El lunes por la noche los principales partidos políticos lograron un acuerdo para avanzar en un nuevo proceso de redacción para una nueva constitución. Y por ello, fue uno de los principales temas que se abordó en el seminario “La Economía de la Transición desde Teatinos 120″ organizado por la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Católica.
Este acuerdo para los exministros de Hacienda de los últimos 30 años, abre una nueva oportunidad para reformular uno de los principales problemas que tiene a Chile estancando desde hace varios años ya: el sistema político. Y además reivindica la política de los acuerdos, que caracterizó al país durante entre 1990 y 2019.
Esa fue una de las principales coincidencias que tuvieron en sus distintas presentaciones Alejandro Foxley, Eduardo Aninat, Manuel Marfán, Nicolás Eyzaguirre, Andrés Velasco, Felipe Larraín, Alberto Arenas y Rodrigo Valdés.
Todos en sus presentaciones mencionaron que el principal riesgo que tiene el país en general, y en la economía en particular, es mantener un sistema político fragmentado como el actual. Esto, para los extitulares de Hacienda impediría que el país pueda seguir avanzando, pues uno de los principales reparos es lo complejo que es llegar a acuerdo.
El primero en plantearlo fue el quien lideró Teatinos 120 entre 1990 y 1993: Alejandro Foxley afirmó que “muchos de los dilemas que están presentes se debe a que tenemos un sistema político excesivamente fragmentado, porque los incentivos de los parlamentarios están mal puestos, y cada parlamentario busca tener un respaldo, una popularidad ojalá inmediata. No hay coaliciones estables que respalden al gobierno, hay fragmentación política”.
En ese sentido, agregó que “antes había una clase política, que con todas sus imperfecciones tenía la capacidad de ponerse de acuerdo en temas fundamentales. Tenía la capacidad de poner los intereses colectivos por encima de los individuales. Por ello, lo clave es que exista una reforma al sistema político para que vuelva a hacer gobernable al país”.
Para Foxley, “el acuerdo que se llegó anoche (lunes) supera todas las expectativas, porque se estaba demorando y parecía que no iba a lograr un acuerdo, entonces esto hay que agradecerlo”.
Eduardo Aninat define lo que pasó el lunes por la noche como “un signo fuerte y positivo”, que muestra que “se va por buen camino”. Aninat también ve que es necesario reformular el sistema político, pero agrega también que los gobiernos también deben hablar más con sus coaliciones. “Nos ha faltado a todos hablar un poco más al interior de la coalición, no solamente tender puentes con el adversario, sino que con los propios”.
Manuel Marfán expresó que “está con un razonable grado de optimismo” por cómo se están desarrollando algunos temas. Entre ellos mencionó el acuerdo constitucional y la reforma tributaria donde cree que “saldrá una reforma bastante razonable”.
Más enérgico en esa posición se mostró el exministro del gobierno de Ricardo Lagos, Nicolás Eyzaguirre, quien aseveró que “el problema número uno es hacer un sistema electoral y político que dé gobernabilidad, de lo contrario, no habrá ministro de Hacienda o del Interior que puedan salvar la plata”.
Para Eyzaguirre, “una gran mayoría piensa que la política es donde reside el núcleo de nuestros males, se abre una nueva esperanza. No es una cosa de un día, pero muestra una voluntad para lograr un acuerdo”.
En ese aspecto destacó “la gran coincidencia con varios de los exministros”, siendo algunas experiencias más antiguas y otras más nuevas, pero “todos coincidimos en que el gran problema es que se fue deteriorando la calidad de la política. Los incentivos están mal puestos para lograr pactar”. Eyzaguirre dijo que tiene “mucha confianza de que este consejo constitucional va a plantear un esquema de sistema político que logrará que ahora sí nos podamos poner de acuerdo”.
Y para su sucesor, Andrés Velasco, el acuerdo “es un tremendo paso adelante”, porque “el gran problema de Chile en los últimos 10 a 15 años fue la mala calidad de la política, la incapacidad de sentarnos en una mesa a dialogar y a escucharnos. No resuelve todo el problema, pero es un tremendo paso adelante”.
