Si el crecimiento de 3,2% del gasto fiscal para 2019 -el más bajo en 8 años- parecía acotado, lo que se prevé para los próximos años y hasta 2023 no es un escenario muy diferente.

Así por lo menos lo desprenden los economistas de la proyección de holguras entregada el miércoles por la Dirección de Presupuestos en el Informe de Finanzas Pública ante la Comisión Mixta de Presupuestos, en una combinación del déficit efectivo esperado, los ingresos y gastos proyectados y particularmente, la trayectoria comprometida de reducción de déficit estructural en 0,2% anual.

Según estas cifras, el crecimiento del gasto entre 2019 y 2022 promediaría 2,9% durante ese período con una trayectoria bastante disímil: 3,2% para 2019, 5,2% para 2020; 1,8% para 2021; 1,3% para 2022. Con esta trayectoria el déficit fiscal estructural debe llegar a 1% en 2022. Ahora si se considera el período completo de la proyección fiscal, el 2023 el gasto debería crecer 3,1% promediando entre 2019 y 2023 un crecimiento del gasto promedio de 2,9% (ver gráfico).

Estas estimaciones se realizan en un marco de crecimiento que converge a tasas de 3,6%; un IPC de 3%; el dólar en $650 y el precio del cobre en US$3,00 la libra, sumando eso sí, desde el próximo año, los recursos proyectados por la implementación del proyecto de Modernización Tributaria, efecto que se evidencia en la estimación de ingresos efectivos para el 2020, que pasan desde $44.154.469 millones (equivalente a US$67.930 millones) previstos para el próximo año, a $47.093.628 millones (es decir US$72.452 millones) y se proyecta hasta 2023, cuando, según el Informe Financiero del proyecto, la implementación de la boleta electrónica alcanzaría su máximo rendimiento de US$1.181 millones.

Ingresos transitorios

Los expertos coinciden en que uno de los principales riesgos de la proyección de Dipres son las turbulencias del escenario externo y su impacto en las variables usadas para la proyección.

Según Fabián Sepúlveda de Santander, existe el riesgo de que "una desaceleración mayor de la economía china presione a la baja el precio del cobre (que la Dipres supone en US$3, muy similar al precio de referencia), y que eso perjudique el crecimiento". Esto, afirma, pese a que la regla de balance estructural vincula el gasto a los ingresos estructurales que no dependen de los movimientos cíclicos del precio del cobre o del PIB.

"Sin embargo, en el último ciclo de caída del mineral, los comités de expertos revisaron a la baja el precio de largo plazo siguiendo su movimiento de corto plazo. Por lo tanto, no es descartable que de producirse una caída en el precio del cobre, los futuros comités puedan revisar a la baja su valor de largo plazo", explica.

Con todo, el que se consideren ingresos transitorios en una proyección de mediano plazo no es algo que genere consenso. Matías Solorza, de BanChile, detalla que "el cálculo se circunscribe a la metodología actual, la cual dice que para obtener el efecto cíclico de los ingresos tributarios no mineros es necesario calcular su nivel cíclicamente ajustado a partir de su nivel efectivo proyectado para el año, restadas las medidas tributarias transitorias de reversión automática a cada partida de impuesto".

En ese contexto, agrega "cada medida de la Modernización Tributaria, será afectada por el tipo de impuesto a los que corresponda (Renta Anual, Renta Mensual, PPM, Indirectos y Otros) y su respectiva elasticidad". Alejandro Fernández, de Gemines, añadió que "la reforma tributaria no debería estar metida en la proyección en la medida que ni siquiera se ha aprobado", asevera.

Por lo mismo, afirma en forma tajante que "ahí hay un poco de magia: están partiendo de la base de los supuestos del proyecto y la recaudación de la boleta electrónica en la que nadie cree"