Entre tablas, tarros de pintura y mucho ruido de máquinas, a Franco Giaquinto le costaba caminar en el patio de la casa de su hermano cuando iba de visita. "Tengo el desastre con los maestros", le decía. Corría 2014 y Franco estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Llegaba "casi a cero todos los meses" - como recuerda-, pero tenía ganas de armar una startup y aún no lograba encontrar un nicho. En la casa de su hermano encontró la respuesta.

Con un amigo desarrollaron un sistema de reputación de la mano de obra. Se ganaron un fondo de Start-Up Chile y contrataron un par de desarrolladores. Pero no hubo clientes interesados. Una de las constructoras que visitaron les dijo claramente que el software no les servía de nada, pero que tenían ganas de explorar innovaciones tecnológicas y les abrió sus puertas. "Me puse el casco, los zapatos de seguridad y estuve yendo un año a la obra. Sin que me pagaran un peso. Solo quería aprender y conocer cómo funcionaba ese mundo. Mientras estaba viendo un fierro con los viejos, iba a reuniones con los gerentes", dice Franco y agrega: "Realmente había mucho desorden".

Para solucionarlo, empezaron a construir pequeños productos que se pudiera visualizar en un tablet, como un checklist o un gráfico de avances. Y desde antes de tenerlos listos, ya estaban vendiéndolos en algunas constructoras. Ahí estaba el nicho.

Con ya dos clientes, ganaron un concurso en la incubadora Image Lab y lograron conseguir un fondo de $60 millones con Corfo. A principios de 2015 nació Ipsum, la startup que tiene como protagonista a ProPlanner, una suite de soluciones que funciona a través de una app, dedicada a optimizar el proceso de planificación, programación y control de la obra. Tiene varios módulos como Carta Gantt, verificación del proyecto, gestión de documentos, check-in de calidad, y minutas de la obra, entre otros. Todo, basado en dos pilares: la metodología Lean Construction y BIM (Building Information Modeling). "Pero lo más importante es la analítica de la obra. Viene muy fuerte la Inteligencia Artifcial (IA) y el Machine Learning", destaca el CEO de Ipsum.

El año de inicio fue de mucho aprendizaje y en América Latina había pocas empresas haciendo aplicaciones similares. En 2016 empezaron a crecer y a fines de ese año se encontraron con Wayra (de Movistar Chile), que los ayudó con US$100.000 y en su proceso de aceleración. El equipo aumentó de 4 a 12 personas y ya a principios de 2018 ganaron su primera ronda de inversión tipo "seed" con la mexicana Cemex y el fondo chileno de capital de riesgo Manutara Ventures por US$1 millón. Subieron a 20 personas y comenzaron a vender sus módulos al extranjero. Hoy, están presentes en nueve países de Latinoamérica y tienen oficinas también en Perú. "Cuando empezamos no nos pescaba nadie, pero hace un par de años las constructoras comenzaron a buscar cómo incorporar tecnología en sus procesos. Hoy ya tenemos un nombre instalado en la región", dice Franco.

El modelo de negocios es sencillo. Una constructora contrata los módulos por cada obra pagando una suscripción mensual. "Preferimos que no fuera un cobro por usuario, ya que es una plataforma colaborativa. La construcción funciona de manera apretada y con caja al día. Por eso apuntamos a pagar por proyecto, sin importar la cantidad de usuarios o información", indica.

Desembarco en EEUU

De los 60 clientes que tiene esta startup, la mayoría son grandes constructoras. Han participado en más de 300 obras y hoy están trabajando con 140 en paralelo. Su software ha servido para la construcción de edificios, casas, galpones industriales, strip centers e incluso un túnel de minería subterráneo. El año pasado facturaron $800.000 y esperan triplicar las ventas para 2020.

¿Cómo esperan lograrlo? Están en plena ronda de inversión para levantar una Serie A de US$5 millones. La idea era lograrlo en enero, pero se ha atrasado un poco. "Esto permitirá que explotemos. Quizá no a nivel mundial, pero si en América Latina", cuenta Franco. Pero que la ronda la estén gestionando en EEUU no es casual. También quieren desembarcar en ese país. "Si no conseguimos ese levantamiento de capital luego, estamos considerando una ronda más pequeña y así, llegar con mejores métricas para, quizá, levantar más adelante no US$5 millones… sino hasta US$8 millones", dice con seguridad.

Con respecto a la crisis social en Chile, reconoce que al principio les pegó fuerte, ya que había mucha gente que no iba a trabajar a las obras. "No podíamos estar cobrándole a nuestros clientes en ese momento, por lo que claramente el estallido nos afectó. Pero ahora ya se está reactivando todo y nuestros grandes esfuerzos estarán fuera de Chile, principalmente en Perú y Colombia. Además, con la reactivación de los proyectos mineros, ya nos están cotizando varias compañías grandes de ese rubro. O sea, nos asustamos, pero ya pasó".