Diferencias tiene el economista jefe de Scotiabank, Jorge Selaive, con el escenario descrito por el Banco Central (BC) en su reciente Informe de Política Monetaria. De partida, no ve que la inflación termine el próximo año sobre 3%, ni mucho menos que llegue a 4% en algún momento de 2020. Por ello, considera que hay espacio para un mayor estímulo monetario de hasta 50 puntos base para ayudar a impulsar la economía, situando la tasa de interés en 1,25%.
El BC describió un escenario bastante malo para el cierre de 2019 y sobre todo para 2020. Sin embargo, el mercado se ha mostrado levemente más optimista. ¿Cuál es su visión en medio de esas dos miradas?
-El 18 de octubre el escenario cambió y hubo que ir revaluando las perspectivas macroeconómicas continuamente. Ahora ya estamos en una etapa donde es posible entregar proyecciones un poco más firmes. Tuvimos eventos que no ocurren usualmente, como la intervención cambiaria.
¿Cómo evalúa esa intervención cambiaria del Central?
-El Banco Central hace una intervención cambiaria con el objetivo de controlar la volatilidad, pero nosotros creemos que también fue por los niveles históricos que alcanzó el tipo de cambio. La intervención ha sido exitosa y ha estado acompañada por un escenario externo más benigno. El cobre se ubica sobre los US$2,80 y esperamos que se acerque a los US$2,90 en el corto plazo. El Brexit está llegando a puerto. Estados Unidos y China lograron un acuerdo de primera fase por guerra comercial. Esto está dando un renovado apetito por las economías emergentes. Los emergentes vuelven a estar de moda.
En materia de crecimiento, ¿cuál es su estimación?
-Vemos registros de actividad mensuales negativos o nulos durante los próximos seis meses, es decir, hasta mayo de 2020. Luego, son las bases de comparación y algo de recuperación lo que explica la expansión cercana a 5% para el cuarto trimestre. Con ello, esperamos un PIB anual de 1,4%.
El BC en su última reunión decidió mantener la tasa, pese a la debilidad de la economía. ¿Fue una decisión correcta?
-Nosotros creemos que existe espacio para separar la intervención del dólar de una política monetaria contraciclica. La intervención cambiaria ha tenido efecto y por ello, vemos espacio para que el BC actúe bajando la tasa, sobre todo considerando que el escenario económico está bastante deteriorado.
¿Cuándo debería concretarse esa reducción y de cuánto debería ser?
-El primer recorte podría materializarse en enero. Y vemos un espacio de a lo menos 50 puntos base de recorte.
¿Esto se debe a que la debilidad de la economía no permitirá el traspaso inflacionario que prevé el Central?
-La principal preocupación del BC para no bajar tasas era el traspaso del alza del dólar a la inflación. Sin embargo, ese escenario descrito por el Central de inflaciones de 4% durante el próximo año no lo vemos. Esto, principalmente porque hay una sensación de que las empresas están con stocks elevados en un contexto de demanda muy débil, por lo tanto, no hay espacio para subir precios.
¿Cuál es su proyección para la inflación?
-Creemos que se ubicará entre 3% y 3,5% en su nivel más alto, hacia fines del primer trimestre del próximo año. Prevemos que este traspaso cambiario a inflación se producirá en los primeros meses del próximo año, pero no será suficiente para ubicar a la inflación sobre 3% hacia fines de 2020: la vemos como techo en 3% el próximo año.
Otra variable que el BC prevé bastante débil es la inversión, ya que proyecta una caída de 4%.
-No coincidimos. La proyección que hace el BC está basada exclusivamente en modelos y está vinculada a la caída fuerte en la confianza de empresarios. Sin embargo, hay mucha inversión para 2020 que ya no tiene punto de retorno, que está en etapa de construcción o ingeniería, que vemos difícil que se paralice, especialmente en los sectores minero y transables. Por eso disentimos y vemos un leve crecimiento de la inversión. Nuestra preocupación está en la inversión para 2021 en adelante. Eso es algo que dependerá de cómo se vayan dando los eventos políticos y los incentivos tributarios en Chile.
Y en ese punto, ¿lo más importante es que se cierre la discusión tributaria o la constitucional, o es un conjunto de políticas?
-Por ahora lo que más preocupa es la discusión política, constitucional, saber con qué Constitución vamos a trabajar y, obviamente, también la discusión tributaria, ya que la reforma actual quitó los incentivos para las grandes inversiones en Chile.
El nuevo escenario fiscal proyecta que entre 2021 y 2024 el gasto público debe crecer 0,9% sin reforma y 1,2% con reforma, ¿es una proyección realista?
-Esa restricción del gasto público proyectada es muy acotada y probablemente será difícil de cumplir. Por ello, surge la necesidad de elaborar una estrategia tributaria que dé sostenibilidad a las cuentas fiscales, sin generar una desaceleración tan importante del gasto público, en un contexto donde las demandas sociales son crecientes. Es muy difícil que el gasto público crezca tan poco esos años.