Inflación: Cómo la persistente alza de precios sube la incertidumbre económica y proyecta un 2023 más complejo
Tras una semana de fuerte alza en la tasa de interés y la inflación, los analistas esperan un escenario más difícil para el segundo semestre y el próximo año. Estiman que la mayor contracción monetaria del BC continuará y creen que los efectos de segunda vuelta del alza de precios ya se hace sentir con fuerza.
Mientras una generación completa de chilenos vive por primera vez los efectos más patentes y reales de una inflación anual de dos dígitos, los economistas y expertos ya coinciden en que la persistente alza de precios de los últimos meses ha gatillado una mayor incertidumbre económica y proyectan un escenario económico más complejo para 2023.
Si a principios de año muchos calificaban la inflación como una “amenaza”, hoy la tildan como una dura realidad. Lo cierto es que el dato inflacionario de abril y la brusca alza de tasas de interés a 8,25% por parte del Banco Central, ambos esta semana, trastocaron las proyecciones de los analistas.
En abril el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió 1,4% ubicándose por sobre las expectativas del mercado. De esta forma, en 12 meses escaló hasta 10,5%, su mayor nivel desde 1994, lo que supera por lejos la barrera de tolerancia del Banco Central de 4%.
“No calificaría la inflación como una amenaza, sino como un problema real y concreto que está golpeando con mucha fuerza a las familias, pero también a las empresas. En este escenario, las alzas de tasas de interés que hemos visto hasta ahora para frenar la inflación tampoco son una amenaza, sino que ya estamos viendo un encarecimiento del crédito para hogares y empresas”, afirma el economista y coordinador Macroeconómico de Clapes UC, Hermann González.
Estima, no obstante, que la vedadera amenaza para la economía chilena es la posibilidad de que la tasa de interés suba mucho más en los próximos meses para contener la inflación y que esto redunde en un fuerte ajuste para el país, incluyendo la posibilidad de una recesión severa. “El escenario se ha vuelto más complejo en los últimos meses. El aumento de la inflación del año pasado se explicó principalmente por factores internos asociados al exceso de liquidez y al alza del tipo de cambio. Este año se sumó a lo anterior el impacto de la guerra en Ucrania sobre los precios de la energía y los alimentos, mientras continúan los problemas en las cadenas globales de suministros y se produce un nuevo ciclo de depreciación del peso”, añade el experto de Clapes UC.
Para el economista jefe del Banco Santander, Claudio Soto, la inflación es una de las tensiones principales que hoy vive la economúa chilena, aunque la incertidumbre política y los riesgos para la inversión y el crecimiento en el mediano y largo plazo están en el menú de amenazas.
“El escenario se ha complejizado, sobre todo por la situación externa. El conflicto bélico en Ucrania se ha extendido más allá de lo que se pensaba originalmente y, por ahora, no se vislumbra una solución de corto plazo. A ello se agrega el impacto que ya están teniendo en las cadenas logísticas los severos confinamientos en China y el estrechamiento de las condiciones financieras globales por el reciente cambio de tono de la Reserva Federal”, sostiene Claudio Soto.
La economista y académica de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, Francisca Pérez Veyl, confirma que el dato de abril de inflación remeció las proyecciones de los analistas. Explica que desde el último Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central tanto la inflación como la actividad han sorprendido al alza, mientras la demanda interna ha sido más resiliente. Los riesgos inflacionarios externos, añade, han ido aumentando producto de la política de tolerancia cero Covid-19 de China -que genera mayores disrupciones en las cadenas de distribución- y la normalización de la política monetaria en Estados Unidos, lo que ha apreciado el dólar a nivel global.
“También (el dato inflacionario) vino a confirmar la necesidad de que el BC continue con nuevos aumentos en su TPM y concrete una trayectoria de alza de tasas mayor a la contemplada en marzo”, afirma la exasesora macroeconómica de Hacienda.
Desde la sede de Nueva York del banco de inversión JP Morgan, Diego Pereira cree incluso que la tasa de política monetaria podria llegar a 9,5% durante julio, de manera de detener la persistente alza de precios y enmendar los débiles mensajes anteriores de la autoridad monetaria. “El Banco Central está en su propio laberinto (...) la inercia inflacionaria, las mayores presiones vía medidas fiscales y de salario mínimo, y errores de política anteriores, nos lleva a revisar la tasa de política monetaria hacia un nivel de 9.5%”, afirma el economista jefe para el Cono Sur de JP Morgan en un reporte a inversionistas.
