómo su ausencia terminaba en un desequilibrio fiscal, a pesar de que todos estaban de acuerdo en la necesidad de evitarlo. Eso mismo llevó a la virtual quiebra del antiguo sistema de seguridad social. Mientras haya un régimen presidencial necesitamos esas reglas, ese fue el duro aprendizaje que el país hizo en el pasado.P
Retiro del 10% de las AFP: “Para un hombre de 55 años significa un año y medio de su pensión”
¿Qué opina sobre el manejo de la pandemia y sus efectos sociales y económicos hasta ahora?
-Esta pandemia es el mayor desafío que enfrenta el mundo en varias décadas. La falta de preparación para una situación como esta ha llevado en distintos lugares a estrategias sanitarias diferentes, todas haciendo correcciones sobre la marcha. Por lo mismo, estimo que lo adecuado es postergar las evaluaciones y no anticipar juicios y cuestionamientos si no ayudan a abordar la emergencia.
¿Cuál es su parecer de las medidas que se han adoptado?
-Tanto el país como el mundo estaban más preparados para reaccionar a raíz de lo aprendido en la crisis financiera internacional de hace 10 años. Me parece muy acertado el manejo del Banco Central (BC), desde el primer momento, anticipándose para evitar una crisis de liquidez que agravaría aún más la situación. Positiva la alternativa que se estableció en marzo, de protección de los empleos recurriendo al fondo de cesantía, sin perder el vínculo laboral y evitando el desempleo que habría sido la alternativa. Este es el modelo que se siguió en Europa, a diferencia de EE.UU.
¿Y el acuerdo entre la oposición y el gobierno?
-Muy valioso para dar un marco a la política fiscal, apuntando no solo a la emergencia, sino a la reactivación económica. Esta es una emergencia y tiene costos enormes que estas medidas tratan de paliar, pero sobre todo a evitar que la crisis económica sea aún mayor.
Ha estado en la palestra la alternativa de retirar un porcentaje de los fondos previsionales, ¿qué le parece la idea?
-No la considero una buena idea. Los fondos previsionales son para financiar las pensiones en una etapa de la vida en que la mayoría de las personas no tiene otra fuente de ingresos. Siempre hay necesidades apremiantes y razones para pensar en echar mano de estos ahorros: una enfermedad grave, el desempleo.
¿No considera que esas razones pudiesen permitir un retiro?
-Abrir ese camino atenta contra pensiones que ya sabemos que son insuficientes. Déjeme decirle que retirar el 10% de los fondos equivale para un hombre que tiene 55 años a gastarse los fondos para financiar más de un año y medio de su pensión, y en el caso de una mujer, de cerca de tres años.
Muchos parlamentarios están señalando que la clase media se ha quedado en la indefensión, ¿comparte ese diagnóstico?
-Entiendo y comparto la preocupación, pero la solución no es gastarse los ahorros indispensables para financiar la pensión.
¿Qué medidas propondría usted?
-Es preferible revisar los límites y requisitos de los apoyos que se están dando y de los cuales hay familias excluidas a pesar de estar enfrentando una indefensión que hace necesario apoyarlas. Otros apoyos a través de préstamos y financiamiento, como se ha hecho con los trabajadores independientes, también se pueden ampliar y pueden ser de ayuda. Pero no veo conveniente vincularlos a los ahorros para la pensión.
En otro plano, ¿qué le parece el proyecto que permite al BC adquirir deuda fiscal en el mercado secundario?
-Me parece bien. De hecho, lo había estado promoviendo hace algún tiempo. Mejora la liquidez de los bonos de Tesorería y le da más instrumentos al BC para hacer la política monetaria. Por otra parte, la independencia del BC y los resguardos que se han tomado controlan el riesgo de una monetización de los déficits. Por lo mismo, me parece correcto que no se autoricen los préstamos directos del BC al Fisco. Ese mecanismo fue una causa permanente de inflación en el pasado.