El mundo vive un auge de la filantropía. De acuerdo con un estudio de UBS, existen al menos 260 mil fundaciones en 39 países, de las cuales casi tres cuartas partes se han establecido en los últimos 25 años. Más del 90 por ciento son fundaciones independientes y/o familiares y la principal actividad a la que se dedican es la educación.

Tan alentador es el momento que vivimos, que el propio informe lo denomina como la "era global de la filantropía" y plantea que, si esta positiva trayectoria continúa, la filantropía tendrá un impacto social y económico cada vez más significativo en el mundo.

¿Por qué se ha disparado el número de instituciones filantrópicas este siglo? ¿Cómo lo estamos haciendo en Chile?

Si bien los factores varían entre países, las principales fuerzas de esta expansión son el crecimiento económico mundial y el aumento de la riqueza privada; las desigualdades económicas y sociales; y los esfuerzos gubernamentales y privados para alentar y apoyar a las instituciones filantrópicas.

Muchos respaldan estas causas como un imperativo moral o como parte de la responsabilidad de la empresa con su entorno. Otros, como una forma de contribuir a la equidad, disminuir tensiones sociales y aportar a la estabilidad y a la paz mundial.

Como sea, tanto en los países con fuerte tradición filantrópica, como en aquellos que se están sumando, se perciben esfuerzos por alentar la filantropía a través de incentivos y marcos regulatorios amigables. También ha comenzado a asentarse la convicción de que la filantropía es un aliado para enfrentar desafíos sociales y económicos, donde los privados tienen mucho que aportar.

En este contexto, la buena noticia es que Chile también se está subiendo a esta ola. De acuerdo con un estudio del Cefis, el aporte de las donaciones al PIB gira en torno al 0,12%. Estamos lejos del 2% de aporte de EE.UU., pero lo positivo es que gran parte de ellas proviene de fundaciones "jóvenes".

El mismo estudio evidencia que el 44% de las fundaciones del país tiene 10 años o menos de vida; que el mayor crecimiento reciente del sector lo explican las fundaciones familiares y que la educación es el foco prioritario de su labor.

En la Asociación de Empresas Familiares sabemos que esto no es coincidencia. La filantropía constituye una forma de transmitir valores, trascender con el legado del fundador, devolverle a la sociedad y unir a la familia. La educación, en particular, lidera los esfuerzos por el deseo genuino de contribuir al desarrollo de personas integrales.

Pero, así, como nos enorgullece que nuestras familias lideren el carro de la filantropía, también somos los primeros en poner las alertas. No basta sólo con aportar. Hay que donar con un impacto social. Tan importante como el aporte, es la rigurosidad del programa y su evaluación.

Desde hace 3 años, la AEF trabaja con el Cefis para contribuir al desarrollo de una filantropía efectiva. Esta es una forma de aportar al país que creemos necesario visibilizar para que se genere un efecto contagio. Chile ya está en este movimiento global, ¿por qué no aspirar a liderarlo?

*La autora es gerenta general de la Asociación de Empresas Familiares (AEF)