La semana pasada el Fondo Monetario entregó una serie de recomendaciones a Chile con el objetivo de que el país transite hacia una economía avanzada.
Con miras a elevar la productividad de la economía en el mediano y largo plazo -y de esta manera aumentar las tasas de expansión económica- el FMI sugiere fortalecer la capacidad para innovar y la investigación y desarrollo, así como también mejorar la calidad de la educación. También llama a profundizar en la flexibilidad del mercado laboral chileno.
Es precisamente este último punto uno de los que debe ser considerado estratégico. Avanzar en proyectos que apunten a ir flexibilizando el mercado del trabajo, disminuyendo las rigideces, son bienvenidos y positivos para la generación de puestos de trabajo, particularmente luego de la reforma ideada e implementada en el gobierno anterior.
Se debe reconocer que fue un error pretender, a través de la legislación, dar un mayor poder a los sindicatos, ya que en la práctica subieron los costos laborales para las empresas, lo que derivó en que las empresas aceleraran el proceso de automatización.
Si el objetivo era mejorar las condiciones laborales, no se estaría logrando. Incluso, existen economistas que estiman que se produce una mayor desigualdad con este tipo de medidas, dado que habrá sólo algunos trabajadores que tendrán mayores beneficios.
En ese sentido, este gobierno ha avanzado en la dirección correcta con proyectos de trabajo a distancia, estatuto laboral para la tercera edad, así como también para los jóvenes.
No obstante, debe continuar con algunos cambios relevantes, como por ejemplo la regulación de los grupos negociadores, que quedaron completamente desregulados.