Arnold Harberger, el gran economista de Chicago, propuso hace varias décadas que el impuesto corporativo de las empresas se igualara a la tasa máxima de ingresos personales.

Si la propuesta de Harberger hubiese sido exitosa, y hoy imperara ese sistema en todo el mundo, entonces la propuesta tributaria del gobierno de Michelle Bachelet del 2014 hubiese sido una propuesta viable y una muy buena.

Pero el capitalismo global siguió un derrotero diferente. Hoy, el resto del mundo tiene tasas de impuesto corporativo (impuesto a la inversión) cercanas al 20% (ejemplo: Inglaterra con 19%, China con 20% y EEUU con 21%). Chile no puede pretender ignorar esta situación y mantener una tasa de impuesto de 27% a las empresas, a riesgo de naufragar en la ola de la nueva economía digital. Esta discusión debe volver.

Una alternativa es dejar estipulado que cuando la carga tributaria alcance el 21% del PIB, incrementos adicionales reducirán automáticamente la tasa de impuesto a las empresas hasta que ésta llegue al 20%.

Llevemos la tasa corporativa a las exigencias de competencia global y concentremos en gravar a las personas como corresponde. En esto todavía tenemos elusión agresiva en los segmentos de altos ingresos.

Recordemos que una buena reforma solo puede surgir si hay acuerdo en el Congreso, por lo que sugiero algunas ideas. En primer lugar, noto que existe cierta apertura de la oposición a considerar la integración del sistema si se considera compensaciones con incidencia en segmentos de altos ingresos por menor ingreso tributario de integración.

Buen avance, pues es evidente que el sistema semi integrado es injusto al gravar a todos los segmentos con un 9,45% extra. En segundo lugar, la muy buena exposición del director de Impuestos Internos en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados aclara muchas dudas respecto a la recaudación potencial de la boleta electrónica, al entregar un poderoso instrumento de fiscalización on-line.

Este nuevo sistema se potencia aún más con la aparición del pago electrónico, que creo puede crecer fuertemente en Chile en los próximos 4 años. Cuando el consumidor decide pagar electrónicamente no se puede evadir.

En tercer lugar, el gobierno debiera considerar un sistema más parecido al actual 14 ter para las pymes que venden hasta UF50.000. En cuarto lugar, quizá sea conveniente reemplazar el impuesto específico digital del 10% y reemplazarlo por el IVA que es 19%, lo que debiera generar mayor recaudación y es consistente con un sistema tributario más simple.

El tema de fondo para un acuerdo es como ponemos sobre la mesa ingresos nuevos que recaigan sobre los segmentos de más altos ingresos. Una forma es eliminar los bolsones de elusión agresiva que aún permanecen en nuestro sistema y fiscalizar muy severamente a los contribuyentes de los tramos altos de ingresos.

Ahí se encuentra la clave de un acuerdo tributario definitivo y duradero. Chile necesita un acuerdo tributario amplio, no podemos perder la oportunidad de lograrlo ahora.