De acuerdo al informe "Connected Car Market -Global Industry Analysis, Size, Share, Growth, Trends and Forecast, 2013- 2019", generado por la GSMA, asociación que representa los intereses de los operadores móviles a nivel mundial, la industria automotriz conectada alcanzará los US$ 131,9 billones al 2019, creciendo un 34,7% por año desde 2013 a 2019.
En esa misma línea, la consultora estadounidense Gartner, proyecta que para 2020, más de 24.000 millones de aparatos estarán conectados a Internet. De ellos, 250 millones serán vehículos conectados que contarán con múltiples sensores para hacer más eficiente su desplazamiento. Dicha cifra de autos conectados corresponderá a una quinta parte de todos los vehículos existentes, evidenciando cómo estas nuevas tecnologías se expanden desde los vehículos de lujo a todos el resto. Es una industria altamente rentable en términos económicos y sociales, que se convertirá en un eje relevante del Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y que abre desafíos y oportunidades enormes.
Cuando hablamos de aplicar IoT en la industria del transporte, posiblemente lo primero que se nos viene a la mente es la actualización de los sistemas de georreferenciación que ya han alcanzado un importante desarrollo brindando no sólo información referente a la mejor ruta, sino que también respecto de las condiciones climáticas, bencineras y estacionamientos cercanos u otros puntos de interés. Todo esto es posible gracias a la conexión wifi que poseen y que les permite recolectar y procesar dichos datos.
Del mismo modo, existen proyectos de autopistas inteligentes, en las que los vehículos se desplazarán de manera automática, permitiendo al conductor dedicarse a leer, dormir, ver una película o lo que quiera mientras el vehículo funciona de manera autónoma.
El potencial de lo que se conoce como ITS, Intelligent Transport Systems o Sistemas de Transporte Inteligente, abre un escenario que supera a la tecnología, pues se traduce en una nueva forma de hacer negocios, en una nueva cultura. Así al menos lo plantean expertos internacionales que están estudiando en alianzas público-privadas cómo rentabilizar el nuevo desafío transportes/telecomunicaciones.
Lo importante es que hoy contamos con la tecnología para recoger datos, sistemas altamente complejos como el Big Data para estudiarlos, sofisticados Data Centers para almacenar la información. El desafío está en recoger esos datos, analizarlos y devolverlos con la inteligencia adecuada para que sea información útil en la toma de decisiones en tiempo real.
En este escenario, las empresas de servicios digitales y telecomunicaciones jugamos un rol clave no solo en proveer conectividad e infraestructura de Data Centers, sino que también en trabajar en conjunto con las industrias del transporte y automotriz en ámbitos como la administración de la data, entrega de servicio de valor agregado y administración de los clientes finales.
Chile tiene importantes fortalezas. La penetración de la tecnología apalanca la posibilidad de nuevos negocios. Hoy, servicios como Monitoreo GPS, Wifi móvil, gestión de terminales (MDM), pueden incorporarse fácilmente al negocio y ser monetizados. Nuestro país tiene las condiciones para utilizar por ejemplo, los móviles como sensores de tráfico, tal como lo hace Singapur que cuenta con un modelo de información de tráfico en tiempo real, que representa mejoras en el desplazamiento, lo que aumenta la productividad y calidad de vida de los ciudadanos.
Como siempre, sólo es necesario que las compañías establezcan con claridad sus objetivos y seleccionen al mejor aliado para diseñar una estrategia de modernización capaz de rentabilizar la inversión en el menor tiempo posible. De esta forma, lograrán cumplir con las crecientes expectativas de los propios clientes, ser más competitivos en la industria, hacer más eficiente sus negocios y preservar el medioambiente.P