Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz ha recibido más de 40 títulos honoríficos, incluidos los de Cambridge y Harvard, y ha sido condecorado por varios gobiernos, entre ellos el de Francia, donde fue nombrado miembro de la Legión de Honor. En 2011, este economista estadounidense fue nombrado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Destacado académico, es autor de varios libros. Los últimos son El precio de la desigualdad (2012); People, Power, and Profits (2019); The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe (2016) y Rewriting the Rules of the European Economy: An Agenda for Growth and Shared Prosperity (2020). Profesor titular de la Universidad de Columbia, fue vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial y recibió la prestigiosa medalla John Bates Clark.
Muy interesado por la realidad chilena, visitará Santiago del 25 al 28 de octubre. El miércoles 26 hablará sobre “La falta de resiliencia del modelo neoliberal” en un evento que organiza Espacio Público, y el jueves 27 dará una charla en la FEN de la U. de Chile, titulada “Comprendiendo desequilibrios macroeconómicos”. Además, tendrá reuniones con diversas autoridades nacionales. Antes de su viaje, conversó por teléfono con La Tercera desde su oficina en Nueva York.
¿Cuáles son sus principales preocupaciones para EE.UU. y América Latina de cara a 2023?
Estoy francamente preocupado porque muchos países están endeudados. Arabia Saudita se une a Rusia en el aumento de los precios de la energía, y la mayoría de los países son importadores de energía. La guerra sigue interrumpiendo el flujo de fertilizantes, y eso afecta la agricultura. Los precios han subido, varios países de Latinoamérica se beneficiarán de eso, pero las altas tasas de interés, junto con la deuda alta, van a ser muy difíciles para muchos de los países. Y como gran parte de la deuda está en dólares, será aún más difícil. Entonces, habrá una desaceleración global por una variedad de razones y eso dañará las exportaciones. Así que, en general, el panorama es sombrío. Lo que me preocupa es que, al menos, una parte significativa de esto está hecho por el hombre.
¿En qué sentido?
En el siguiente sentido: ya sabes, no podemos controlar a Putin, no podemos controlar la guerra en Ucrania, no podemos controlar la propagación de Covid-19. Pero varios bancos están cometiendo -parece que corren el riesgo de cometer, especialmente la Fed-, un gran error al subir las tasas de interés más de lo que deberían y más rápido de lo que deberían. Eso tendrá un impacto relativamente pequeño en la inflación -en la inflación del lado de la oferta-, pero tendrá un efecto muy malo en la economía real... Y, por supuesto, en China la política de Covid cero está exacerbando las interrupciones del lado de la oferta. Y luego en Europa hay una guerra, pero realmente no han adaptado su economía a los tiempos de guerra. En particular, el mercado de la energía, el mercado de la electricidad, está todo desordenado y no fue diseñado para el estrés, y están comenzando a abordar el estrés que ha impuesto el sistema, pero lo están haciendo demasiado lento y muy poco. Y así, Europa se enfrentará a un estrés mucho mayor del necesario, porque no ha descubierto cómo hacer que su mercado energético y su mercado eléctrico funcionen bien. Así que en Europa, en Estados Unidos y en China hay profundos errores de políticas, limitaciones que exacerban el resultado económico y tienen un efecto mínimo en los precios y, en algunos casos, como en Europa, exacerban los cambios de precios.
Antes del Covid y la guerra, había un debate importante sobre la desigualdad en el mundo. ¿Cree que, después del Covid y ahora con el conflicto en Ucrania, las políticas que quieren abordar la desigualdad están siendo postergadas por estos otros temas?
