Diversas reacciones tuvo el Informe de Finanzas Públicas que entregó la Dipres. El foco de atención estuvo puesto en dos área: el nivel de deuda y la caída que debe tener el gasto público para cumplir con la sustentabilidad fiscal.
Andrea Repetto, académica de la Universidad Adolfo Ibáñez, sostuvo que “estabilizar la deuda en un nivel del 45% después de esta emergencia sería deseable, porque limita el riesgo de cambios en el grado de inversión. Pero ello requiere que una vez pasada la pandemia se retire el gasto asociado a la crisis, y se acuerde un plan fiscal para una dinámica del gasto y de los ingresos públicos compatible con esa meta”.
Mientras que Carolina Grünwald, economista jefa de Banchile, acota que “eso es muy deseable, pero es una meta ambiciosa, puesto que eso requiere un control del gasto fiscal que solo puede llevarse a cabo con mucha disciplina y con crecimiento económico, además de ser capaces de retirar todos los estímulos que fueron ideados para que operen de manera transitoria (cuestión donde la historia muestra que es muy difícil de lograr)”.
Hermann González, economista de Clapes-UC, afirma que “es deseable detener el rápido aumento de la deuda como porcentaje del PIB observado en los últimos años una vez que pase este shock, pero esto requiere que el país vuelva a crecer, que se reviertan todas las medidas transitorias que se han anunciado para hacer frente a la pandemia -tanto de gasto como de impuestos- y que se mantengan contenidas las presiones de gasto adicionales”. Acota que “como esta proyección involucra a futuras administraciones, su factibilidad depende de que el cierre del déficit estructural y la estabilización de la deuda sean objetivos de los próximos gobiernos y que ellos actúen en consecuencia”.
Sergio Lehmann, economista jefe de Bci, subraya que “es factible, en la medida que se sostenga la responsabilidad fiscal como pilar y eje de las políticas públicas en Chile. Obliga a que una vez que hayamos superado la crisis y reimpulsando la economía, seamos extremadamente prudentes con el gasto público”.
En cuanto a la factibilidad de que el gasto público se contraiga en los próximos años, Grünwald dice que “es difícil, pero posible. Esto requiere de disciplina y compromiso, además del entendimiento de que las consecuencias de un empeoramiento significativo del escenario fiscal es malo para todos”.
Repetto puntualiza que “lo que hace el IFP es volver a la senda previa de proyección de gasto. Retira el gasto por el covid y vuelven al nivel de gasto que habían proyectado en el informe previo”.
González asevera que “es factible dado el diseño transitorio del fondo Covid, siempre y cuando las medidas que se generaron con la emergencia no se transformen en permanentes”.
Por último, Lehmann añade que “se entiende que este año se están asumiendo gastos muy potentes, que buscan contener los impactos económicos y sociales de la crisis. Estos son esencialmente de carácter transitorio, por lo que efectivamente una vez que hayamos superado este escenario extremadamente complejo, no se van a seguir incurriendo de la misma forma”.