Guy Sorman: "Los aranceles tendrán un costo dramático para consumidores y productores de Estados Unidos"

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El  economista y filósofo francés asegura que Donald Trump no entiende nada sobre comercio y que los países que toman represalias arancelarias justifican sus acciones.


Hasta hace poco, Estados Unidos era el defensor por excelencia del libre comercio, pero con Donald Trump las cosas han cambiado. Aferrado a sus promesas de campaña, en un año de elecciones legislativas, el mandatario arremetió con medidas proteccionistas no solo contra viejos adversarios, como China, sino que también contra sus socios europeos y del Nafta.

En ese escenario, el intelectual francés Guy Sorman no duda en su juicio y asegura que Trump "no entiende los beneficios del comercio" y "no tiene grandes conocimientos de economía". Duda que el mandatario republicano vaya a cambiar de opinión, y por eso llama a que los países trabajen colectivamente para convencer a los estadounidenses de que ellos serán los más perjudicados con estas políticas.

En entrevista con Pulso, el economista y filósofo también se mostró crítico con la respuesta ofrecida por los europeos, canadienses y mexicanos. Desde su punto de vista, las represalias arancelarias simplemente justifican las acciones de Trump.

Con las medidas que ya se han tomado, ¿anticipa un daño a la economía de EE.UU.?

-Hasta el momento, la economía no se ha visto afectada. Pero con la implementación de las barreras, la situación se pondrá muy difícil para muchas compañías estadounidenses. Trump dice que aplica restricciones a las importaciones para proteger la producción y el mercado laboral del país, pero lo cierto es que los aranceles tendrán un costo dramático para consumidores y productores de EE.UU. Los precios de los automóviles van a empezar a subir de manera importante y nadie los podrá comprar por caros, lo cual afectará a la industria. Pasaría lo mismo si se tratase de restricciones al cobre chileno, sería devastador para varias industrias que lo necesitan y, por ende, para los consumidores.

Dados los últimos eventos, ¿podríamos decir que estamos en un contexto de guerra comercial?

-Guerra comercial es un nombre muy grande y creo que deberíamos evitar ese tipo conceptos. Pero ciertamente, en estos momentos tenemos que lidiar con el presidente estadounidense, quien no entiende los beneficios del comercio. Él no tiene grandes conocimientos de economía y cree que en el comercio hay ganadores y perdedores, mientras todo el resto del mundo está de acuerdo en que cuando se trata de libre comercio solamente hay ganadores. Trump simplemente no quiere escuchar esto, él está interesado exclusivamente en la política, particularmente por las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos. Por eso, no tiene sentido intentar convencerlo de que está equivocado.

¿Por qué le parece apresurado hablar de guerra comercial considerando las barreras de EE.UU. y las levantadas por otros países en respuesta?

-El concepto me parece inútil. Guerra es guerra y el comercio no se trata de guerra. El comercio es sobre un trato recíproco y beneficios económicos.

Me parece totalmente inadecuada una sobrerreacción, porque Donald Trump es muy sensible a las críticas. Hay que tener presente que nos enfrentamos a un presidente que es totalmente diferente a los demás, por lo tanto, hablar en esos términos, de guerra comercial, no servirá de nada.

Estados Unidos tendrá que detener todo esto en función del daño que genera a la economía doméstica y eso es lo que hay que tratar de hacer entender. Los países deberían trabajar colectivamente para convencer a los consumidores estadounidenses de que ellos serán los que salgan perdiendo con las restricciones al comercio.

¿Qué le parecen las represalias tomadas por la Unión Europea, México y Canadá?

-No considero que las represalias arancelarias sean una respuesta adecuada. Primero, porque son muy difíciles de coordinar y, en segundo lugar, porque si tomas este tipo de represalias significa que compartes de alguna manera la perspectiva de Trump sobre el comercio, por lo tanto, terminas entrando en su juego. Ahí es cuando el asunto pareciese tomar la forma de una especie de guerra, porque Estados Unidos comienza un conflicto y los demás responden de la misma manera.

Las represalias arancelarias no son buenas, simplemente justifican las acciones de Trump. El mejor camino es dejar que se ahogue en sus restricciones y responder de una manera más inteligente, no hay que tratar de convencerlo, porque no funciona.

De hecho, el Presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Washington para tratar de explicarle que las barreras no eran positivas, pero no funcionó. No fue el único, también lo intentó el primer ministro japonés, Shinzo Abe, sin éxito.

En ese caso, me parece que los chinos han generado una mejor estrategia. Ellos han entendido el conflicto y han puesto el foco en convencer a los consumidores estadounidenses. Son los que lo han hecho mejor.

El proteccionismo ha precedido a muchos conflictos bélicos. ¿Existe tal riesgo en la actualidad?

-En efecto, se observó una ola proteccionista en los años 30, pero no creo que estemos en un contexto similar.

En el pasado, el comercio era mucho más pequeño, ahora todos están envueltos en el comercio. Hay una interdependencia y si bien persisten las teorías de que puedes sobrevivir por ti solo, como lo pensó Argentina por un largo tiempo, la verdad es que no funciona y la mayoría de los países lo entiende así.

-En la actualidad hay un acuerdo más firme en torno a los beneficios del comercio. En los años 30 no había tanta certeza al respecto, el proteccionismo, por ejemplo, era muy fuerte en el Reino Unido. Hoy todos, excepto Trump, son partidarios del comercio.

No estamos en una situación que podamos comparar con el pasado, es totalmente diferente. Está realmente enfocado en un hombre y en las elecciones estadounidenses de noviembre, donde Trump podría perder todo su poder si los demócratas ganan la mayoría en el Congreso.

Sin embargo, la visión de Donald Trump es compartida por varios de los partidos euroescépticos.

¿No ve ahí un riesgo?

-No realmente, porque si miras Europa verás que los partidos nacionalistas están llegando al poder, como en Hungría, Polonia y quizá en mañana en Italia, pero estos gobiernos no están contra el comercio internacional. Ellos están en contra el poder de la Comisión Europea y cosas por el estilo, no hablan mucho de economía. De hecho, ni siquiera están hablando mucho del euro, porque están más concentrados en los temas de inmigración.

Si miras alrededor no vas a encontrar ni un solo país que sea completamente proteccionista. Los británicos son un buen ejemplo, ellos tienen un gobierno nacionalista, que trata de salirse de la Unión Europea, pero la razón es porque sacan más provecho del comercio fuera de Europa que en Europa.

En esta ocasión, el nacionalismo y el proteccionismo no vienen de la mano. Más bien se está apostando por una nueva combinación, la del nacionalismo y el libre comercio, como los gobiernos de China y Japón, que están totalmente en contra del proteccionismo de Trump.

Trump implementa aranceles a través de decretos. ¿Una derrota en el Congreso en noviembre podrá detenerlo?

-En efecto, ha tomado estas medidas él solo, porque está usando una ley que le da ese poder al Presidente de EE.UU., apelando a razones de seguridad nacional. Pero si te fijas, hasta el momento el Congreso no ha dicho nada y eso es porque está dominado por los republicanos. No obstante, si estuviera controlado por los demócratas, ellos podrían detenerlo. ¿Cómo? Por ejemplo, rehusándose a votar el presupuesto federal. Si los demócratas se quedan con la mayoría en ambas cámaras podrían reducir a cero el poder de Donald Trump y es por eso que él está tan preocupado de estas elecciones, sabe que seguirá siendo presidente, pero está consciente de que podría perder todo el poder.

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