“Los tenistas somos emprendedores”, comienza diciendo Fernando González (42) en una entrevista que no trata sobre deporte, pero sí de lo que implica dedicarse a él. Ya retirado de las competencias de alto nivel, el “Bombardero de La Reina” hace una analogía entre lo que le tocó vivir como deportista y el viaje que realiza un fundador de una startup en su camino por crecer, escalar y globalizarse. González fue invitado a dar una charla sobre la similitud de ambos mundos en un evento organizado por Amazon Web Services (AWS) hace unos días en el Stadio Italiano.
“En un comienzo, no todos los tenistas tienen la espalda para solventarse económicamente. En la medida que uno adquiere mayores resultados y beneficios económicos, va reinvirtiendo en su carrera y, por supuesto... no es una carrera segura. A unos pocos les va increíble, a otros pocos muy bien, pero la mayoría queda en el camino. Y la competencia es supergrande”, dice mientras dirige la mirada hacia unas canchas de tenis que están dentro del recinto ubicado en avenida Apoquindo. A metros, lo esperan decenas de jóvenes emprendedores para escucharlo.
Hoy González es inversionista de la startup Women4Sport, junto a las deportistas Christiane Endler (futbolista), la argentina Luciana Aymar (jockey sobre pasto) y la española Jenni Hermoso (futbolista), además de otros inversionistas como el empresario de energías renovables Pablo Maestri. Con cerca de dos años de vida, Women4Sport es una plataforma para visibilizar talento deportivo femenino a través de una aplicación donde las deportistas suben su perfil, para conectarse con reclutadores deportivos de todo el mundo como clubes, universidades, inversionistas, marcas, etc. Ya tienen cerca de 800 deportistas. La mayoría, chilenas.
Este acercamiento con el mundo emprendedor le ha hecho a González encontrar aún similitudes con los tiempos en que tomaba la raqueta. “Al igual que le pasa a los fundadores de las startups, para los tenistas, el día a día es muy complicado, a pesar de que la gente ve el lado bonito”, dice el medallista de oro en los Juegos Olímpicos de 2004, en Grecia.
¿Cómo así?
Recuerdo cuando era más chico y mientras viajaba, yo mismo encordaba las raquetas. Después uno empieza a ganar un poco más y eso lo delega. Y cuando se gana más aún, puedes lograr trabajar con gente como preparadores físicos, entrenadores, etcétera, que incluso uno comparte con otros para abaratar costos. En la medida que más adelante solo trabajan para ti, pasa a ser una gran inversión. Eso mismo lo veo en cualquier emprendimiento. Los founders empiezan solos. Jeff Bezos comenzó en un garaje de forma muy precaria. Los grandes deportistas pasamos de comprar nuestros implementos a que las grandes marcas te paguen por usarlos.
Es un camino muy largo donde pasan muchas cosas y hay que solucionarlas en el camino. Sobre la marcha. Tanto en un campeonato como en un partido. No siempre se toman las mejores decisiones, pero es clave la convicción con la que uno hace las cosas. También juega mucho la ansiedad, especialmente cuando uno empieza muy joven. Por eso es importante ir probando cosas.
¿Cómo el “pivoteo” que hacen las startups?
Exactamente. No hay una fórmula exacta. Hay cosas que me funcionan a mí, pero a otra persona no. La frustración y la satisfacción van a la par y todo va muy rápido. Además, las startups también tienen un patrimonio limitado y tienen que actuar. A veces sirve, a veces no.
¿Cómo se aborda esa frustración cuando hay que levantarse para seguir adelante, haciendo la analogía entre un partido y emprender?
Es que creo que tiene que existir la frustración, pero el tema es cómo se maneja. Es difícil porque a veces no quieres ni moverte al otro día. Pero si siempre fueran solo satisfacciones, habría mucha competencia en el mercado (ríe). Entonces, la frustración es el filtro natural que tiene que existir. No todos la soportan, pero el que lo hace, termina muy desarrollado y fortalecido.
¿Cuál es la importancia de la colaboración con otros deportistas o el equipo de trabajo?
Es muy importante, pero siempre respetando las áreas de cada uno. Eso no quita que uno no pueda opinar. Claro, en mi caso, era yo al final el que actuaba (en un partido). Muchas veces fui contra la corriente y me equivoqué también. Por eso aprendí mucho a respetar el área de cada uno. Es fundamental tener la humildad para reconocer y escuchar. Saber esperar.
Hoy, muchas startups piensan en globalizarse. Salir del mercado chileno. Algo que también te pasó a ti. ¿Cómo manejaste esa internacionalización?
