Aunque destaca el repunte económico que ha experimentado Estados Unidos tras la crisis financiera, con la creación de un promedio de dos millones de empleos anuales, el FMI manifestó sus preocupaciones sobre algunas áreas de la primera economía mundial.
"A pesar del positivo resultado macroeonómico, los beneficios de esta larga década de expansión no han sido ampliamente repartidos", se lee en la declaración del Capítulo IV del FMI sobre EEUU.
Destaca, por ejemplo, el declive de la expectativa de vida, el lento aumento de los ingresos de los hogares de clase media, un nivel de pobreza similar al inmediatamente posterior a la crisis y la erosión de la movilidad social, entre otros.
En ese marco, propone políticas como el aumento del salario mínimo federal y la simplificación y el aumento de la generosidad de los programas de asistencia socia, con el objetivo de "abordar las crecientes divergencias entre las fortunas agregadas de la economía real y el nivel de vida para la mayor parte de la población".
La tarea no es fácil, considerando que el Fondo también alerta sobre otro gran problema de EEUU: la deuda pública.
En 79% del PIB del gobierno Federal y en 107% del PIB del gobierno general, el organismo dirigido por Christine Lagarde plantea que para abordar el asunto "cualquier paquete exitoso requerirá pasos para abordar los aumentos esperados en los gastos de derecho a la salud y la seguridad social y aumentar los impuestos indirectos".
En tanto, para este año el FMI anticipa un crecimiento de 2,6% para este año, el cual se desaceleraría a 1,9% el próximo, a medida que se diluye el impulso fiscal de la reforma tributaria de Donald Trump. El conflicto comercial y una abrupta caída mercado financiero se presentan como los riesgos a la baja más importantes para esas perspectivas.