"La Fundación Futuro de Valparaíso (FFV) no tiene la intención de quedarse eternamente con Santiago Wanderers, todo lo contrario, quiere facilitar el traspaso a personas que puedan tener interés en tomar el control". Así de claro es Nicolás Ibáñez Scott, presidente de la institución que hoy posee el 79% del club de fútbol y que analiza opciones para desprenderse de él.

En Sanhattan, como se le denomina al barrio financiero de Santiago, la intención de FFV de dejar el control del equipo de Valparaíso era un secreto a voces. Según el empresario, el dueño de la concesión es una Corporación, y la Fundación tiene un vínculo muy estrecho con ella, pero, apunta, lo lógico es que esto "lo maneje el día de mañana otra persona, una fundación o la misma Corporación. Tenemos un caso en el vecindario que es muy interesante, Pachuca compró Everton, es una entidad que lo ha hecho muy bien en México".

A fines de 2017, Santiago Wanderers bajó a primera B, lo que implicó una serie de desajustes financieros, lo que hasta ahora sigue impacto al club. Sin embargo, asegura el exdueño de D&S, hoy el club "es una entidad que está clara en sus números, no se financia aún, pero es una entidad que se maneja en forma profesional y transparente".

Según el presupuesto para 2019 que entregó Santiago Wanderers a la CMF, los ingresos por actividades ordinarias deberían superar los $1.746 millones, lo que representa 40% menos que en 2018. En tanto, los costos de ventas llegarían a poco más de $2.028 millones, 38% menos que el año previo.

Considerando los gastos de administración, gastos financieros y otros gastos, el club registraría un resultado antes de impuesto equivalente a una pérdida por más de $568 millones, la que de todos modos sería menor a los $990 millones que habría perdido en 2018.

Por ello, precisa Ibáñez, el directorio está empeñado en que suba a primera A y en hacer que Santiago Wanderers gane el torneo. "Sólo lo ha hecho tres veces en su historia. Y lo primero que tiene que demostrar el directorio es que pues de articular una empresa futbolística que es capaz de ganar el torneo. Y recién ahí uno puede decir misión cumplida, es momento de que otro tome el bastón", sostiene Ibáñez.

La venta

En 2008, el empresario se involucró en el equipo de fútbol, asumiendo la concesión de Santiago Wanderers por tres décadas, y luego su fundación, FFV, tomó el control. Más de 10 años han pasado, y en este contexto es que Ibáñez sostiene se requiere un controlador.

Así, apunta, es que "hay personas que trabajan en la Fundación Futuro de Valparaíso que están estudiando las opciones de mediano y largo plazo para esta 'inversión' en Santiago Wanderers", y agrega que "ese futuro puede ser una opción como la de Everton, no es la que favorezco en lo personal, lo ideal sería que la Corporación o la comunidad de Valparaíso se organizara para tomar control".

Eso sí, precisa que "la fundación tampoco pretende deshacerse del todo, quiere ser parte de esto, pero hoy es el dueño mayoritario de un club de fútbol, y esa no es la razón de ser. Puede ser el dueño minoritario de ese club, porque da la casualidad que tiene interés en seguir promoviendo la formación de los niños".

"Lo ideal es que Valparaíso le demuestre a todo Chile que es capaz de hace algo bien", enfatiza.

Respecto de la industria del fútbol en general, el empresario sostiene que "la entretención deportiva es una industria potente en países desarrollados. En Chile ese sector se quedó atrás, adolece de buenas prácticas empresariales".

"Hay muchos protagonismos personales", sostiene.