En mi caso, el negocio no daba en Chile por ningún lado. La experiencia y el roce afuera es clave, ya que en el tenis la competencia es fundamental. Te va probando y poniéndote siempre al límite. Te va nivelando para arriba. Cuando uno logra dar el paso afuera, es como un nuevo comienzo.
Me imagino que antes de jugar estudiabas a tus rivales: su técnica, debilidades y fortalezas. O sea, como una startup cuando hace un benchmark de los competidores antes de entrar a un mercado.
Sí, es verdad: uno analiza y busca estrategias para hacer jugar mal al otro. Pero también hay que tratar de buscar la forma en que uno se sienta cómodo para jugar mejor. Por ejemplo, yo trataba de hacer buenos servicios y jugadas para ganar puntos, pero siempre guardaba algo para el momento oportuno. Uno siempre entrena con su competencia, pero yo no mostraba por completo lo que tenía. Esa planificación partido a partido es clave para ir viendo las pequeñas debilidades del rival, así como las fortalezas propias. Pero, ojo, al igual que pasa en un negocio, también están las condiciones externas, como el clima, la superficie o el tipo de pelota. Son muchas variables que son parte de la estrategia.
En el mundo de las startups, hay algunos hitos como ser “unicornio” (empresa valorada en más de US$ 1.000 millones), o salir a la Bolsa. ¿Es similar a cuando un deportista gana una medalla de oro?
Sí, pero son números distintos… (dice casi a carcajadas).
Pero la emoción debe ser similar, así como la pregunta: ¿qué pasa después?, ¿cómo se administra eso?
Cuando una startup se convierte en unicornio, debe ser como el futbolista que de ganar $ 2 millones pasa a ganar $ 200 millones o más, de la noche a la mañana. Pero en el tenis eso no pasa de un día para otro. Pueden ser varios meses, a menos que seas como la joven tenista que ganó el US Open el año pasado (Emma Raducanu), que estaba en el Nº 150 del ranking mundial. Pero, sí, emocionalmente pesa mucho. Uno ha luchado toda la vida para llegar a esto y pasó. Es muy humano. Lo importante es después encontrar nuevas motivaciones para seguir. Obviamente, el dinero es una motivación, así como causar un impacto a nivel mundial. Pero después sigue la búsqueda de nuevas metas.
Hablando de ese impacto, muchas startups exitosas inspiran a otras. ¿Cómo se da eso en el tenis?
Puede parecer un poco individualista lo que voy a decir, pero uno está preocupado de uno. Si inspiro a alguien, buenísimo, pero el foco personal es seguir desarrollándose. Creo que uno no dimensiona a toda la gente que inspira. Obviamente es una responsabilidad, pero cuando yo veía jugadores como Pete Sampras y después me tocaba jugar o entrenar con ellos, e incluso compartir camarín, es algo muy sorprendente. Mis ídolos se transformaron en rivales y, a la vez, ellos comenzaron a respetarme como rival. Con el tiempo te das cuenta que no sólo inspiras a tenistas más jóvenes, sino también a otras personas. Ahora, en un país como Chile donde había tan pocos tenistas, la responsabilidad era grande.
¿Es difícil conseguir inversionistas que ayuden a un deportista en su carrera global?, que es también una crítica que hacen los emprendedores chilenos cuando buscan inversión local.
Quizá en el deporte ha mejorado un poco, pero aún estamos muy lejos de los países desarrollados. Sin embargo, uno conoce desde el principio las condiciones. Entonces, no puedes gastar energía ni tiempo en quejarte al respecto. Simplemente, mejor irse para otro lado, donde están pasando las cosas. Era imposible que hubiese hecho una carrera de tenista profesional en Chile. Quizá los futbolistas pueden, pero para cualquier otro deporte es prácticamente imposible. Para mí no había opción y lo tuve claro desde el minuto uno. Había que irse a jugar a las grandes ligas. Pero ojo, tampoco hay espacio para mil jugadores, sino para 100... con suerte.
¿Qué otras similitudes hay entre el viaje de una startup o scaleup y el deporte, según tu experiencia?
Creo que el aprendizaje que vas teniendo en el día a día. Planificas algo, pero van saliendo cosas que nunca pensaste. Y nadie te dice cómo hacerlo. Muchas cosas funcionan por instinto. Hay espacio para el error, pero no para la duda. Hay que actuar y tomar decisiones. Por otro lado, está la presión. Al igual que los deportistas, los emprendedores levantan capital y hay que responderles a los inversionistas, aunque sean de riesgo. Ellos creen en ti y ponen su patrimonio. Como sea, si no resultó en una ronda, será en la que viene y si tampoco funciona, todo te da un aprendizaje. La mayoría de las startups no lo logran al primero o a al segundo intento. Eso sí, en el tenis el camino es un poco más largo. Son muchos años donde vas fallando y teniendo aciertos.