La economía chilena comenzó su proceso de ajuste. El tercer trimestre el Producto Interno Bruto (PIB) creció 0,3% anual, siendo la menor expansión desde el primer trimestre de 2021. En términos desestacionalizados cayó 1,2%.
Pese a estas cifras, el mercado esperaba que a estas alturas del año la actividad ya estuviera contrayéndose, por lo que los números han sorprendido positivamente. Por esta razón, esperan que en el Informe de Política Monetaria (IPoM) que el Banco Central (BC) presentará el próximo 7 de diciembre al Senado, se eleve la proyección de crecimiento para este año a un nivel más cercano a 2,5%, por sobre el rango previsto en el informe de septiembre, cuando estimó un rango de 1,75% a 2,25%.
Eso sí, el escenario que los economistas esperan para el próximo año no es auspicioso. De hecho, la mayoría de los consultados anticipa que el ente rector empeorará el rango que tiene proyectado para el PIB.
Si en septiembre, la previsión del instituto emisor estaba entre -0,5% y -1,5%, ahora algunos analistas creen que la estimación se ubicará entre -1% y -2%, otro apunta a que la ajustará levemente a entre -0,8% y -1,8% y también hay quienes apuestan a que la mantendrá como en el IPoM anterior.
Alejandro Fernández, economista de Gemines, prevé que el BC proyecte un rango entre -1% y -2%, “Lo adicional que se crezca este año hará más difícil no caer más en 2023 y el escenario para el próximo año se ve más complicado que en septiembre”, sostiene.
Postura similar tiene la economista del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), Carolina Molinare, quien señala que “un ajuste al alza en 2022 implicaría una mayor caída para 2023″. Para este año espera una proyección de PIB de 2,3% y para el próximo un rango de -1% a -2%.
Las variables del gasto interno también sufrirán un ajuste mayor versus lo que visualizaba la autoridad monetaria en septiembre, dicen los economistas, quienes ven mayores caídas en la inversión y el consumo. Si en el informe de septiembre la proyección para la inversión era de -4,7%, ahora la previsión apunta a un retroceso de hasta 5,4%. Mientras que para el consumo se anticipa que pase de -4,6%, a un rango entre -4,6% y -6%. Así, la apuesta para la demanda interna se deterioraría de caer -4,7%, a entre -4,8% y -5,5%.
“La inversión total ya está desacelerándose y aunque se espera que para 2022 cierre en cifras positivas, para el próximo año la caída estará en torno al 5%”, comenta Molinare. Para la economista del OCEC-UDP, “el consumo privado debiese seguir presentando caídas, dado que se proyecta un escenario de la actividad económica más pesimista, por lo tanto, la demanda interna debiese caer el 2023″.
También ajuste en estimación de precios
La sorpresa de octubre, cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un alza de 0,5% (ubicándose por debajo de las expectativas del mercado que esperaban de 0,9% a 1%), alimentó una visión más optimista hacia adelante respecto de la inflación. Con dicho registro, la variación anual bajó de 13,7% a 12,8%, siendo la segunda reducción consecutiva, luego de que en agosto alcanzara un peak de 14,1%.
Con este inicio en la desaceleración de los precios, el mercado comenzó a ajustar sus proyecciones a la baja para el año, y está pasando de ubicarse sobre 13%, a un nivel más cercano a 12%, en línea con lo que proyectó el Banco Central en el último Informe de Política Monetaria de septiembre.
Pero pese a que hay un consenso de que “lo peor” ya pasó, no lo hay sobre que la convergencia hacia el 3%, que es la meta del ente rector, se produzca en los plazos que lo tenía previsto la autoridad monetaria en su reporte de septiembre. En ese IPoM esperaba que a fines de 2023 la inflación finalizara en 3,3%.
Francisca Pérez, economista de Bci, comenta que es probable que respecto de dicha previsión el BC “la mantenga o realice una leve corrección al alza”. Sin embargo, acota que “todavía no hay consenso en el mercado de que la inflación entre al rango meta a diciembre de 2023, y si bien va a bajar fuertemente en términos anuales, la persistencia que mostró hará que esta baja sea más lenta de lo que el BC espera, debido a la ya conocida indexación de la economía”.
A su vez, José Manuel Peña, senior portfolio manager en Fintual, subraya que “hoy día la expectativa del BC está relativamente por debajo de las proyecciones de los operadores del mercado que siguen por sobre 4%”. En esa línea, sostiene que “ante el contexto más restrictivo de las últimas apariciones de los voceros del BC, donde se ha dejado clara la existencia de incertidumbre sobre el cambio de la tendencia inflacionaria y su velocidad, no es descartable un ajuste al alza, acercándose a niveles de 3,7% o superiores”.
El análisis de Pavel Castillo, gerente de Intelligence en Corpa, apunta a que el Banco Central será “cauto”, puesto que si bien se “está entrando en el periodo de convergencia inflacionaria, podría llegar a subirla (su previsión) a 3,5% para 2023″.
Molinare complementa el análisis indicando que, pese a que su proyección apunta a que la inflación cierre 2023 por debajo de 5%, “es probable que el IPoM de diciembre no tenga grandes ajustes respecto a su predecesor en esta materia, dadas las sorpresas que se han dado en inflación en los últimos registros”.
Por su parte, el economista de Libertad y Desarrollo (LyD), Tomás Flores, espera “una cifra más cercana a 5%, dado que varios precios domésticos se siguen manteniendo a pesar de las bajas internacionales”.
¿Bajas de tasas? No antes de abril
El consenso en materia de tasas ya es claro: el Banco Central no seguirá subiendo el tipo de interés más allá del actual nivel de 11,25%. Ahora el debate está centrado en el momento en que el instituto emisor comenzará a delinear y luego concretar disminuciones en la Tasa de Política Monetaria (TPM).
Los economistas coinciden que en este IPoM es poco probable que entregue una señal clara sobre cuándo podría comenzar a reducir la tasa de interés. No obstante, hay acuerdo en que en ningún caso debería ser antes de abril de 2023.
“Yo creo que van a ser cautelosos. Es difícil que sean muy específicos. Es probable que el mensaje sea que la TPM se mantendrá hasta después de enero, lo que significa que recién podría bajar en la reunión de abril”, comenta Fernández.
Para Pérez, el BC “dejará la puerta abierta para depender de los datos que vayan saliendo”. No obstante, dice que “en la reunión de principios de abril habrá suficiente evidencia”.
Felipe Alarcón, economista de Euroamerica, añade que “va a seguir sosteniendo un mensaje de mantención por el tiempo que sea necesario, pero con algún gesto que apunte a que ese tiempo necesario finalizaría en el primer trimestre de 2023″.
Peña enfatiza en el hecho de que el BC “se ha mostrado cauto en sus apariciones públicas respecto de adelantar anuncios sobre inicio de bajas en la Tasa de Política Monetaria y tampoco vemos señales que puedan acelerar este cambio de mensaje”. En ese sentido, menciona que “variables como la alta volatilidad del tipo de cambio y el persistente dinamismo en la economía norteamericana hacen difícil ver la necesidad de acelerar un mensaje más expansivo antes del próximo año, en la medida que la tendencia de reducción en la inflación se confirme”.