Aunque suene majadero repetirlo, la innovación es esencial para el éxito de las empresas en un entorno económico que cambia rápidamente, donde surgen compañías con nuevos modelos de negocio que amenazan a quienes antes eran líderes en sus industrias.

Los casos de Uber, Airbnb, Netflix, empresas fintech, criptomonedas, son solo ejemplos contemporáneos de lo que Schumpeter llamaba creación destructiva: la dinámica mediante la cual empresas agregan valor ofreciendo un nuevo producto o servicio, y en consecuencia sustituyen empresas e industrias que no fueron capaces de adaptarse a este cambio.

Pero la innovación no solo es clave para la sobrevivencia de las empresas, lo es sobre todo para el desarrollo de los países. Aquellas naciones que logran instalar una cultura innovadora en el mundo empresarial, el sector público, la academia y la sociedad civil, son las que logran tener empresas dinámicas capaces de competir internacionalmente, creando riqueza y empleos de calidad en sus países de origen.

Si miramos el caso de Chile, vemos algunas señales de preocupación. Nuestro gasto en investigación y desarrollo -clave para la innovación- es bajo, y es impulsado en mayor medida por el sector público, contrario a lo que sucede en los países más desarrollados.

La proporción de empresas que declaran innovar es de solo 15%, concentrándose principalmente en empresas de mayor tamaño. La brecha digital, reflejada en la penetración de banda ancha (16% versus 31% en el promedio de la Ocde), dificulta la capacidad para adaptarse a las nuevas tecnologías.

Pero no todo es negativo. Chile sigue siendo la economía más competitiva de la región, y ha logrado exportar empresas que compiten exitosamente a nivel mundial. Crecientemente, las empresas chilenas se han ido dando cuenta de que, para enfrentar los desafíos de una economía en cambio constante, deben incorporar nuevas capacidades.

En los últimos meses he podido ver cómo distintas empresas financieras se están aliando con start ups tecnológicas, cómo las empresas consultoras incorporan dentro de su estrategia trabajar con emprendimientos innovadores para poder ofrecer las mejores soluciones a sus clientes, y cómo compañías que compiten fuertemente por los mismos clientes, deciden aliarse para superar desafíos comunes mediante la innovación.

Desde el Ministerio de Economía estamos trabajando fuertemente para fortalecer esta cultura de la innovación: una donde el eje sea la colaboración entre empresas, academia, Estado y sociedad civil. Para lograrlo, vamos a necesitar los esfuerzos de todos ellos, esa es la única forma de enfrentar los desafíos que tenemos como país y alcanzar un desarrollo integral que mejore la calidad de vida de todos los chilenos.