Poco y nada duró la distensión del conflicto comercial desatado por las políticas proteccionistas de Donald Trump. Esto luego de que el gobierno de Estados Unidos encendiera nuevamente las alarmas a nivel global, tras informar una investigación de seguridad nacional a las importaciones de autos, el justificativo ad hoc para la implementación de futuros aranceles en el sector, tal y como ocurrió con el acero y aluminio.
Trump había advertido el miércoles por la tarde de una "gran noticia" para los "trabajadores automotrices estadounidenses". Por la noche, se hizo público un comunicado donde el Secretario de Comercio de EE.UU., Wilbur Ross, afirmaba que "hay evidencia que sugiere que, durante décadas, las importaciones del exterior han erosionado nuestra industria automotriz nacional", en base a lo cual se "llevará a cabo una investigación exhaustiva, justa y transparente sobre si tales importaciones están debilitando nuestra economía interna y pueden perjudicar la seguridad nacional".
Trascendidos posteriores apuntaban a que la Casa Blanca pretende implementar aranceles de hasta 25% a los automóviles importados, lo que ayer generó un impulso en las firmas locales, Ford (1,57%) y General Motors (1,43%), mientras se observaron retrocesos en Mazda (-5,22%), Honda (-3,39%), Toyota (-3,05%) y varias otras compañías asiáticas y europeas del sector.
Por otra parte, de acuerdo a estimaciones de Ifo Institute, la medida no perjudica únicamente a China, cuya economía sufriría una pérdida estimada en US$6.719 millones si se llegan a concretar los aranceles.
Los más perjudicados serían Alemania (US$5.900 millones), Japón (US$4.987 millones), México (US$4.319 millones) y Canadá (US$3.781 millones).
Aunque las proyecciones anticipan un beneficio de US$6.719 millones para la economía estadounidense, Andrew Kenningham, jefe de Economía Global en Capital Economics, sostiene que "los aranceles generalmente no son buenos para una economía a largo plazo y son malos para la confianza empresarial".
De todas maneras, destaca que dada la conducta errática que ha tenido la Washington en la materia, no le extrañaría que echen pie atrás en sus intenciones arancelarias sobre los autos. "Por cierto, llevará entre 6 y 12 meses completar la investigación", detalló a PULSO.
UE versus China
Pero no es solo Estados Unidos el que sigue preocupado por sus relaciones con China. Ayer la canciller alemana, Angela Merkel, aprovechó su visita a Beijing para hacer sus propias advertencias al primer ministro chino, Li Kieqang.
"Entendemos que China todavía está en desarrollo, pero también vemos que en algunas áreas China es el líder tecnológico absoluto. Entonces, en estas áreas, naturalmente queremos acceso recíproco, de lo contrario, esto nos llevará gradualmente a establecer restricciones, tal vez demasiadas limitaciones, y eso no sería bueno", señaló la líder europea.
Con un estilo menos agresivo que el de Trump, Merkel sostuvo que las compañías de su país buscarían aprovechar los esfuerzos de apertura económica en China, citando el sector financiero y nuevas tecnologías, como los autos sin conductor.
Por su parte Li reconoció que las compañías alemanas habían "encontrado algunos problemas" mientras operaban en el país. "Cumpliremos con la ley china y aseguraremos que protegemos los derechos de las firmas alemanas que invierten en China", aseguró.
El llamado de atención de Merkel es absolutamente apropiado según Jacob Kirkegaard, economista senior de Peterson Institute, quien sostiene que "Irónicamente, este es un tema en el que EEUU y la UE deberían trabajar juntos, pero por supuesto el proteccionismo de Trump lo hace imposible".