La calidad de las estadísticas nacionales han estado en cuestionamiento durante este año a raíz de las observaciones realizadas por el Banco Central a las cifras de empleo.
Un buen primer paso es el que dio el director del INE, Guillermo Pattillo en entrevista con este medio: "Efectivamente, existe una subestimación de la ocupación y del empleo, entendiendo este como las ocupaciones dependientes.
Teníamos ese diagnóstico y, por lo mismo, desde mitad de 2018 que estamos en una mesa de trabajo con especialistas para analizar los cambios metodológicos que se implementarán en la nueva encuesta". Pero eso debe ser el inicio de un proceso mayor que necesariamente debe pasar por una mayor autonomía.
Lamentablemente, Pattillo no considera necesario dotar al INE de mayor autonomía. Su argumento es que en la práctica ya funciona con autonomía. "Para todos los fines que de verdad importan, el INE es y ha sido autónomo. No conozco ningún caso en los últimos 50 años en que se pueda afirmar que alguna autoridad, en alguna parte de algún gobierno, haya incidido en la producción que se realiza en el INE".
A su juicio, los problemas de inconsistencia dinámica que se buscó resolver con la independencia de los bancos centrales no son los mismos que podría enfrentar el INE. La solución, por ello, tampoco es la misma.
No obstante, su argumento olvida un aspecto. Primero, la confianza y credibilidad cuesta ganarla, pero perderla es muy fácil. Y lo que ha ocurrido este año puede erosionar algunas de estas características.
Adicionalmente, darle una institucionalidad más fuerte un organismo relevante como es el INE sólo puede tener beneficios pensando a futuro. Los costos de pérdida de credibilidad son muy altos como para correr el riesgo.