Por ello, al igual que sus antecesores, Velasco subrayó que “la Constitución es fundamentalmente sobre el sistema político. Ese es el corazón, la sala de máquina, por lo tanto, el desafío para este consejo constitucional es que no pueden actuar en representación de lo que hoy detentan el poder, sino que en materia de sistema político hay que hacer borrón y cuenta nueva”.
Velasco apuntó que “cuando la política anda bien, la hacienda pública anda bien y cuando la política anda mal, la hacienda pública se desordena, como ha ocurrido en los años recientes”, y agregó que “mi invitación es pensar bien el sistema político y electoral, y dejarlo en la Constitución, otra cosa no tiene sentido”.
Otro que resaltó el acuerdo fue el exministro del primer y segundo gobierno de Sebastián Piñera, Felipe Larraín, quien dijo que “el acuerdo es positivo para el país, y lo que revela es que no estamos frente a una improvisación. Se han tomado el tiempo necesario para lograr un acuerdo donde nos represente a todos. Es un rechazo a la improvisación”. Para Larraín, “el sistema político y electoral es uno de los temas a solucionar, pero también hay temas económicos importantes”.
Si bien para Larraín el acuerdo por la nueva constitución contribuye a despejar la incertidumbre, “todavía vamos a tener este proceso a lo que se suman las reformas en curso, como la tributaria y de pensiones”.
Alberto Arenas, exministro del segundo gobierno de Michelle Bachelet, puso otro ejemplo para valorar este acuerdo y se sumó a quienes creen que la fragmentación política es una complicación para avanzar en cambios estructurales. “Lograr acuerdos políticos transversales es sustantivo para poder impulsar reformas estructurales y con ellas enfrentar la desigualdad del país”.
El último en tomar la palabra fue Rodrigo Valdés, quien también fue ministro de Hacienda durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. “Lo de ayer es una gran noticia. Nos da una gran oportunidad como país, y ahora hay que aprovecharla. No está garantizada que se aproveche, pero quienes sean parte del consejo tienen la oportunidad para hacerlo y es una gran oportunidad para resolver un tema crucial que es que la política no está funcionando”, dijo.
No obstante, Valdés mostró una preocupación por la cercanía que pudieran tener los expertos que serán nombrados por el Congreso. “Me preocupa que tal como se conformó el acuerdo, el mundo incumbente puede no tener todos los incentivos para hacer los cambios que Chile necesita. Ojalá que los expertos tengan plena libertad y estén lejos de los incumbentes, que sean personas que no dependan de los partidos”.
Para lograr el desarrollo, o seguir progresando, Valdés planteó que es clave respetar la institucionalidad que tenga un país. Y ejemplificó con su renuncia al gobierno de Bachelet por el caso Dominga. Si bien dijo que no fue netamente por el impacto que eso generaría en inversión o empleo, sino que fue por la señal que se estaba dando, donde ministros no estaban respetando la institucionalidad. “Se estaban saltando las reglas. Esa fue la pelea que quisimos dar”, indicó.
Otros temas
En otro tema, Eyzaguirre también abordó la necesidad de mejorar la productividad y Velasco destacó la necesidad de mejorar el mercado laboral, para que más personas en edad de tener un trabajo se puedan sumar a este, y así, de paso, fortalecer el sistema de pensiones al tener más personas cotizando y con estabilidad laboral. Temas que se podrán discutir y avanzar con un mejor contexto político, según reiteraron ambos economistas.
Otra de las reflexiones compartidas entre los secretarios de Estado fue que el trabajo en la cartera de Hacienda, desde el fin de la dictadura hasta hoy, le fue dando a Chile estabilidad económica.
Foxley destacó “la política de los acuerdos”, señalando que “hicieron creíble la estrategia de crecimiento con equidad”. Sobre ese punto, enfatizó que “cuando vimos los resultados de esos cuatro años, la política de los acuerdos, la necesidad de trabajar juntos con los que piensan distinto era legítima producía resultados: el crecimiento en el gobierno de Aylwin fue en promedio anual 7,7%; los salarios reales aumentaron 3,8% anual; la inversión aumentó hasta 31% del PIB; con superávit fiscal, la pobreza se redujo en más de 10 puntos entre el 90 y 94, con aumentos muy sustanciales en el gasto social, en la salud pública casi 50% de aumento, en educación; y el ingreso monetario entre los más ricos y los más pobres, la diferencia disminuyó sustancialmente”, dijo Foxley.