Casi inevitablemente, sí. Quiero decir, como todos sabemos, el Covid-19 expuso las desigualdades, pero también las exacerbó. Y necesitamos más atención para remediar las desigualdades, y no la teníamos. Y ahora parece que habrá incluso menos atención a esos problemas a medida que luchamos por manejarlos. Algunos países lo están haciendo mejor que otros. He argumentado que para Estados Unidos deberíamos tener un impuesto a las ganancias extraordinarias, para reapropiarnos del enorme aumento de la desigualdad que está aumentando con las ganancias que las compañías petroleras, Amazon y otras, han tenido debido a la pandemia y la guerra. Pero parece que no hay interés para eso. Varios centros los han introducido, pero la administración de Biden no los ha apoyado. Y he argumentado que todos los grandes ganadores de estas grandes perturbaciones deberían tener un impuesto sobre las ganancias inesperadas para que podamos proteger a aquellos que están viendo grandes aumentos en los precios de la energía y los precios de los alimentos. La ironía es que Europa ha hecho un mal trabajo en la gestión de los precios -mencioné los precios de la electricidad-, pero ha hecho un mejor trabajo tratando de ver cómo imponer impuestos a las ganancias inesperadas y tratando de proteger a los más vulnerables. Entonces, en general, es una imagen muy mixta y, obviamente, la mayoría de los mercados emergentes y los países en desarrollo, que no tienen los recursos, están muy limitados. Entonces, para ellos, la primera prioridad es simplemente mantener la economía en marcha, y aquello obviamente significa amortiguar los gastos utilizados para combatir las desigualdades.
¿Cuál es la relación entre el auge de los movimientos y partidos políticos de extrema derecha en todo el mundo con la desigualdad?
En mi libro The price of inequality dije que una de las cosas que más me preocupaba era que este crecimiento de la desigualdad proporcionara un campo fértil del que se aprovecharía un demagogo. Nunca imaginé que Estados Unidos terminaría con un demagogo tan malo como Trump. Y no podía concebir que Brasil terminaría con un demagogo tan malo como Bolsonaro. Está claramente relacionado de una manera significativa. Sin embargo, debo agregar que no es el único factor.
¿Qué otros factores ve como relevantes?
Hay personas a las que les está yendo relativamente bien y que se han visto atrapadas por la cultura de la derecha por razones que no entiendo completamente, y creo que se necesita un psicólogo social para tratar de entender completamente lo que está pasando. Pero los movimientos de derecha, los antivacunas, la negación de la ciencia, la negación del cambio climático, todos estos son fenómenos culturales que creo están correlacionados con la ansiedad, la incertidumbre y la desigualdad. Pero hay otros impulsores de eso. Entonces, si miras alrededor del mundo, ves lugares donde se ha arraigado que no pueden explicarse simplemente por el crecimiento de la desigualdad.
El estallido social en Chile fue hace tres años. ¿Qué cree que debería hacer el Presidente Gabriel Boric para abordar las desigualdades subyacentes? Específicamente porque tenemos una situación económica muy compleja ahora con una inflación superior al 13% y probablemente con una recesión el próximo año…
Ha heredado una situación muy difícil, tanto económica como políticamente. Pero creo que el impulso básico de su trabajo y la filosofía de su trabajo son correctos. Una de las ideas centrales que dijo durante la campaña fue que ‘el neoliberalismo nació en Chile, y el neoliberalismo será enterrado en Chile’... Creo que el conjunto de ideas como ‘economía de chorreo’, de que todos se beneficiarán, condujo a un conjunto de políticas que no sirvieron a la mayoría de la gente en Chile. Y Chile tiene uno de los niveles más altos de desigualdad en la OCDE. En mi libro El precio de la desigualdad, lo que enfaticé fue que tener estrategias que se alejan del neoliberalismo, que mejoren la igualdad, también podrían mejorar el crecimiento. Así que creo que, en el contexto actual, una agenda más amplia de políticas que mejoren la igualdad contrarrestará los efectos de la recesión que, de hecho, son globales. Él está trabajando contra una corriente que es muy fuerte, pero creo que puede hacerlo, si hay apoyo político. El nuevo Estado de bienestar del que he hablado en algunos de mis escritos, ejercita tanto la seguridad económica como la inversión.
Ese parece ser un elemento clave…
La seguridad es importante porque una economía emprendedora exitosa requiere personas que asuman riesgos. Puedes asumir riesgos si tienes una mayor seguridad económica general. Y hablamos de algunos de los impulsores subyacentes que han llevado al crecimiento de la extrema derecha, demagogos, creo que eso no es solo desigualdad, es inseguridad. Entonces, al tener una sociedad más cohesiva, donde tienes más oportunidades, creo que es probable que tengas menos división política, más solidaridad y eso también sería bueno para la inversión y el crecimiento económico, incluida la inversión extranjera. En cierto sentido, muchos analistas ponen demasiado énfasis en la inversión extranjera. Chile tiene mucha gente bien educada, mucha gente que tiene un potencial emprendedor de alto nivel.
