El interés de los inversionistas extranjeros por China crece, pese a las particularidades políticas y de gobernanza de empresas en el país. Así lo asegura Gabriela Santos, estratega de mercados globales de J.P. Morgan Asset Management, quien si bien llama a tener ciertas precauciones, considera que las empresas de la región deben avanzar a sacar provecho del mercado interno del gigante asiático.
¿Los latinoamericanos estamos invirtiendo en China?
-China pasó de ser la fábrica a ser el mercado de consumidores del mundo. Las compañías latinoamericanas tienen que cambiar su enfoque. China no es para tener fábricas y producir cosas para el mundo, pero sí es importante tener presencia en China para sacar provecho de su mercado doméstico. Ese es un cambio absoluto de pensamiento. Las compañías americanas y europeas están mucho más avanzadas en este proceso.
En términos del mercado de capitales, nuestros clientes en Chile y en otros países de la región están muy avanzados en tener inversiones dedicadas a China en sus carteras, no como parte de Asia o de emergentes. Ahí vemos a los inversionistas latinoamericanos mucho más avanzados que los estadounidenses.
¿Qué análisis hace de la apertura de los mercados chinos?
-China viene abriendo su economía desde hace 40 años a exportaciones, inversión directa y compañías. En cambio la apertura de sus mercados es algo más reciente. En términos de renta variable empezó en 2014, con un programa que abrió las bolsas de Shanghái y Shenzhen para las inversionistas extranjeros, mientras que para la renta fija un proceso similar comenzó en 2017. Esta tendencia continuará en los próximos años, porque vemos mucho interés de los inversionistas globales para participar en el mercado chino.
¿Cómo se sigue diferenciando de los mercados de Occidente y qué implicancias tiene esto para un inversionista?
-El modelo económico de China es completamente distinto. No es una economía capitalista. Es una economía social de mercado, que mezcla socialismo y capitalismo. Entonces, como inversionistas tenemos que poner mucha atención en estos planes quinquenales, porque es una economía controlada. Lo que en otros países son más bien una lista de deseos, en China es una realidad.
En términos de los mercados, sí tenemos que tomar algunas precauciones como inversionistas porque todavía son mercados poco eficientes. Por ejemplo, hay menos transparencia en los resultados de compañías. Es por eso que se requiere tener a alguien local que nos pueda ayudar a comprender mejor qué pasa en estas firmas, no podemos confiar en el papel desde lejos.
Por otra parte, es un mercado donde hay mucha participación del retail, por lo tanto hay una volatilidad mucho más alta, y también hay muchas compañías estatales, por lo que es preciso tener cuidado con la gobernanza. Como inversionista tenemos que saber que las empresas no son manejadas para nosotros, sino para el Estado. En ese caso, hay que tener el cuidado de enfocarse más en compañías privadas y menos en estatales.
¿El plan “Made in China”, para pasar a la vanguardia del desarrollo tecnológico en 2025, está avanzando?
-Sí, China ya ha empezado este proceso. El gasto en investigación y desarrollo (I+D) como porcentaje del PIB ha venido aumentando a lo largo de los últimos veinte años hasta un 2,1% del PIB, esa tendencia continuará, es un componente clave de su nuevo plan quinquenal, porque China aspira a convertirse en un país más similar a Japón, que gasta más del 3% del en I+D.
Toda esta innovación está enfocada en las industrias del futuro, es decir, inteligencia artificial, computación cuántica, robótica y semiconductores, con el objetivo de conseguir la autosuficiencia en la tecnología, algo urgente por su competición con Estados Unidos.
¿Qué expectativas tienen respecto al plan quinquenal que se está por revelar?
-No debería haber sorpresas, porque los chinos no hacen sorpresas en estos temas. Las prioridades son la demanda doméstica, mejorar la autosuficiencia en tecnología e innovación, avanzar en prosperidad en común disminuyendo la desigualdad y proteger el medioambiente. Esto último es un tema nuevo para los chinos, vinculado con el anuncio que hicieron el año pasado de conseguir una emisión de carbón neutral en 2060.
¿Buenas noticias para el cobre?
-Eso va a ser muy importante para Chile y para el cobre porque ahora vamos a tener a las 3 mayores economías, la europea, la estadounidense y la china, en la misma línea de transformación energética. Se va a demandar mucho cobre para la producción de energía renovable y para los autos eléctricos también y no de un solo momento, sino que a lo largo del tiempo. China está pensando en 2050 y 2060.
¿Qué visión tiene de la estructura económica de China en el futuro?
-El motor de crecimiento de su actividad ahora se centra en el consumo, los servicios y en la demanda interna, ya no es el sector manufacturero o las exportaciones. El plan quinquenal incluirá la intensificación de esas tendencias.
Además, en la actualidad el PIB per cápita de China es de US$ 10.000, comparable con países como Brasil. Todavía es un país emergente y a lo largo de los próximos 5 años quiere seguir aumentando su PIB per cápita y en este proceso transformarse en una economía desarrollada.
Esta transición es un momento muy importante para China, porque muy pocos países emergentes logran hacerlo con éxito y se quedan presos en la trampa de los ingresos medios.
¿Cómo exactamente pretende superar la trampa de los ingresos medios?
-China tiene la población más grande del mundo, 1.400 millones de personas, por lo que aún más importante que el tamaño de su economía es el indicador del PIB per cápita. Ellos tienen el objetivo de doblar su nivel actual a lo largo de la próxima década y para hacerlo, además de enfocarse en la demanda interna, van a priorizar la innovación, aumentando el valor agregado de lo que produce China. Es esto lo que justamente muchos países no hacen y por eso quedan en la trampa.P