Efectos de segunda vuelta
Si bien hace algunos meses el debate en torno a los “efectos de segunda vuelta” en la economía chilena por el tránsito inflacionario ya asomaba con algo de timidez, hoy los analistas creen que este fenómeno de indexación a la inflación previa se ha tornado en un dolor de cabeza para la autoridad.
“Hay una serie de precios y contratos en la economía que están expresados en UF en los cuáles estos efectos de segunda vuelta son directos: sube la inflación y al mes siguiente suben estos precios proporcionalmente. Eso ya está ocurriendo en los dividendos de los créditos hipotecarios, en los seguros, arriendos y otros servicios indexados y es uno de los factores que agrega persistencia al fenómeno inflacionario. Por otra parte, está el efecto que tendrá el aumento de la inflación y el desanclaje de las expectativas inflacionarias en los contratos que se negocien en este contexto. Estos pueden incorporar reajustes mayores a 3% en plazos largos, lo que también agregaría persistencia a la inflación y haría más complejo lidiar con el aumento de los precios”, explica Hermann González de Clapes UC.
Coincide Claudio Soto de Santander, quien afirma que en los últimos reportes del IPC ya se ven reflejados los efectos de segunda vuelta. “En el registro de abril, las alzas de precios fueron generalizadas, incluso en bienes y servicios que no han sido afectados directamente por los shocks externos ni por el tipo de cambio”, sostiene.
Francisca Pérez, de la Universidad de Chile, va más allá y sostiene que las alzas en otros componentes de la canasta del IPC como restaurantes y hoteles, servicios de salud y vivienda y servicios básicos, son evidencias de los efectos de segunda vuelta.
Complejo 2023
Aunque el panorama económico previo a la escalada de precios anticipaba un 2023 lleno de complejidades, la subida de precios reciente y la contracción monetaria que está aplicando el Banco Central comprometen aún más el escenario del próximo año.
“La demanda interna caería -3% en 2023, lo que lideraría la reducción del PIB en -0,6% el próximo año (después de crecer +1,5% en 2022), en reacción a la recesión global”, afirma el último informe sobre Chile del director de Estudios de Larraín Vial, Leonardo Suarez, quien destaca que el necesario ajuste fiscal que lleva a cabo Hacienda ya comenzó en el primer trimestre.
“La reducción del déficit fiscal y la estabilización de la deuda pública en 2022 permitirían al Ministerio de Hacienda ejecutar políticas contracíclicas en 2023, con el objeto de enfrentar la caída del PIB en 2023, la que se originaría a causa de la probable recesión global que se iniciaría desde fines de año”, proyecta Suarez.
Para Hermann González, de Clapes UC, una de las características del escenario económico actual es la elevada incertidumbre en diversos frentes. Sin embargo, proyecta que la economía chilena enfrentará al menos dos años de muy bajo dinamismo económico, con caídas del consumo y de la inversión y, en consecuencia, con un escaso impulso a la creación de empleos.
“Las noticias en el margen hacen prever un segundo semestre del año y un 2023 más complejo. Al deterioro del escenario internacional en el margen se suma el aumento de la inflación y la necesidad de alzas adicionales de tasas de interés, que generarán un ajuste mayor al previsto de la demanda interna. Si este ajuste lleva a que la inflación ceda, también deberíamos ver al Banco Central reaccionando con rapidez y bajando tasas el próximo año”, sostiene Gonzalez.
Pese a la sorpresa en materia de actividad de marzo, Francisca Pérez cree que los riesgos de una desaceleración más profunda de la economía persisten. “Los años 2022 y 2023 serán años de reacomodo de la economía, donde ésta va a crecer por debajo de su potencial para poder cerrar los desequilibrios ocasionados por el excesivo impulso al gasto en 2021. Este proceso no será rápido. Recién hacia el 2024, cerrados estos desequilibrios macroeconómicos, la actividad retomará tasas de expansión más acorde con su potencial y la inflación se ubicará en torno a niveles ‘normales’ como la conocíamos hasta hace unos años”, estima la exasesora de Hacienda.
Claudio Soto de Santander coincide y estima que la inflación cerrará el año en torno al 9%. “En 2023 los precios seguirán moderándose, en un contexto donde la economía estará débil, con un crecimiento magro. De esta manera, recién en 2024 se generarán las condiciones para retomar una senda de crecimiento más sostenible, con una inflación acotada”, concluye Soto.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.