Aquí en Chile algunas personas piensan que el país no es tan atractivo como antes para la inversión extranjera. ¿Usted lo ve así?
No, en realidad veo a Chile como cada vez volviéndose más atractivo. Tome el otro extremo, ¿me gustaría invertir en Brasil con Bolsonaro y los tipos de incertidumbre? Ahora en Brasil se puede dar vuelta la tortilla con Lula, quien en sus dos mandatos anteriores tuvo una muy buena gestión económica. De hecho, creo y escuché de personas en mis viajes por Europa que EE.UU. se está convirtiendo en un lugar menos atractivo para la inversión extranjera directa debido a su división política. Y porque una fracción tan grande de su fuerza laboral no está recibiendo una buena educación y tiene problemas de salud. Ya sabes, la expectativa de vida en EE.UU. se ha reducido, la adicción a las drogas es muy alta y nuestro desempeño en las pruebas estandarizadas es muy bajo. Entonces, más que cualquier otra cosa que escucho, para atraer inversiones (es importante) la estabilidad política, una buena infraestructura y una fuerza laboral sana y bien educada.
El Presidente de Chile está tratando de aprobar una importante reforma tributaria. Los empresarios dicen que esto no debe ser una prioridad porque necesitamos inversión y crecimiento y esta reforma tributaria los frenaría. Pero sin esta reforma no habrá recursos para el mayor gasto social… Entonces, ¿cuál es su opinión sobre el momento de hacer esta reforma?
No he visto el diseño de esta reforma tributaria, por lo que no puedo comentar los detalles. Pero resulta que formo parte de una comisión internacional que busca reformar los impuestos multinacionales, y estamos muy convencidos de que las reformas fiscales, incluido el aumento del impuesto a las ganancias corporativas, serán buenas para la inversión en los países en desarrollo y los mercados emergentes. Que los beneficios de tener una fuerza laboral más saludable y educada, los beneficios de una mejor infraestructura, más inversiones en tecnología, políticas industriales, superan con creces cualquier efecto adverso de una reforma tributaria bien diseñada. Y, de hecho, hace 50 años escribí un artículo que mostraba cómo se pueden aumentar los impuestos sin ningún efecto adverso sobre la inversión y el empleo. Los impuestos puros a las ganancias no tienen efectos adversos. De hecho, si los diseñas bien, pueden tener efectos positivos. Entonces creo que se ha expresado una y otra vez en Chile sobre la inversión extranjera: más oportunidades de educación y más inversiones en la sociedad que tantos chilenos están demandando, significa que una reforma tributaria bien diseñada realmente haría que el país sea más atractivo para inversores extranjeros.
¿Fue una gran sorpresa para usted el rechazo a la propuesta de nueva Constitución?
Así lo habían pronosticado las encuestas, así que en ese sentido no fue una sorpresa. Yo estaba muy decepcionado. Comprendí, como ha sucedido en muchas elecciones en todo el mundo, que había mucha información errónea y desinformación sobre la Constitución real. Entendí que mucha gente no se centró en lo que realmente contenía la Constitución, sino lo que se discutió antes, en borrador, no como finalmente salió. Entonces, hubo algunas personas que creo que realmente no entendieron por qué estaban votando completamente.
Pero también hubo desacuerdo con la propuesta en sí...
Creo que puede haber sido que fueron demasiado ambiciosos en la Constitución. Y puede haber sido demasiado larga para que algunas personas comprendieran todas las cosas que contenía. Pero fue realmente en el espíritu de las constituciones modernas, como la de Sudáfrica, donde incorporas en la Constitución toda la variedad de derechos básicos. Y creo que hay muchas ventajas de ser explícito.
¿Por qué?
Veo que estamos teniendo mucha división en la sociedad estadounidense debido a una Constitución inadecuada en la que no especificamos los derechos que la gente cree que están implícitos, y el 90% de los estadounidenses está de acuerdo, pero hay seis personas en la Corte Suprema con una opinión diferente y que está dividiendo a nuestra sociedad. Así que puedo ver las ventajas de ser muy explícito en la Constitución, pero también veo el problema. Así que creo que lo que deben hacer es volver a la mesa de diseño, realizar más consultas y tratar de preservar los grandes logros de esa Constitución, y hacerla más comprensible para los chilenos.