“Hace un tiempo Enap estaba con la cabeza bajo el agua y ahora ya vamos con el agua a la cintura”. Así describe la situación de la empresa estatal su gerente general, Julio Friedmann, quien enfatiza que ahora el desafío es sacarla del agua. En su primera entrevista desde que asumió el cargo, adelanta que cerraron 2022 con los mejores resultados de su historia reciente; jugó a favor la paridad de importación dada por los márgenes internacionales de refinación, el aumento de producción en Magallanes y los flujos aportados por las operaciones en Egipto y Ecuador.
Sus primeros tres meses los ha pasado en terreno “entendiendo los dolores de los trabajadores, las comunidades y de los activos”, conociendo las distintas unidades y hasta cómo se trabaja, se come y duerme en los campamentos. Se ha reunido con todos los sindicatos con miras a tener una relación franca: “Lo cortés no quita lo valiente. Hay temas en los que como administración podemos no estar de acuerdo, pero los conversamos cara a cara”. Por estos días está cerrando una negociación adelantada con la Fernatrapech y analizando un nuevo plan estratégico con los distintos estamentos para alinear prioridades, el que vendrá aparejado con cambios organizacionales a anunciar próximamente, junto con el detalle del reenfoque del programa de inversiones.
Enfatiza que la compañía tiene un gobierno corporativo sólido y que “los ejecutivos somos los principales responsables de cuidarlo”. Agrega que el cambio aún es nuevo para sus stakeholders, “pero estamos siendo súper rigurosos en la política de contrataciones y contratos, y eso hace que a veces no tengamos los mejores amigos. Yo no traje a nadie conmigo ni he cambiado a ningún gerente; no puede ser que una compañía cambie a sus ejecutivos cada cuatro años por motivos que no sean desempeño, capacidades profesionales y calidad humana”.
Se apresura a contar que si bien llegó al final de la investigación de la comisión de la Cámara de Diputados sobre diversas irregularidades en la empresa, se informó sobre la ardua revisión de antecedentes respecto de cada uno de los casos reunidos en las 1.200 fojas que entregaron, la mayoría de los cuales −destaca− ya fueron investigados internamente, por la Contraloría y/o por la Justicia. En los próximos días acompañará a la presidenta de la empresa, Gloria Maldonado, a entregar esta carpeta a la Contraloría y a la Fiscalía.
¿Qué diferencia hay entre la Enap a la que entró hace 20 años y la actual?
- 20 años las refinerías eran sociedades anónimas separadas que se adecuaban a las nuevas calidades de combustibles, había déficit de inversión y Magallanes enfrentaba problemas de reservas al punto de que casi peligraba el abastecimiento de la ciudad. Ahora encontré una compañía con gente en promedio mucho más joven, con reservas que nos dan tranquilidad en Magallanes no solo para abastecer la ciudad, sino para vender excedentes en contratos de largo plazo a clientes como Methanex; las grandes inversiones pendientes en las refinerías se hicieron y se elevaron sus estándares medioambientales; las ciudades se han acercado más a las plantas y por lo tanto cada evento genera mucha atención. Pero en los últimos cuatro años, producto de la difícil situación financiera que enfrentó la empresa y luego la pandemia, el foco se puso en los costos y se redujeron las inversiones.
¿Es una Enap más eficiente que la de hace 20 años?
-Es una Enap más grande, que pasó por períodos en que perdió dinero y las inversiones no dieron los frutos esperados. Pero hoy, en un contexto de estabilización de las operaciones, nos hemos puesto metas agresivas de aumento de inversión y producción. Queremos darles a las unidades de negocio una visibilidad quinquenal de los espacios de inversión y de lo que queremos priorizar para que preparen los proyectos. Tenemos un programa de inversiones para los próximos cinco años de US$2.800 millones, que centraremos en los tres ejes de esta administración. El primer foco es ambiental y este es un año peak porque estamos ejecutando inversiones de arrastre por US$380 millones, de un total de US$480 millones. Un segundo foco es la excelencia operacional: cuidar los activos e invertir en ellos, mejorar la disponibilidad de las plantas. La meta para 2023 es aumentar 20% la producción en refinerías y 30% la inversión en Magallanes para aumentar las reservas probadas.
