La inversión extranjera directa (IED) correspondiente al primer semestre experimentó una recuperación importante respecto de los dos años anteriores, al registrar un flujo neto de US$6.570 millones, lo que representa un aumento de 110% frente al igual lapso de 2018. De acuerdo a las cifras del Banco Central, en junio la IED totalizó US$1.679 millones.
Si se considera una base de comparación más amplia, el flujo neto del primer semestre constituye un incremento de 25% en relación al promedio del quinquenio 2015-2019 (US$ 5.251 millones).
El economista de BCI, Sergio Lehmann, señala que "el buen dinamismo de la inversión extranjera es una tendencia que viene desde el año pasado, respondiendo a los buenos fundamentos y perspectivas favorables de la economía chilena".
Tomás Flores, economista de Libertad y Desarrollo (LyD), puntualiza que "en la medida que la rentabilidad ha ido bajando en los países desarrollados, se ha generado un mayor apetito por riesgo y eso ha explicado una mayor preferencia por economías emergentes como Chile".
Desde InvestChile explican que el importante avance de 2019 se produjo por la baja base de comparación del año anterior, producto de la volatilidad de los flujos de la deuda relacionada, que es uno de los componentes de la IED.
El director de esa entidad, Cristián Rodríguez, explica que el aumento da cuenta del interés permanente de los inversionistas extranjeros en el país, pero advierte que "hay que tener claro que éste es un número para sentirse satisfechos, pero no para celebrar, considerando el movimiento que tienen los capitales tanto de entrada como de salida".
Los expertos consideran que este crecimiento es una buena señal considerando la guerra comercial. "A pesar del bajo crecimiento actual, los inversionistas ven que el PIB de tendencia de la economía es de 3,25% a 3,75%, como lo señaló el Banco Central, lo cual hace a Chile muy atractivo en relación a los demás países latinoamericanos", precisa Flores.
Por su parte, Lehmann acota que este resultado se encuentra alineado con la confianza y bases sólidas de la economía chilena. Sin embargo, puntualiza que esta dinámica positiva podría perder fuerza en caso de agudizarse la guerra comercial.