Cuando la fruta es más que solo fruta. Así se llama el libro que Cieplan y la Universidad de Talca acaban de lanzar donde se analiza la evolución del sector frutícola y el potencial que tiene este sector para ser un aliado para la fase de recuperación económica que debe comenzar en algún momento una vez que pase la fase más compleja de la pandemia del coronavirus.
De acuerdo con el texto, el agropecuario es el segundo sector exportador en Chile después del cobre. Representa el 23% de todas las exportaciones, cerca del 6% del PIB nacional, y en 2018 creció al 5,8% en comparación al 4% del país. La fruticultura en particular es una actividad de gran dinamismo, que pasó de exportar US$377 millones en 1980, a más de US$4.700 millones en 2018.
Patricio Meller, investigador de Cieplan y académico de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile fue uno de los editores del libro y por ello profundiza en los seis mitos que rondan sobre este sector y que, de alguna manera impiden que se expanda mucho más. Asimismo, analiza lo que será el mundo pospandemia y la reconfiguración del modelo de desarrollo.
Dentro del análisis que se hace en el libro, ¿el sector frutícola debería ser parte de la estrategia de desarrollo del país, una vez pasada esta pandemia?
-Sí, pero lo que me preocupa es que cuando se habla de estrategia de desarrollo a futuro, este tema no está en el debate. Lo que se muestra en el caso de sector frutícola es que tenemos ventajas comparativas, pero hay que potenciarla. En esta discusión si a uno le preguntan cuál es la estrategia de desarrollo, para dónde va Chile, no se sabe. No hay brújula. Definir la estrategia de desarrollo es decir dónde queremos estar en los próximos 20 años.
El ministro de Hacienda apunta a ser Nueva Zelandia.
-Hay que analizar. Nueva Zelandia es un buen ejemplo, pero hay que ver también quiénes son nuestros competidores sector por sector. Esa es una dirección a seguir.
Una vez superada la pandemia, ¿ve que habrá un cambio importante en la forma de relacionarnos y de los sistemas económicos predominantes?
-A nivel mundial, se habla de que el mundo será muy distinto al que había antes. Y esto implica que habrá un gran cambio sistémico estructural. Se dice que hay cuatro paradigmas que se van a acabar. Se plantea que será el fin de la globalización, del capitalismo, del neoliberalismo y el fin del mercado. Eso es lo que está en el debate mundial. Y ahí la discusión de fondo es qué tipo de sociedad es la que queremos, y aterrizando más, qué tipo de sistema político, económico y social es el que va a surgir pospandemia si se acaban esos cuatro paradigmas.
¿Y por qué ahora se han puesto en duda esos cuatro paradigmas?
- Lo primero que hay que decir es que la globalización ha generado beneficios y costos, pero los beneficios han sido mayores y la evidencia es que casi todos los países se han incorporado al mundo global. La pandemia lo que ha hecho es que los países cierren sus fronteras, pero eso no quiere decir que no haya más globalización. Un ejemplo claro es que las solución a esta enfermedad viene por una vacuna y que debe ser utilizada a escala mundial, porque el virus cruza fronteras. Todos tendrán que ayudarse entre sí. La lección que hay de la pandemia es la cooperación de todos los países para enfrentar estos problemas, que son globales.
¿Cómo se inserta Chile en este cuadro?
-En Chile lo que veo es que hay tres bloques: uno, que es antisistema y que cree que es fin de los cuatro paradigmas. El segundo bloque es del statu quo, que cree que hay que volver a septiembre de 2019, que hay que hacer cambios marginales para que todo siga igual siguiendo la teoría del gatopardismo. Y un tercer bloque es el socialdemócrata. Este buscará que se mantenga el capitalismo, pero con un Estado de bienestar, movilidad social, y un sector financiero regulado y supervisado. Eso es lo que está implícito en los tres bloques que hay hoy en día en el sistema político actual chileno.
¿En qué tipo de capitalismo ve a Chile una vez superada la pandemia?
-Desde 1990 se habla de diversas variedades de capitalismo, por ejemplo capitalismo salvaje, ( siglo XIX hasta la Gran Depresión), capitalismo regulado (desde 1930-1970), capitalismo desregulado (1980-2008). Hoy se habla de un capitalismo regulado moderno con una mayor supervisión del mercado. Eso tiene que ver con el fin del neoliberalismo. Lo que plantea el neoliberalismo económico es que el rol central lo desempeña el libre mercado y que eso resuelve todo y el Estado debiera ser minimalista y ausente. La concepción que está detrás es la que plantea que el mercado es un sistema automático que se autoestabiliza solo y que las fuerzas del mercado son equivalentes a un fenómeno natural. Eso fracasó. El mercado no existe en la cordillera de Los Andes, ni en los océanos, no es un fenómeno natural como las avalanchas o los tsunamis. No hay mercado sin Estado. El mercado es una creación humana, y sus reglas están diseñadas por la sociedad. La sociedad no tiene por qué someterse a las reglas unipersonales del mercado. Además, el colapso financiero de 2008 fue el fin de la visión neoliberal, por cuánto se comprobó que no hay automaticidad del mercado. El Estado tuvo que rescatar al sector financiero del desastre, por eso se requiere mayor control, regulación y supervisión del sistema financiero, para que no transforme la economía en un gran casino. Ahora se transitará hacia un sistema más socialdemócrata. Chao Friedman y bienvenido Keynes. Esto debiera privilegiar una mayor inserción en un mundo global para lograr el pleno empleo.
