La multinacional cervecera holandesa Heineken obtuvo el año pasado un beneficio neto de 2.304 millones de euros, un 14% menos que en 2022 a pesar de haber obtenido unos ingresos un 4,9% superiores que alcanzaron los 36.375 millones de euros, mientras que el volumen de cerveza disminuyó un 4,5% hasta los 242,6 millones de hectolitros.
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Tras un sólido 2022, el año pasado supuso un desafío para la compañía por las subidas de precios que hubo que aplicar para compensar la elevada inflación de los costes de los insumos y de las energía de unas condiciones macroeconómicas volátiles, según reconoce Dolf van den Brink, presidente y consejero delegado de Heineken. “Superamos significativamente nuestro compromiso de productividad y logramos un ahorro bruto de 800 millones de euros en 2023″, añade el ejecutivo.
La multinacional espera que en 2023 el entorno macroeconómico y los acontecimientos geopolíticos seguirán siendo un factor de incertidumbre que podrá afectar a su negocio. Así, prevé un aumento de los costes variables de un dígito bajo por hectolitro ante los precios más bajos de las materias primas y la energía, contrarrestados por la inflación de los costes de los insumos locales y las devaluaciones de las monedas, mientras que también prevé una inflación salarial promedio superior a la medida histórica.
Ante esta situación, la cervecera espera que su programa de productividad genere al menos $500 millones de euros de ahorro bruto este año, por delante del compromiso a mediano plazo de 400 millones en el corto plazo. En general, la compañía espera aumentar el beneficio operativo antes de atípicos y amortizaciones de forma orgánica en el rango de un solo dígito bajo a alto, advirtiendo de que la amplitud del rango corresponde a la volatilidad en las condiciones geopolíticas económicas.