El tercer foco de este programa de inversiones es nuestra capacidad de almacenamiento, que es algo que Enap y el país requieren con urgencia porque ha estado relativamente fija y hay que aumentarla. Enap produce cerca del 90% de las gasolinas que consume el país, pero casi la mitad del diésel se importa, al igual que el kerosene de aviación y los crudos; pero con el cambio climático los terminales marítimos han visto muy mermada su disponibilidad. También analizamos nuevos negocios ligados a aumentar la penetración en gas natural licuado y gas licuado, las nuevas energías y la capacidad de recepción y almacenamiento de productos. Buscamos la mejor forma de crecer, ya sea con terceros o solos.
¿Cómo financiarán estos US$700 millones de inversión de 2023?
-En 2022 tuvimos el mejor resultado que recuerde. A septiembre teníamos un Ebitda de US$1.000 millones y si bien no puedo dar la cifra aún, considerando 12 meses en septiembre eran US$1.300 millones, y va a andar por ahí, lo que nos permite financiar nuestro programa de inversión. Queremos que el financiamiento de nuestro plan de inversiones no dependa de aportes estatales, para no darle dolores de cabeza al ministro Marcel.
De esos US$700 millones, US$125 millones son para dar continuidad operacional a las refinerías; US$43 millones para mejoramiento de la infraestructura logística y US$371millones a exploración y producción
¿En qué nivel está la deuda?
-Tenemos un stock de deuda bruta de US$4.300 millones y mi objetivo es apuntar a que no supere los US$3.000 millones. La última semana de diciembre, aprovechando la caja que tenemos, prepagamos US$200 millones de deuda de corto plazo. Ahora lo que me preocupa es el vencimiento de bonos de US$600 millones y US$700 millones en 2024 y 2026, porque enfrentarlos implicaría reducir el presupuesto de inversión, así es que estamos analizando reestructurar el de 2024. La idea es tener una deuda anual compatible con el plan de inversiones.
¿Construirán un nuevo terminal o estanques?
-Sería ideal contar con nuevos terminales, pero son escasas las opciones, así es que modernizaremos monoboyas, multiboyas y muelles para mejorar su disponibilidad y poder descargar de manera más rápida los productos. Estamos construyendo dos estanques en la refinería de Biobío de 50.000 m3 cada uno. No es fácil hacer nuevos estanques por los permisos ambientales y los espacios.
¿Proyectan instalar algo más cercano a las centrales que generan con diésel, dado que en la última crisis del sistema eléctrico se puso en duda la capacidad logística?
-Tenemos contratos con algunas generadoras y sabemos que la preocupación por el abastecimiento del diésel es creciente. Nuestro foco comercial es crecer en esa área tanto con diésel como gas natural licuado, ir al negocio B2B para mejorar nuestra participación. Pensamos en el gas natural para generación y como combustible de transición, ya que es un muy buen sustituto para la leña, pero también para parte del diésel, así que invertiremos en desarrollar comercialmente este segmento. Tenemos suministro que nos permite abastecer no solo nuestras necesidades, sino que estamos vendiendo a distribuidores en el sur, Innergy y Gassur.
El negocio de gas natural licuado está creciendo y en la medida que podamos tener más disponibilidad hay mucho interés de industrias y empresas que quieren distribuirlo por cañerías a Temuco y Concepción. Solo tenemos una planta de regasificación en Pemuco con una capacidad de 600 Mm3/d y podríamos llevarla a entre 900 y 1.200 Mm3/d, pero para eso hay que cerrar la ecuación: que los clientes comprometan demanda y nosotros hacemos inversiones, solos o con terceros.
¿Cómo les ha ido con las exploraciones de petróleo en el extranjero?