¿Y qué pasa con el mercado?
-El mercado es un mecanismo muy útil para producir bienes y servicios, pero debe respetar las prioridades de la sociedad. Hay ciertos servicios que no tienen por qué ser producidos por el mercado, el ejemplo más claro es salud. ¿Acaso es el mercado el que está resolviendo el problema de la pandemia? Por otra parte, ¿ha resuelto el mercado el problema de la desigualdad? Un tópico que se está discutiendo en los países desarrollados es analizar cuales debieran ser las reglas institucionales para que el mercado genere una sociedad más equitativa y con mayor movilidad social. Algunas ideas al respecto son: sustituir el capitalismo de los accionistas por el capitalismo de los “shareholders” (partes vinculadas a la empresa); limitar los diferenciales de remuneraciones entre las del equipo ejecutivo y las de las menores remuneraciones dentro de la empresa. En síntesis, de los 4 paradigmas sistémicos cuestionados 3 seguirán vigentes y uno no. Va a seguir habiendo globalización, capitalismo y mercado.
Retiro de fondos: “No sabemos cuánto vaya a avanzar este proyecto”
¿Qué le parece lo que está pasando con la aprobación del proyecto que permite retiro del 10% de los fondos de pensiones?
-Está la sombra obvia de lo que pasó en Argentina con el corralito; existe el pánico de que el Estado haga aquí lo que se hizo allá, pero ese no es el caso. Nadie está pensando eso, en estatizar los fondos. Eso ensucia bastante la discusión y genera fácilmente una campaña del terror. No debiera pasar eso.
En ese sentido, ¿aún es pronto para emitir un juicio de si es bueno o malo lo que está pasando con esta discusión?
-Hasta que pase algo, pero no sabemos cuánto vaya a avanzar este proyecto, pero es probable que no pase nada. Además, cómo se implementa. No es tan fácil.
¿Cómo evalúa la actitud de los parlamentarios?
-Uno mira cuál es el incentivo de los políticos: es ser reelegidos.
Los seis mitos del sector frutícola
1- Hoy tenemos la misma canasta exportadora que hace 30 años.
Según Meller, eso lo repiten varios economistas tanto chilenos como extranjeros y organizaciones internacionales. Pero no es cierto: “Un ejemplo es que hace 30 años Chile exportaba uva y manzana y hoy hay 20 tipos de frutas y en seis de ellas está entre los tres principales exportadores a nivel mundial”, explica.
2- Creencia de que la producción de recursos naturales usa tecnología elemental sin ninguna sofisticación alguna.
Meller señala que dentro del inconsciente colectivo se cree que para la uva se usa solo una escalera y tijeras, sin embargo, “hoy día Chile exporta más de US$5.000 millones de fruta fresca por año. Una pregunta elemental es cuánto dura la fruta fresca cuando la compramos, y la respuesta es tal vez una semana. Pues bien, la que se exporta desde el momento de la cosecha hasta que llega a la mesa del consumidor en China, EEUU o Europa es de 20 a 25 días. Y para eso se requiere de un alto nivel de tecnologización de los procesos, bastante sofisticada”.
3- La fruta que se exporta hoy en día no es la misma que antes.
Meller afirma que “la que se exporta actualmente es de alta calidad, ya que los procesos productivos utilizan mucha tecnología moderna. Es uva y manzana high tec”.
4- Escala de producción y productividad.
El investigador dice que se piensa que a mayor producción mayor es la productividad, sin embargo, para el caso frutícola eso no es así, ya que hay pequeñas empresas que utilizan mecanismos tecnológicos como el riego tecnificado a predios de pequeña escala logrando elevados niveles productividad.
5- Se cree que los productos basados en recursos naturales son todos commodities.
Para analizar este mito, Meller se pregunta si la uva, la cereza, el arándano son commodities y la respuesta es no. “El libro lo que hace es que compara cuál es el precio de venta de la fruta chilena y peruana para la uva, manzana y arándano en las mismas semanas del año, y el resultado es sorprendente, la fruta peruana se vende a mayor precio que la chilena. Si los exportadores chilenos hubieran exportado la fruta al precio de la peruana hubieran ganado US$100 millones anuales adicionales. US$ 700 millones en un plazo de 7 años. Esto, según cuenta, se debe a una estrategia que hizo Perú donde potenciaron las variedades de los productos.
6- La imagen que tenemos del sector agrícola es que mismos productores producen lo mismo en el mismo lugar.
Meller sostiene que para la fruta hay una triple diversificación: productos, variedades y geográfica. Los cultivos agrícolas se extienden cada vez más al sur y han comenzado a ser alternativa a la agricultura tradicional y la ganadería.