Salas vacías, en silencio, lejos del movimiento previo a la pandemia, de personas entrando y saliendo desde muy temprano en la mañana, hasta tarde en la noche, y de la música incesante. La realidad que viven las principales cadenas de gimnasios en el país no es muy distinta a la de otros negocios que, de un día para otro, se vieron obligados a cerrar sus puertas ante los riesgos de contagio por coronavirus, pero con algunas particularidades que complican más el escenario.
Es que en este sector, a diferencia de otros, no solo preocupa el presente, sino también cuáles serán las condiciones en las que podrán abrir una vez que pase la pandemia.
PULSO conversó con los principales ejecutivos de cadenas de gimnasios, quienes contaron cada uno las particularidades que ha enfrentado: qué han hecho en materia laboral, de arriendos y demás costos fijos, y cómo creen que será el día después en que el virus quede atrás.
“En toda nuestra cadena, antes de que cerráramos el 16 de marzo, teníamos cerca de 80.000 alumnos activos y alrededor de 1.000 trabajadores. Hoy todos nuestros alumnos están congelados y tuvimos que acogernos a la Ley de Protección al Empleo”, cuenta Marcela Díaz Mozó, gerenta general de Sportlife, una de las principales cadenas de gimnasios del país.
Fritz Bartsch, presidente de Pacific Group, también califica estos meses como “muy difíciles”. “¿Cómo proyectamos el futuro? Muy complicado o crítico, por lo menos los próximos 12 meses”, agrega.
En general, los ejecutivos consultados relatan un escenario similar: desde mediados de marzo, cuando se vieron obligados a cerrar, han debido enfrentar gastos fijos como arriendos y sueldos con la caja, pues la captación de nuevos socios -generalmente los usuarios pagan por anticipado períodos de seis meses o un año- está totalmente congelada.
Una opción que han analizado es el arriendo de las máquinas, pero todos coinciden en que lo que se puede recaudar por esta vía es marginal, lo que se complica todavía más si se considera el posible riesgo de daños a las máquinas, la logística y el transporte.
Varias cadenas, eso sí, están ofreciendo clases online, pero se trata principalmente de servicios gratuitos para los socios.
Pero, a pesar de que la situación es crítica, el sector ha aprovechado este tiempo para conversar entre ellos y asociarse, algo que hasta ahora no habían hecho. Incluso, crearon un grupo de WhatsApp donde analizan la situación en la que viven, opciones para obtener financiamiento y también temas que cruzan a toda la industria.
Rol en la salud pública
Uno de ellos es el reconocimiento que los gimnasios cumplen para la salud pública, lo que, coinciden los entrevistados, ha quedado de manifiesto durante la pandemia, donde factores como la obesidad, en algunos casos, ha incrementado los riesgos.
“El costo en la salud pública de las enfermedades físicas y psicológicas que se asocian al sedentarismo aumentarán demasiado en los próximos años, perderemos en un año lo que avanzamos en los últimos diez”, indica Bartsch, de Pacific.
“Es sin duda un tema que como actividad debemos trabajar con el Estado, ya que la actividad física no solo es algo muy positivo en el bienestar de las personas (físico y mental), sino que, además, hace todo el sentido desde la perspectiva de la salud de la población. Toda inversión que ayude a aumentar la actividad física finalmente se traduce en un ahorro mucho mayor en prestaciones médicas”, complementa Alfredo de Goyeneche, CEO de Latamfit Chile, que opera cadenas como O2 fit, Smart Fit Chile y Orangetheory Fitness Chile.
Por ello, una de las primeras tareas de la futura asociación de gimnasios -hoy en plena etapa de creación- es conversar este tema a nivel de gobierno, para buscar, por ejemplo, que las isapres otorguen algún tipo de cobertura.
“Estamos 100% alineados en hacerlo, porque nadie puede poner en duda que las personas sanas dejan de ser un problema de salud púbica hasta bien adentrada la vejez y no antes. Pero hoy en Chile, el nivel de infartos, cánceres, hipertensión y diabetes son patologías no transmisibles que están enfermando y matando a miles de personas de 40 años para arriba. Hoy lo que tiene el sistema en realidad es más bien una cobertura de enfermedades, más que de salud completa donde pudiéramos tener más prevención y bienestar”, añade Alex Wiesner, CEO de Energy y quien ha sido elegido por sus pares como vocero de la incipiente asociación.
Volver a abrir
A diferencia de otros sectores, las cadenas de gimnasio no tienen muchas certezas sobre cuáles serán las condiciones en las que podrán volver a abrir. Esto, porque es altamente probable que se obligue a operar con menos personas, lo que implicará modificar la configuración de las salas y restringir el número de personas por hora -cuando una de sus ventajas es justamente la permanente disponibilidad que ofrecen-, entre otros cambios.
Aun así, hay relativo optimismo entre ellos, principalmente, porque entienden que durante esta pandemia ha aumentado la conciencia sobre la importancia de mantener un buen estado físico y su vez lo positivo que es esto para la salud en general.
Por ello, todos los consultados dicen que, una vez que vuelvan a abrir, lo harán con la misma cantidad de salas que tienen hoy e incluso más.
“Si es que logramos aguantar y sobrevivir a la peor crisis jamás vista en este rubro, a futuro lo veo sólido y creciendo. El aporte que hace nuestro rubro a la salud es demasiado importante y no puede morir. Pero para eso necesitamos apoyo y que el gobierno nos escuche. Sabemos que en este minuto están todos colapsados y se entiende, pero necesitamos con urgencia que nos hagan participes de los protocolos y de las decisiones con respecto a nuestro rubro”, indica Marcela Díaz, de Sportlife.
“Esperamos y creemos que vamos a abrir con la misma cantidad de locales que teníamos antes. La respuesta es esta pregunta tiene mucha relación con lo que dure el período de cierre y pandemia como también muy especialmente la flexibilidad y apoyo que tengamos de los centros comerciales y sector inmobiliario donde nos encontramos”, remata Alfredo de Goyeneche, de Latamfit Chile.