-Estamos muy contentos con las rentabilidades de las inversiones en exploración y producción en Ecuador y en Egipto. La tasa de retorno está en 40%. En términos de remesas Sipetrol nos ha entregado US$1.800 millones como dividendos. Este año estamos invirtiendo más recursos que en el pasado, apostando a que nos permita mantener esta fuente de recursos. Lo que se produce en estos países son 43.000 barriles equivalentes día. Es una operación de nicho, pero muy rentable.
¿Padece Enap los mismos males de Codelco: sobrecostos y retrasos de proyectos estructurales?
-Es lo que queremos evitar. Los proyectos estructurales son medioambiente, estanques, exploración y producción. Lo más importante es proteger a la compañía por la vía de que no esté tan expuesta a los vaivenes del mercado en cuanto a inversión y por eso queremos crear un perfil de deuda más previsible y tener metas de reducción de deuda y aumentar producción. Pronto anunciaremos varias modificaciones organizacionales para mejorar nuestra capacidad de ejecución de los proyectos y la fiabilidad operacional.
La compañía hizo un esfuerzo enorme en reducción de costos en los últimos cuatro años; pero a la vez se dejaron de hacer inversiones importantes. No estoy criticando, sino comentando las consecuencias. Ahora hay que poner el foco en la seguridad de la operación más que en la reducción de costos. No digo que el péndulo se va a ir para el otro lado, pero hay que hay que centrarlo.
Tenemos que iniciar la tarea dura de estudios de impacto ambiental para almacenamiento y avanzar en el desarrollo comercial del gas natural y gas licuado. También hemos optimizado la canasta de crudos, que es el principal costo. Compramos principalmente en Brasil y Ecuador.
¿Enap gana más cuando suben o cuando bajan los precios del petróleo?
-La combinación ideal es que los márgenes de refinación y los precios de los crudos estén buenos. Históricamente cuando uno está alto, el otro está bajo. En 2022 ambos estuvieron buenos. No creemos que el petróleo vuelva a niveles de US$50, porque no lo hizo ni con pandemia ni con el conflicto Rusia-Ucrania. Por el lado de la refinación, producto de la pandemia varias plantas en Estados Unidos han cerrado o se han reconvertido a otros productos. Por tanto, creemos que los márgenes de refinación seguirán adecuados; así es que si mantenemos los costos controlados, mejoramos la canasta de crudos, la disponibilidad de nuestras plantas y la logística interna, nos irá bien. Tenemos espacio para colocar más volumen porque en promedio solo abastecemos 57% del mercado total: 88% del mercado de gasolinas, 53% de diésel y 43% del kerosene de aviación.
¿Qué papel quieren jugar en hidrógeno verde?
-Por ahora vamos a hacer unos pilotos para entender cuántos son los volúmenes de hidrógeno verde que nuestros procesos podrían absorber y nos interesan los combustibles sintéticos para aviación. En las próximas semanas crearemos un área dedicada a impulsar esos proyectos sin carácter comercial.
Estamos poniendo nuestra infraestructura a disposición para habilitar los proyectos en Magallanes: tenemos el mejor puerto, franjas, oleoductos, gaseoductos y mucha experticia en la realización de proyectos en la zona, porque somos la empresa que más declaraciones y estudios de impacto ambiental hace allá; y relaciones de años con los estancieros. Estamos en intensas conversaciones con todas las compañías. La instalación de la fase 1 de HIF está proyectada en nuestros terrenos de Cabo Negro.
¿Ha habido algún avance en proyecto de gas licuado?
-Se nos acercaron varias pequeñas empresas que venden cilindros con marcas propias y que ven como buen complemento ofrecer los nuestros; ya estamos compartiendo borradores de contratos comerciales. También hay interés de distribuidores que trabajan con otros mayoristas y quieren invertir en más camiones para trabajar con nuestros cilindros; dueños de camiones y estaciones de servicio independientes y de almacenes con corrales de venta de cilindros. Ya pusimos una orden de compra por 10.000 cilindros que debieran llegar en abril.