Desde Cambridge, Inglaterra, el economista chileno José Gabriel Palma intenta hacer un balance de lo que ha sido la administración de Gabriel Boric en términos económicos y políticos. Sin eufemismos y con su tradicional irreverencia, Palma dice que el gobierno abandonó tempranamente el ideario original por el cual fue electo por la ciudadanía y critica con dureza a la generación frenteamplista en el poder.
Profesor de varias generaciones de chilenos que han estudiado en la Facultad de Economía de Universidad de Cambridge y uno de los mentores de Mario Marcel, muestra su desaliento por la ruta tomada por el Mandatario. “Boric, tras elegir a Marcel como ministro en la primera semana después de la elección, decidió abandonar su programa y ser el sexto gobierno de la Concertación”, afirma el doctor en Economía de la Universidad de Oxford y también académico de la Universidad de Santiago en Chile (Usach).
A tres años de iniciado el gobierno de Gabriel Boric, ¿cuál es la evaluación que hace de su gestión política y económica?
-Lo primero es decir que este gobierno recibió una economía casi estancada y un déficit fiscal efectivo del 7% del PIB, además de una baja representación parlamentaria. Tenía, además, un programa relativamente interesante. Compatibilizar todo eso era un juego muy complicado. Desgraciadamente, en esa disyuntiva el nuevo gobierno entró en pánico y de facto abandonó su programa y le pidió a Mario Marcel que mantuviera el buque a flote.
En ese contexto, entonces, ¿cuál es su visión de cómo lo ha hecho?
-Es negativa. El legado que va a dejar este gobierno va a tener dos componentes. El primero es legitimar lo peor de la institucionalidad del régimen militar, con la AFP, con el TPP-11, con lo que pase en la Ley de Pesca… eso va a tener un efecto muy negativo en el crecimiento futuro. Lo segundo es que esto va a asegurar que la izquierda sea inelegible por, quizás, una generación. El legado de este gobierno va a ser muy negativo y su mayor deuda va a ser el haber abandonado su programa. Se relegitima la institucionalidad del régimen militar y lo relegitima la izquierda. Por lo tanto, va a ser bastante más difícil cambiarla en el futuro. La gente va a castigar a la izquierda de tal forma que va a ser inelegible por una generación.
¿Por qué cree que el gobierno no pudo llevar adelante su programa y, como usted dice, optó por legitimar las instituciones vigentes?
-Era muy difícil en una economía estancada y con poca representación parlamentaria, llevar adelante un programa interesante. Ahí lo que falló fue la habilidad política, las ganas de llevar a cabo un programa, la voluntad de jugársela por el programa. Lo que más le critico a este gobierno es que tiró la toalla en cinco minutos, no se la jugó por su programa y aceptó renegociar todo y conseguir prácticamente nada, como es el caso de la reforma de pensiones.
¿No es lógico pensar que el rechazo de la ciudadanía al primer intento de nueva Constitución le dio sentido y validó este giro del gobierno?
-No hay que echarle la culpa al plebiscito. Este gobierno entregó su programa mucho antes del primer plebiscito y me gustaría explicarlo. La decisión más importante que tuvo el Presidente fue pedirle a Marcel que fuera ministro de Hacienda. Se lo pidieron “de rodillas” a Marcel y mucho antes del primer plebiscito; fue la semana siguiente a la elección presidencial. Eso significó dejar el programa de lado y transformarse en el sexto gobierno de la Concertación, porque Marcel no se iba a prestar para hacer lo que no creía. Es de las personas más honestas y más claras del mundo. Él siempre ha estado a favor de las AFP, a favor del TPP-11, a favor de lo básico de la institucionalidad que teníamos, pero siempre se la jugaba por racionalizarla. Para hacer eso no hay nadie mejor que Marcel, nadie. Pero eso no era lo que decía el programa de gobierno.
¿Qué opina del acuerdo político que generó la viabilidad y la aprobación de la reforma a las pensiones?
-La reforma previsional es el ejemplo paradigmático de lo que digo. No es que se moderó la propuesta original del programa. Se abandonó. Todo gobierno de minoría parlamentaria tiene que buscar acuerdos. Pero una cosa es buscar acuerdos y otra es ‘tirar la toalla’. Lo que se hizo con la reforma de pensiones es legitimar el sistema actual de ahorro forzoso con las AFP.
De todo el sistema de pensiones que hay en Chile el gobierno recibe menos del 5% de las cotizaciones, pero termina pagando el 85% del total de las pensiones. Las AFP, al contrario, reciben más del 95% de las cotizaciones, pero apenas pagan el 15% de las pensiones. Ese tipo de institucionalidad se relegitimó. Se hicieron dos o tres pequeños cambios, pero en el fondo se relegitimó ese sistema de ahorro forzoso vía AFP, que era lo que el programa decía que había que cambiar.
