Si bien el Informe de Competitividad Global (IMD) -dado a conocer en junio de este año- ubicó a nuestro país en el lugar 44 a nivel mundial, cayendo 6 puntos, la actividad de las startups se posicionó segunda a nivel global. Esa evaluación más cuantitativa se complementa con la manera en que íconos del emprendimiento de los últimos años como Cornershop, NotCo o Betterfly, se han transformado en inspiradores de una oleada de startups chilenas con una visión mucho más global. Y, justamente, esa pareciera ser una de las principales características de quienes lideran dichas empresas. O sea, sus socios y fundadores.
“En la última década, una serie de factores como la innovación y el capital de riesgo, han permitido que los emprendedores chilenos piensen en grande mucho más temprano”, comenta María de los Ángeles Romo, gerente de Start-Up Chile, y agrega: “Antes, esperaban a tener el último detalle de su tecnología o algoritmo para recién lanzarlo al mercado y buscar clientes. Hoy, entienden la importancia del mercado del minuto cero y son capaces de testear sus productos muy temprano y así pivotear y mejorarlo a través del feedback que reciben. Esa mirada ha permitido que hoy no tengan miedo de explorar rápidamente los mercados globales”.
La percepción de Romo está absolutamente en línea con un análisis que realizamos en Pulso a 85 socios y socias de 35 startups chilenas top de línea (ver listado), donde una de las conclusiones es que el 96,5% habla inglés (aparte del español) y el 60% tiene estudios de pregrado, de los cuales casi la mitad los ha cursado en el extranjero. Incluso, el 94% ha vivido (o actualmente vive) en el exterior, ya sea por trabajo o estudios. De dicho grupo, 38 personas (45%) lo han hecho en Estados Unidos, 7 en México (8,3%) y 5 en España (5,9%).
“Claramente, el roce internacional es algo muy común. Por ejemplo, los fundadores de Cornershop vivieron en California, Eduardo della Maggiora (CEO de Betterfly) trabajó en Nueva York y los chicos de Houm hicieron su MBA en Estados Unidos”, dice Claudio Barahona, partner de Alaya Capital.
Para la muestra de este artículo se realizó una selección editorial de las startups que han sido publicadas durante los tres años de vida de la sección Pulso Startup, tomando en cuenta algunas características como año de fundación (entre 2010 y 2020), facturación proyectada igual o superior a US$ 1 millón en 2021, experiencia con levantamiento de capitales y/o fondos públicos, perfil de escalamiento (una característica clave en este tipo de entidades) y un alto grado de innovación, principalmente en base a tecnologías de la información.
Cabe aclarar que todas las respuestas fueron entregadas por los mismos socios de las startups o sus encargados de comunicaciones, a excepción de dos, cuyos datos se consiguieron de fuentes públicas.
Los resultados revelan una importante brecha de género, ya que existe solo un 11,8% de mujeres dentro de quienes lideran dichas startups. Por otro lado, el promedio de edad de los fundadores es de 37,4 años.
Tendencia a la ingeniería
La formación y educación es, claramente, un factor clave en esa “mirada global” de la nueva camada de startups chilenas. Al respecto, Roberto Camhi, fundador de Mapcity, autor del libro “Piensa al revés”, director y adviser de empresas, indica: “Creo que muchos de los líderes de las nuevas startups son hijos de empresarios o emprendedores con una proporción importante de nietos descendientes de inmigrantes y con estudios superiores. Probablemente, en su mayoría, ingenieros civiles o comerciales”. A lo que Barahona complementa: “Pienso que gran parte son de familias de inmigrantes, lo que queda claro en los apellidos. Por otro lado, aparte de ser ingenieros, la mayoría debe ser de la Universidad Católica, de la U. de Chile o la UDD”.
Ambos están bastante cerca. Así, 31 de los consultados por Pulso (37%) respondieron que sus estudios de pregrado los hicieron en la Universidad Católica de Chile. El segundo lugar en el podio lo tiene la Universidad de Chile, con el 15,3% de las respuestas, seguidas por la Universidad Adolfo Ibáñez y la Universidad Andrés Bello. Del total, 4 personas estudiaron el pregrado en establecimientos extranjeros y solo 2 en ciudades diferentes a Santiago. La mayoría son ingenieros civiles, comerciales o informáticos (ver gráficos).
Por otro lado, el 60% dijo tener estudios de posgrado, principalmente magíster. De este grupo, 10 personas tienen un MBA, y 3, un doctorado.
“De lo que me he podido dar cuenta es que la mayoría son personas que han trabajado algunos años antes en empresas grandes y luego montaron su emprendimiento. Se da muy poco que salgan de la universidad y armen de inmediato su startup”, señala Barahona, quien además lideró por ocho años Wayra Chile , la aceleradora de startups de Movistar.
De hecho, sobre sus actividades anteriores, la mayoría había trabajado en grandes compañías, donde por lo general, son del área financiera en el caso de los emprendedores que luego desarrollaron una startup en esa línea. Otra tendencia es que varios ya habían formado otras empresas con anterioridad. Y, en el caso de las empresas del área de las ciencias o biotecnología, la mayoría tenía experiencia laboral en las aulas universitarias o centros científicos.
Los colegios
La educación escolar también podría ser un diferenciador, debido a una serie de factores como los contactos o el manejo de un segundo idioma. Y aquí claramente hay una brecha importante entre quienes estudiaron en colegios privados (85%), frente a los que lo hicieron en establecimientos públicos, municipales o subvencionados (15%).
El 68% de los consultados cursaron su vida escolar principalmente en Chile, mientras que el 8% lo hizo en el extranjero. Además, a nivel nacional, el 88% de los socios/fundadores de estas 35 startups estudiaron su enseñanza básica o media en la Región Metropolitana, mientras que solo el 12% lo hizo en otras regiones.
Si nos concentramos solo en los de la Región Metropolitana, la muestra indica que el Colegio San Benito y el Instituto Nacional son el semillero de más fundadores de estas empresas que están siendo un distintivo clave del emprendimiento chileno.
Como sea, según las mismas startups y los especialistas, un rango distintivo tanto en los que dirigen estas empresas como en sus equipos, es la horizontalidad y apertura. Algo que está muy a tono con las nuevas generaciones, especialmente la de millennials. “Siempre vemos a estos emprendedores compartiendo sus experiencias, las buenas prácticas, los errores y su soledad. Ese rol de compartir es fundamental para la madurez de los ecosistemas de emprendimiento. Cuando están mostrando su experiencia, ‘mentorean’ a otros. Y eso, permite un gran equilibrio”, concluye María de los Ángeles Romo.