Las presiones inflacionarias no ceden. De hecho, para el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo, los economistas esperan un alza entre 1% y 1,5%.

De concretarse, el IPC acumulado entre enero y mayo llegaría a entre 5,9% y 6,4%, duplicando en sólo cinco meses la meta anual de inflación de 3% del Banco Central. A su vez, en doce meses, si el registro de mayo es de 1%, la variación de los precios pasará de 10,5% a 11,3%, mientras que si fuera de 1,5%, subirá hasta 11,9%. En cualquiera de ambos escenarios, se tratará de la inflación más alta desde mediados de 1994, hace 28 años.

Con ese escenario de fondo, es que el Banco Central sostendrá una nueva Reunión de Política Monetaria este martes.

Y de acuerdo al análisis que hace el Grupo de Política Monetaria (GMP), el instituto emisor debería subir la tasa de interés en 125 puntos para dejarla en 9,5%. Hoy se ubica en 8,25%.

En el análisis que hace el GPM, la economía chilena continúa “en un proceso de ajuste macroeconómico que contempla un debilitamiento de la actividad y la demanda. Además, la inflación se ha mantenido elevada condicionada tanto por factores internos como por factores externos”.

Asimismo, menciona que, a nivel internacional, “el aumento de la inflación ha pasado a ser una de las mayores preocupaciones actuales de la política macroeconómica global en un contexto donde el dinamismo de la actividad mundial seguirá reduciéndose a un ritmo que es incierto, lo cual es condicionado por la rapidez con que se retiren los estímulos fiscales y monetarios en muchos países relevantes, la evolución de la pandemia y la guerra en Ucrania”.

En su análisis afirman que la combinación de un desempeño económico deteriorándose con alta inflación ha puesto a la política monetaria en una posición más compleja en varios países. “Por ejemplo, en mayo la inflación anual en la zona Euro llegó a un record de 8,1%, lo cual hace presagiar que el Banco Central Europeo tendrá que iniciar pronto el alza de su tasa de interés desde los niveles mínimos que ha mantenido desde comienzos del 2016″.

Añaden que en EE.UU. la inflación anual llegó a 8,3% en un contexto donde existen claros indicios de un sobrecalentamiento de su economía. “En efecto, mayo registró un sólido crecimiento del empleo en EE.UU y mayor a lo esperado, con una tasa de desempleo en 3,6%. De hecho, la bolsa norteamericana reaccionó negativamente a esta cifra al final de la semana pasada en anticipación de que la Reserva Federal tendría que subir más agresivamente la tasa de interés que lo esperado por el mercado hace unas semanas atrás. Lo anterior refrendaría la posibilidad de un alza de 50 puntos bases en septiembre adicional a las previstas en junio y julio”.

Y a nivel local, “los registros recientes y los pronósticos de inflación para el 2022 auguran que la moderación de la inflación va a ser más difícil que lo previsto hace unos meses atrás a pesar de un panorama de menor actividad y demanda en lo que resta del 2022″.

Sostienen que el diagnóstico de que el alza de la inflación doméstica es un fenómeno parcialmente atribuible al incremento de los precios externos, y más bien tiene que ver con una propagación interna de los choques de precios externos junto con una brecha del producto positiva que adicionalmente contribuye a generar presiones inflacionarias. Así, “la propagación de la inflación ha sido propiciada e intensificada por la elevada liquidez y demanda desde mediados del año pasado, factores que han configurado un escenario de exceso de demanda por sobre la capacidad productiva de la economía, lo que se ve reflejado en un déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos de un 7% del PIB en el primer trimestre del presente año”.