¿Y qué le ha parecido el desempeño del ministro de Hacienda, Mario Marcel, a quien usted tanto conoce?
-Pedirle a Marcel que fuera ministro fue la decisión más importante que tomó el Presidente Boric desde que fue electo. Como decía, con esa decisión se entregó el programa y se le pidió a Mario que hiciera lo que él creía, de la mejor forma que se podía. En Chile no hay otro economista mejor que Mario para hacer eso. En eso Mario lo ha hecho muy bien, pero no voté por el gobierno de Boric para eso. No voté por Boric para seguir legitimando lo actual.
Pero Marcel lo ha hecho muy bien. Le doy a cualquiera el manejar una economía con los problemas que tiene hoy la economía chilena, los cuales son todos problemas autoinfligidos.
¿Es decir, la administración Boric se transformó en un gobierno liberal? ¿Socialdemócrata?
-Los tres fundamentos del liberalismo son el conocimiento, la libertad y el mercado, y el neoliberalismo es la perversión de esos tres fundamentos. La socialdemocracia es aceptar eso, pero tratar de mejorarlo. La socialdemocracia no tiene proyecto; su proyecto es racionalizar lo que los neoliberales han estado haciendo. Se le pidió a Mario que fuera ministro de Hacienda para hacer un programa socialdemócrata.
La decisión política más importante que ha hecho Boric fue pedirle a Marcel que fuese ministro de Hacienda. Eso, de facto, significaba abandonar lo fundamental de su programa, porque Marcel jamás va a estar dispuesto a hacer lo que no está de acuerdo. Boric, tras elegir a Marcel como ministro en la primera semana después de la elección, decidió abandonar su programa y ser el sexto gobierno de la Concertación, y trajo a la mejor persona para hacer eso.
“Individualismo de izquierda”
Usted dijo hace dos años que esta nueva generación que llegó al poder “no tiene la capacidad para entender la urgencia del problema de la pobreza”. ¿Sigue pensando lo mismo?
-Absolutamente. Esta es una generación que yo llamo ‘individualista de izquierda’, a la que básicamente le interesan los derechos personales, no los sociales. Es decir, está mucho más preocupada de la crueldad con los animales, que de la crueldad con las personas, por así decirlo. Tener a una persona en Chile bajo el nivel de pobreza, con el nivel de ingreso que hay en Chile, es un acto de crueldad. Sacarlos (de la pobreza) es barato y no se hace, no por un problema fiscal, sino que simplemente por falta de prioridad. Entonces, se siguen regalando los recursos naturales, en lugar de, por ejemplo, cobrarle a la minería del cobre. El sacar a la gente la pobreza es un tema que no tiene prioridad. Para decirlo de forma muy burda: no conozco a alguien del Frente Amplio que antes de ganar la presidencia haya puesto un pie en una población o en un campamento. Están dispuestos a jugarse por los derechos personales... por ejemplo, el aborto libre, la diversidad de género.
¿Cómo cree que se vienen los próximos años a Chile en materia económica y política?
-En materia económica, lo que está estancado en Chile no es el PIB, sino la productividad. Esto es el producto por trabajador o trabajadora. Ese indicador crecía al 3,9% entre 1986 y 1998. Cayó a la mitad en la década siguiente y de ahí hasta ahora ha estado prácticamente estancada. Desde entonces, el crecimiento del PIB está determinado por el crecimiento del empleo, porque la productividad está básicamente estancada. Ese es el principal problema de la economía chilena.
¿Por qué se estancó la productividad? Ese tema lo trato en un paper reciente que salió publicado. Hay que entender que el crecimiento funciona por algo que en economía llamamos causalidad acumulativa. Esto es como una cosa lleva a la otra. Pero esa causalidad acumulativa puede generar círculos virtuosos de crecimiento o círculos viciosos de estancamiento. Depende de las condiciones en las cuales esa causalidad acumulativa funciona. O sea, esa misma causalidad acumulativa puede generar círculos virtuosos, como en Chile en los noventa, o círculos viciosos, como en Chile en los últimos quince años.
Pasó esto porque, a fines de los noventa, el modelo meramente extractivista se agotó. No se dio el paso siguiente. No hubo flexibilidad productiva como existe en el Asia emergente. Lo que había que hacer era pasar del mero extractivismo al procesamiento de la materia prima. El crecimiento de la productividad de la materia prima, sector agrícola y minería en Chile, que había sido de un 11% en los noventa, pasó a ser cero desde los noventa hasta hoy a precios constantes. Entonces, seguir con más de lo mismo básicamente transformó el círculo virtuoso de la causalidad acumulativa en un círculo vicioso de caída hacia el estancamiento de la productividad.
¿Cuál es la vía, entonces, para retomar ahora el crecimiento?
-La única alternativa en Chile es dar el paso siguiente: procesar la materia prima. Hay que generar nuevos motores de crecimiento de la productividad. Los actuales motores de la economía, que eran los extractivos, se agotaron.