El diálogo entre actores de la sociedad se transforma en la posibilidad de lograr acuerdos transversales, y ello, a su vez, se traduce en mejores políticas públicas. La sociedad debe, necesita y requiere intercambiar ideas acerca de todos los temas, particularmente sobre aquellos que tienen como objetivo el bienestar de los habitantes. La innovación, en efecto, es uno de ellos.
Este es un requerimiento crucial para poder aspirar, en el contexto de nuestro país, a estar entre los que lideran el mundo de la innovación, ya que ésta es necesaria para el éxito continuo de cualquier institución y un requisito del crecimiento. Ya no se trata de una "opción", sino que es una obligación para el sector público y privado y, sobre todo, una responsabilidad hacia la sociedad.
En este marco, entonces, es importante definir la innovación como un concepto global que involucra variables más allá de la incorporación tecnológica, Industria 4.0, Transformación Digital, competitividad,etc.
Por consiguiente, cabe preguntarse: ¿qué es lo que hace a un país innovador? ¿Y para dónde va Chile, en este contexto?
Como panelista en el lanzamiento del Índice de Innovación Global para el 2018 (GII), pude participar del enriquecedor dialogo de la academia con la empresa y la sociedad. El GII mide 125 países, contiene siete indicadores: Instituciones, capital humano e investigación, infraestructura, sofisticación del mercado, sofisticación de los negocios, conocimiento y tecnología y finalmente desarrollo creativo. Si se compara el lugar de Chile en relación con los otros países, es posible construir una agenda en la senda de la innovación.
Los números resultan alentadores. Chile es el primero de América Latina y el Caribe, situándose por encima de la media en el puesto 47, siendo sus principales fortalezas las instituciones, la calidad regulatoria, el crecimiento de la educación terciaria, el acceso al crédito doméstico y la propiedad intelectual, entre otras variables. No obstante, todavía nuestro país tiene mucho para avanzar.
Se requiere de políticas públicas sostenidas en el tiempo (tales como Corfo, ProChile, Start Up Chile, Innova, Gob Lab, entre tantas otras); en segundo lugar, del diálogo entre el gobierno, la empresa, la sociedad y la academia y, en tercer lugar, de una agenda de gobierno que incluya con convicción y decisión la necesidad de avanzar en la innovación. Las distintas desiciones de gobierno marcan y construyen la agenda de la innovación, conjuntamente con todos los sectores de la sociedad.
Esto mejora la calidad de vida de los habitantes y es una responsabilidad conjunta de la sociedad y de quienes nos gobiernan.
De la misma manera, el ámbito de las relaciones internacionales resulta decisivo para el desarrollo, en la medida en que habilita un necesario intercambio con aquellos países que están mejor en algunos indicadores, y esto solo puede traernos progreso, en el camino del trabajo conjunto con el mundo.
No debemos temer sino avanzar: aprender de quienes van delante de nosotros; dialogar, fortalecer y sostener en el tiempo, políticas públicas que han sido claves para que Chile hoy sea el primero de la región, con su debida modernización. Creo que hoy estamos yendo en una buena senda. No nos quedemos allí: vayamos por mucho más.