Conocedor en detalle de la historia reciente de Chile, al economista y filósofo francés, Guy Sorman, no le cuesta posicionarse respecto al dilema que enfrenta Chile en el plebiscito del 25 de octubre. “Apruebo” sería su opción de ser chileno, asegura en entrevista de Pulso, y aunque no le gusta ninguna de las alternativas que se presentará en la segunda papeleta, porque a su juicio la nueva Carta Magna debiese ser escrita por expertos, se inclina por “Convención Mixta”, ya que a su juicio tener dos parlamentos sería “una locura”.
En materia económica, no se muestra particularmente temeroso de un cambio radical al estilo venezolano. Desde su punto de vista, el manejo de la economía es un asunto pragmático, que corresponde definir más a gobiernos y parlamentos de turno. De todas maneras, releva la importancia de dejar consignado el derecho a la propiedad privada.
Usted sigue de cerca las noticias de nuestro país. En base a lo que sabe, ¿qué votaría en nuestro lugar el 25 de octubre?
-Si fuera chileno diría “Apruebo”, diría sí a una nueva Constitución. Respecto a la segunda pregunta respondería “convención mixta”.
¿Por qué ‘Apruebo’?
-Es bueno para Chile en términos de poner un fin al período de (Augusto) Pinochet. La Constitución está muy conectada al régimen de Pinochet, por lo que es bueno para Chile partir de nuevo, con una hoja nueva. Desde una perspectiva histórica, me parece una buena decisión cambiar la Constitución y según lo que he visto en las encuestas hay un acuerdo bastante amplio al respecto.Sí me parece que hay un malentendido respecto a lo que significa una Constitución.
La izquierda está tratando de usar el plebiscito para introducir cambios políticos que no tienen nada que ver con la Carta Magna. La Constitución son solo reglas que se establecen bajo el supuesto de que no deberían cambiarse. Es ahí donde está la confusión, porque la izquierda está tratando de usar el plebiscito no solo para cambiar la Constitución, sino que también el modelo económico y social de Chile. Es importante explicarle a la gente qué es una Constitución.
¿Es parte de una democracia moderna revisar de vez en cuando la Constitución?
-Todo depende de qué clase de Constitución se tiene en un momento dado. Por ejemplo, en Estados Unidos tienen la misma por los últimos 200 años, pero como señalaba, la de Chile está ligada a Pinochet porque fue adoptada durante su régimen. Dicho esto, me parece bastante aceptable que decidan cambiar la Constitución hoy y comiencen de nuevo, porque es un país nuevo, es una democracia nueva.
¿Por qué le parece mejor la opción de “comisión mixta”?
-Si eliges una asamblea significa que en Chile tendrás simultáneamente dos parlamentos, lo que es una locura, porque habrá una crisis de legitimidad. La Constitución tiene que estar por encima de política e ideología, por lo que se debiera pedir al Parlamento actual que seleccione a un grupo de expertos para escribir la Constitución. Debería ser un proceso neutral, de no ser así, no se estaría haciendo una Constitución, sino una suerte de revolución legal. Si miras lo que ha pasado en otros países, exceptuando períodos revolucionarios como el francés en 1791, las constituciones usualmente son escritas por expertos y luego el texto es propuesto a la gente, para que la acepte o rechace en un plebiscito.
El problema con la segunda pregunta de la consulta en Chile es que el resultado no va a contentar a nadie. Si se elige una nueva asamblea significa que todo el Parlamento se volverá irrelevante, en caso contrario se dirá que el Parlamento no cuenta con legitimidad.
¿Definir el rol del Estado, del mercado y los derechos de cada ciudadano son parte de las reglas del juego que se deben definir?
-Todas las constituciones tienen dos partes. La Constitución es un conjunto de reglas y en muchos países, como Estados Unidos y Francia, además, tienes una declaración de derechos, la que en general es abstracta y no ahonda en detalles. Se elabora en torno a consensos como los derechos humanos, igualdad entre géneros, la garantía por parte del Estado de salud y educación... Son principios generales, porque si entras en detalles, lo que harás es poner ideas populares que pueden tener sentido en el presente, pero que no tendrán el mismo significado en el futuro.
¿Cree que podría haber un cambio del modelo económico a partir de una nueva Constitución?
-La economía es algo realmente pragmático y tratar de reducirla para que entre a la Constitución es poco productivo, porque lo que luce bien para hoy no necesariamente será lo mejor mañana. Lo que sí puedes integrar en la Constitución es el derecho a la propiedad privada; decir, por ejemplo, que el Estado garantiza la propiedad privada. Ese sí es un lineamiento claro en términos constitucionales. Asuntos que van más allá, como el sistema tributario o definiciones sobre salarios, se vinculan más con deliberaciones a nivel presidencial y parlamentario.
Hay quienes ven con temor este proceso apuntando a cambios constitucionales como el venezolano. ¿Qué opina al respecto?
-Se van a definir las reglas del juego político y habrá quienes quieran introducir sus preferencias ideológicas aunque estas no debieran tener lugar en la Constitución. Ahí es donde surge el problema.
Una Constitución no debiera ser de izquierda o de derecha. Las estadounidense, española, francesa y alemana tienen esa neutralidad, donde se ponen reglas del juego que son aceptadas por todos. Es por eso que no se debiera poner mucho detalle en el texto constitucional. Chile es el país más democrático en América Latina y me parece que su gente no entiende eso. Espero que no se destruya en este proceso lo que ha hecho exitoso al modelo chileno y se apunte al verdadero problema; la desigualdad que hay particularmente en educación, que es donde nace la desigualdad de ingresos. Por lo tanto, si la Constitución dice “igual acceso a la educación”, eso está perfecto desde mi punto de vista.
¿Está en riesgo el libre mercado?
-Muchos chilenos no comprenden la fuente del éxito de la economía chilena, que es básicamente la empresa privada. Entonces, la clave es que uno de los principios de la Constitución sea la propiedad privada. Con eso no se podrá transformar a Chile en una nueva Venezuela.