Fundación Chile apunta al talento “verde” y digital, y a economía del conocimiento
El exsocio de Notco, Pablo Zamora, cumple seis meses a la cabeza de la Fundación, donde está priorizando las iniciativas que apuntan a la reconversión laboral de los trabajadores que demanda la acelerada transformación digital y el cambio hacia una sociedad más “verde”. Su objetivo también es fortalecer el emprendimiento y la innovación, en medio de una economía que evoluciona hacia una mayor complejidad.
A seis meses de la llegada del científico Pablo Zamora a la presidencia de Fundación Chile, el organismo público-privado está viviendo un vigoroso reordenamiento. En medio de la nominación de su nuevo gerente general, Hernán Araneda, la Fundación ha definido profundizar su apuesta por la economía del conocimiento y la búsqueda de crear ecosistemas que apunten a un mercado laboral con talento “verde y digital”.
“Uno de los temas relevantes para nosotros en Fundación Chile es el desarrollo de una economía de mayor complejidad, que tiene que ver con la generación de tecnología, con la sofisticación del trabajo y con la incorporación de nuevos actores que compitan en la economía local. Está profundamente ligado a un ecosistema de innovación y emprendimiento”, afirma Pablo Zamora, exsocio de NotCo y doctor en biotecnología, quien fue designado en el directorio de la Fundación por el Presidente Gabriel Boric en abril pasado.
Fundación Chile es un organismo articulador que busca crear los vínculos y estrategias entre el mundo público y privado para potenciar sectores productivos e impulsar la transformación económica y social de la economía chilena.
El organismo, al igual que Corfo, aparece como un actor relevante debido a la promesa del gobierno de avanzar hacia una Banca Nacional del Desarrollo y promover políticas industriales en el país en sectores claves para la economía.
“Es imposible entender a la Fundación y su rol sin entender el contexto del país. La Fundación ha ido leyendo lo que el país le va pidiendo. La sociedad lo que espera de nosotros es que seamos arriesgados y que no hagamos lo que el mercado ya hace. A diferencia de décadas anteriores, hoy el ecosistema es más rico, hay más capital de riesgo y más inversionistas. Hoy nuestro énfasis está en el desarrollo sostenible y la transformación que requiere una economía en que el crecimiento no signifique contaminar más”, afirma Araneda en su debut como gerente general de la Fundación Chile.
Los focos urgentes
Más allá de estas definiciones estructurales, durante estos meses, Zamora y el directorio de Fundación Chile han aterrizado y profundizado una serie de focos para su agenda, los que ya se venían trabajando desde administraciones anteriores.
Uno de ellos es apoyar iniciativas relativas a cómo enfrentar los duros efectos del cambio climático en la economía del país. Las temáticas que se están abordando están relacionadas al agua, la economía circular y la transición energética (eficiencia energética y nuevas fuentes como el hidrógeno verde y el litio).
“El cambio climático es un problema urgente, del presente. Ahí estamos trabajando fuertemente en economía circular, en lo que tiene que ver con apoyo al desarrollo de una minería verde, y en todo lo relativo al manejo del recurso hídrico: hay que transformar el riesgo hídrico de Chile en una oportunidad de desarrollo sustentable”, enfatiza Zamora, quien sostiene que para que todas estas iniciativas tengan éxito se debe desarrollar una “musculatura” que permita entregar soluciones.
“Es necesario también contribuir a generar un mecanismo para financiar de la manera más eficiente posible, y con aportes de inversionistas, proyectos de hidrógeno verde que nos permitan posicionarnos como un actor relevante a nivel global”, añade, a su vez, Araneda.
A propósito de la pandemia del Covid-19 y la prolongada suspensión de clases escolares presenciales en Chile, otro de los ejes estratégicos de la Fundación apuntará a mitigar el impacto de la crisis sanitaria en materia escolar. Al igual que en otras partes del mundo, la pandemia ha generado un profundo impacto en el sistema escolar con interrupciones del aprendizaje, desigualdad en el acceso a clases y abandono escolar, entre otros.
“Reconocemos que hay una problemática urgente que es la deserción escolar y en la que la Fundación tiene que volcar su vocación a tratar de resolver esa problemática (...). Estamos ahora con una iniciativa interesante para desarrollar competencias en los liceos técnicos profesionales, para acercarse a los territorios. La Fundación tiene las competencias y va a tratar de abordarlo con la mayor celeridad y robustez posible”, afirma Pablo Zamora.
Un eje adicional apunta a contar con un ecosistema de innovación abierta y capital de riesgo, el que se ha transformado en un activo de alto valor para los países para enfrentar la triple crisis: sanitaria, económica y social. El objetivo de la administración también será seguir fortaleciendo el emprendimiento y la innovación, con empresas (y startups) más conectadas con la comunidad, un menor impacto medioambiental, mayor inclusión femenina e innovación territorial.
Perdedores y ganadores digitales
Pero, junto con lo anterior, una de las grandes tareas de la Fundación Chile en esta administración será promover una transición justa para los trabajadores en el marco de los cambios a nivel energético y digital que está viviendo la economía chilena.
Según Hernán Araneda, tanto la transición energética como tecnológica generará necesariamente “ganadores y perdedores” a nivel laboral.
“Una preocupación importante es cómo la transición energética se acompaña de una política pública en el marco de la creación de empleos verdes o ‘talento verde’, como lo estamos llamando en la Fundación. Es una conversación incipiente pero muy potente, considerando que en el mundo se van a crear del orden de 30 millones de empleos verdes de aquí al año 2030″, indica el gerente general de Fundación Chile, quien explica, por contrapartida, que habrá muchos puestos laborales de sectores ligados a sectores “más contaminantes” que se perderán en este proceso.
A nivel tecnológico, a su vez, Araneda sostiene que hoy en el país existen alrededor de dos millones de personas que trabajan en puestos laborales “rutinarios”, es decir, que son altamente reemplazables por el avance digital (softwares, robots, etc.).
“Si se trabaja en un empleo muy reemplazable (el trabajador) está en peligro. Es por eso que hay que sofisticar habilidades para tener una trayectoria laboral distinta. Eso implica transformar el sistema educativo y transformar el sistema de capacitación. Hay que dar destrezas, de manera tal de que se pueda participar en una economía más compleja. Lamentablemente, esa formación hoy no está siendo ofrecida por nuestro sistema educativo”, sostiene el gerente general.
Explica que la Fundación Chile está impulsando un proyecto en que participan proveedores chilenos y extranjeros para entrenar a unas 15.000 personas en competencias digitales sofisticadas.
“Ojalá más gente pudiera optar a programas que les permita incorporar rápidamente y en forma eficiente nuevas habilidades. No hay que estudiar cinco años. En un curso intensivo de cuatro o cinco meses donde se pueden generar habilidades y conocimientos que cambian completamente la trayectoria laboral de la persona para adelante”, añade Hernán Araneda.
“Estos sistemas de formación requieren de una escala para tener impacto. Tenemos la buena noticia de que el financiamiento para el próximo año tenga el eje temático de poder llevar de 15.000 a 60.000 personas. Eventualmente, también podría convertirse en un programa nacional de reconversión de habilidades en temas digitales para poder disminuir la brecha de desigualdad que hay hoy en los trabajos”, concluye Pablo Zamora, quien destaca que realizar una transición justa corresponde también a un mandato de gobierno.
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