En 2016 anunció que dejaba Chile para mudarse a Suiza. Su argumentación en ese entonces apuntaba a la falta de certeza jurídica en el país y a los proyectos de ley que se tramitaban bajo el segundo gobierno de Michelle Bachelet. “Cuando veo que las leyes se hacen difíciles de cumplir, porque las cambian o las reinterpretan, porque un día son una cosa y otro día son otra y no hay seguridad jurídica, me siento incómodo y me dan ganas de partir”, explicó Hernán Büchi a Revista Capital en ese momento.

Desde esa oportunidad no ha vuelto a dar entrevistas. Su relación con Chile se mantiene a través del Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), donde sigue integrando el Consejo Asesor, y además es director de algunas empresas.

Pero ahora el economista accedió a hablar precisamente con la revista de LyD para su número de noviembre, donde analizó la contingencia política y económica. De partida, critica el actual debate legislativo y lo que él llama “la pérdida del sentido común”, que tiene al país sumido en políticas públicas mal pensadas. “Después de haber tenido un consenso respecto a cuáles son las cosas básicas para poder salir adelante, dar mejores condiciones de vida y resolver los problemas en forma racional y lógica -no en forma mágica-, Chile entró en un declive en el que eso se fue perdiendo”, señala.

En ese sentido, enfatiza que “la sociedad olvidó que éramos hasta hace poco un país muy pobre, que había llegado muy abajo y que gracias a esa manera de actuar conjunta y respetuosa del futuro, de los acuerdos, del cumplimiento de las normas salimos adelante. Ese camino, para muchos, dejó de tener tanta validez y de a poco, después de creernos los jaguares de Latinoamérica en los ‘90 –con cierta razón porque nunca se había avanzado tanto y a pasos agigantados-, nos estancamos”.

En este punto, argumenta que el ánimo social ahora “sigue siendo el pedir y que los políticos, por medio de una vara mágica, resuelvan todos los problemas. Se ha olvidado que lo que se logró en el pasado no es porque un grupo de políticos se sentó y dijo: hagamos esto y mejoremos, sino que fue producto de que la sociedad entera tuvo capacidad de crear y de cooperar de forma constructiva”. Y añade que “el sistema político debe dejar que eso suceda en todos los ámbitos de la sociedad, en todos los acuerdos voluntarios de las personas en el día a día. Me parece que ese concepto no ha estado suficientemente presente: hay que ser ordenados, pensar en el futuro, trabajar y ser responsables. Eso aún no se destaca en el debate y sin él, no hay país que tenga solución”.

Consultado sobre si hay una ruptura entre la política y la técnica, Büchi comenta que “lo que ya no se toma en cuenta es el sentido común. Hay un porcentaje de personas a las que no les interesa tener en cuenta lo que dicen los técnicos ni el sentido común, sabiendo las consecuencias”.

Para el economista, en la actualidad, “se tiene una visión de Chile más confrontacional y creen que no son las personas y los acuerdos voluntarios los que hacen progresar a un país, sino que un grupo de dirigentes sentados imponiendo un camino único. Y es una pena, porque se parece mucho a revivir discusiones absolutamente obsoletas de hace 70 años. Otro grupo de políticos toman esta idea de que el sistema político debe resolver por arte de magia todos los problemas y ven en ello la manera de potenciar su imagen ante la opinión pública”.

Elecciones presidenciales

En cuanto a la calidad de las políticas públicas, dice que si bien hay políticos que sí entienden que este comportamiento es errado, “no logran que su visión sea la mayoritaria. ¿Cómo vamos a tener mejores pensiones si sacamos la plata ahorrada para ello? Es casi absurdo”.

Agrega que “se entiende que hay gente que necesita recursos, pero no se puede recurrir a los ahorros previsionales para resolver los problemas si reconocemos que las pensiones son insuficientes”. En este aspecto apunta sus dardos a los candidatos de izquierda: “Claramente hay otro propósito -y se puede ver en el programa de al menos uno de los candidatos- y es volver al mecanismo en que un grupo de políticos toman decisiones por toda la ciudadanía. Es cosa de mirar a Argentina, que estatizó los fondos con la promesa de darles a todos una pensión, pero -sin querer juzgar a ningún país- la discusión que hay allá es por qué algunos tienen pensiones que son realmente un privilegio y otras que son realmente miserables. Los chilenos debiésemos mirar si ese camino nos gusta o no”.

Con respecto a la elección presidencial que se avecina, sostuvo que existen ventajas y desventajas. La desventaja, de acuerdo a Büchi, es que “tenemos una situación en que se ha deteriorado el espíritu básico de que las cosas tienen un tiempo para resolverse y que se requiere actuar constructivamente para tener más, no es un simple acto de magia o de subir impuestos o de expropiar a los ricos”. Además, indica que “producto de las ayudas que el gobierno ha entregado para apoyar a las familias afectadas por la pandemia mundial, nuestra economía ya no tiene las fortalezas macroeconómicas que tenía 24 meses atrás”.

En cuanto a las ventajas manifiesta que “aún seguimos teniendo organizaciones empresariales y de trabajadores fuertes y sectores productivos competitivos a nivel mundial. El gobierno que viene deberá enfrentar los problemas que acabo de mencionar y aprovechar esas ventajas. ¿Qué puede pasar? Que en vez de aprovechar las ventajas que quedan, terminen tratando de “estrujar” esas instituciones que crean riqueza a costa de hacer mucho más difícil la recuperación”.

El exministro puntualiza que si esto pasa, “se corre el riesgo de que se haga mucho más difícil de revertir este camino de decadencia. La decadencia es un problema en sí, pero cuando ésta se acentúa es mucho más grave. De no salir de ésta, vamos a terminar siendo un caso más entre los países de Latinoamérica que tenían esperanzas, herramientas para salir adelante, pero que finalmente se quedaron atrás”.

Por último, enfatiza que esta es una elección importante, pero también dice que fueron elecciones importantes aquellas que “nos empujaron por este camino de declive”. Por ejemplo, menciona que “cuando fue elegida por segunda vez Bachelet, con una visión mucho más ideologizada y radicalizada, fue una elección muy importante, porque precipitó y reforzó lo que vivimos hoy”.