Inteligencia artificial: el camino que deben seguir las empresas

John Atkinson
John Atkinson, doctor en inteligencia artificial y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.

John Atkinson, doctor en inteligencia artificial, explica cómo esta tecnología puede reconfigurar el panorama operativo de las empresas. Señala que desde la optimización de procesos hasta la seguridad cibernética, su influencia es innegable y hoy hay que considerarla como parte del negocio.


La inteligencia artificial (IA) es una tecnología en constante evolución que no solo tiene el potencial de transformar la vida de las personas, sino también la forma en la que las empresas operan, utilizando la capacidad de las máquinas para automatizar tareas que normalmente requieren de la inteligencia humana.

Lo cierto es que, en términos generales, cuando se habla de inteligencia artificial, el concepto suele asociarse inmediatamente a la inteligencia generativa, a Chat GPT; sin embargo, el universo de opciones es muy amplio cuando de esta tecnología se trata. John Atkinson, doctor en inteligencia artificial y profesor de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, quien lleva 28 años dedicado al mundo de la IA y asesora a empresas tanto nacionales como extranjeras en su proceso de transformación, entrega un análisis de cómo la IA puede generar beneficios y cambios trascendentales a nivel empresarial.

¿Cómo transforma la inteligencia artificial la forma en que se automatizan las empresas y mejoran la toma de decisiones estratégicas?

-Es crucial tener en cuenta que la transformación a través de la inteligencia artificial no es uniforme para todas las empresas, ya que depende de sus niveles de madurez. Algunas empresas están en etapas iniciales de automatización, mientras que otras, como las multinacionales Google o Microsoft, están más avanzadas.

Para el primer grupo de empresas, el enfoque está en diversos beneficios. Por un lado, la transformación busca mejorar la toma de decisiones y la productividad mediante la automatización de tareas o procesos complejos. Un ejemplo claro es el reconocimiento facial para la detección de trabajadores, una tarea que solía realizar un humano.

Además, la IA puede optimizar la cadena de suministro, interviniendo en la automatización de etapas para aumentar la productividad y reducir costos. O personalizar los servicios, analizando y entendiendo el comportamiento del cliente, de tal forma de entregarle algo totalmente perfilado y específico a ese usuario del producto o servicio.

Los sistemas conversacionales, como los chatbots, son una otra ayuda fundamental para interactuar con los clientes y atender sus inquietudes. Y, también, se deben considerar las aplicaciones de predicción o proyección, que pueden responder preguntas sobre la llegada de clientes o la pérdida de los mismos, entre otros aspectos.

La IA va aún más allá, ayudando a las empresas a comprender su entorno, detectando fraudes, ilícitos, ciberataques y violaciones de seguridad, entre otros aspectos.

¿Cuáles son los desafíos éticos y de privacidad que enfrentan las empresas al implementar sistemas de inteligencia artificial en sus operaciones?

-La responsabilidad ética en la programación de sistemas de inteligencia artificial plantea desafíos significativos para las empresas. A medida que las máquinas son capaces de tomar decisiones autónomas, surgen interrogantes sobre la ética y la privacidad en dichas decisiones, especialmente en relación con sesgos.

Es fundamental que las empresas se aseguren de que el diseño de sus métodos computacionales sigan lineamientos éticos. Sin embargo, esto puede ser difícil en la práctica, como se evidenció recientemente en la Comunidad Europea, donde se tardó varios años en alcanzar un acuerdo sobre regulaciones que aborden aspectos éticos, de privacidad y transparencia en la implementación de IA.

Para enfrentar estos desafíos, las empresas necesitan invertir en investigación y desarrollo, lo cual puede resultar difícil para las pymes y empresas pequeñas debido a la falta de recursos.

Es un tema esencial entonces...

-Este tema es muy relevante. Desde la década del 80 en Chile y en el resto del mundo un poco antes, el ciclo de la automatización se ha caracterizado por la programación computacional, una receta programada en un computador elaborada por humanos. En ese caso, si nos preguntamos quién es el responsable de aquella programación, la respuesta es una persona, un humano. Por tanto, si hay un juicio legal por cualquier error que se haya cometido, está claro que quien diseñó esa receta en el programa computacional, es culpable.

¿Qué ocurre hoy? Los sistemas o máquinas son capaces de tomar decisiones autónomamente, es decir, sin supervisión humana. El humano no le dice a la máquina cómo tiene que hacerlo, la máquina lo descubre o lo aprende con el tiempo. Y aquí está el problema: ¿Qué pasa con la ética? ¿Cómo yo me aseguro de que las decisiones no perjudican a un usuario o a un humano? Es algo que suele ocurrir con el tema de los sesgos.

Por lo tanto, las empresas tienen que asegurarse que el diseño de los métodos computacionales creados sigan cierto lineamiento ético. Y esto que suena muy fácil en la teoría, es muy difícil en la práctica.

Hace aproximadamente un mes surgió, después de negociaciones durante varios años en la Comunidad Europea, un acuerdo sobre las nuevas regulaciones que tienen incorporados componentes de ética, privacidad, transparencia, etc. Sin embargo, para enfrentar esas dificultades, las empresas tienen que invertir en investigación y desarrollo, y el problema es que pocas empresas en el mundo tienen los recursos para hacerlo, como las grandes multinacionales, pero una pyme o una empresa pequeña, no está preparada para eso.

¿Qué papel juega la IA en la optimización de procesos y la reducción de costos para las empresas?

-Una de las tantas formas en que la IA transforma las empresas es aumentando la productividad. La fórmula es simple: haciendo más cosas, obviamente en menos tiempo.

Por otro lado, optimiza tareas o procesos que antes eran complejos, automatizando labores que hasta el día de hoy eran tan difíciles que solamente podía realizarlas un humano. O puede optimizar también tareas complejas que antes sí estaban automatizadas, pero por métodos convencionales, en cambio ahora, el uso herramientas o tecnologías de inteligencia artificial te ayudan a ser más rápido, más eficiente y lo más importante, más preciso.

Entonces, lo que hace la IA es ayudarte justamente a reducir los tiempos y en general a eficientar todos los recursos que implica automatizar esos procesos.

¿Cuál es el potencial de la IA para mejorar la seguridad cibernética y proteger los activos digitales de las empresas contra amenazas que son cada vez más sofisticadas?

-Para responder esta pregunta es gravitante ir al fondo de lo que es una IA que, en palabras simples, es una ciencia que concibe máquinas que interactúan -y aquí está la clave- en entornos totalmente dinámicos o cambiantes. Para lograrlo, la máquina tiene que ser autónoma, o sea, sin o con la mínima supervisión humana.

Esto implica que la máquina para lograr su objetivo tiene que tener algunas “capacidades similares a las nuestras”, para que pueda percibir información y comprender lo que está pasando y así, actuar.

La relevancia de la interacción de la inteligencia artificial en entornos dinámicos es fundamental para comprender su importancia en la seguridad cibernética. En muchos de estos ambientes, incluido el ciberespacio, los perpetradores de fraudes, ya sean personas o programas automáticos, deben operar en un entorno extremadamente cambiante.

El gran atributo de la IA es su capacidad para reaccionar y tomar decisiones de manera autónoma, adaptándose y aprendiendo de los cambios en el entorno para combatir amenazas y violaciones de seguridad.