Kathleen Barclay, directora de BICE: “No hay que presionar a las compañías con altas tasas ni vencimientos cercanos. Hay que permitirles respirar”


 Kathleen Barclay, Camara Chile Norteamericana de Comercio.
Foto Juan Farias / La Tercera / - Santiago - Metropolitana - Chile

Mujer pionera en altos cargos en la banca local y cercana a la familia Matte, compara la crisis actual versus la económica de los ochenta, década en que llegó a Chile. Asegura que estamos mejor parados como país y hace un llamado a un nuevo acuerdo político amplio para sacar adelante prontamente el levantamiento económico local y la modernización del sistema de pensiones y de la Constitución.


Más de la mitad de su vida, Kathleen Barclay ha vivido en Chile, país que adoptó como su hogar desde la década de los ochenta, época en que también se atravesaba una crisis económica. “Viví la crisis bancaria de los ochenta y fue muy dura, con niveles de desempleo en torno al 30% o 35%. Espero que no lleguemos a eso ahora”, suspira esperanzada la mujer de negocios estadounidense.

En esos años, Barclay llegó como ejecutiva del banco que hoy es J.P. Morgan, donde tuvo de clientes a todas las compañías ligadas a la familia Matte, con quienes forjaría una relación más cercana cuando Chile estaba en las negociaciones para firmar el Tratado de Libre Comercio con EE.UU. en los noventa y principios de los 2000, dado que Eliodoro Matte era uno de los grandes impulsores de este acuerdo desde el sector privado, mientras que Barclay jugaba un rol clave desde la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio (AmCham), entidad que presidió por años, al igual que la Asociación de Cámaras de Comercio Norteamericanas de América Latina. Desde 2001 es directora del Banco Bice, ligado a los Matte, asimismo ocupa una silla en el holding financiero Bicecorp y en Bice Vida.

La bachiller en servicios extranjeros es, además, directora de la administradora de fondos Austral Capital y de la exportadora de productos marinos, Geomar, donde es socia. También tiene su consultora de asesorías KCB. Entre todas sus actividades, se da un tiempo para conversar con Pulso Domingo sobre la situación actual y futura del país.

¿Cómo evalúa la reacción que ha tenido el gobierno en esta crisis sanitaria y económica?

-Tengo una muy buena opinión de su reacción. Si se hace una comparación con el resto del mundo, la respuesta chilena inicial comprometió un paquete económico equivalente a casi el 7% de PIB, lo que los deja como uno de los más fuertes en el mundo. Ese paquete no durará por toda la crisis, sino que fue para los primeros tres meses y estaba bien enfocado, cuidando la relación entre los trabajadores y los empleadores, proveyendo ingreso mínimo para los más vulnerables e inyectando liquidez para el sector productivo, ya sea por no pago o por diferir impuestos. Obviamente hay necesidad de hacer más, porque sigue habiendo problemas de alimentación y estrés en las familias.

No todo ha sido perfecto, asimismo como en el resto del mundo nadie está haciendo las cosas perfectas, porque esto es una crisis desconocida. El gobierno tendrá que seguir haciendo más cosas y es positivo que la gente critique cuando piense que las medidas no han sido suficientes, porque el gobierno necesita información de la gente que está viviendo los problemas para poder responderles.

¿La pobreza que está reflotando de forma más evidente ahora es comparable con lo que vio en los ochenta?

-Chile ha hecho cosas muy importantes en los últimos años, que le permiten enfrentar esta crisis de forma más robusta que en los ochenta. Tiene instituciones fuertes que han respondido, como el Banco Central, y ha tenido disciplina fiscal. Además, Chile ha desarrollado un sector financiero que es muy fuerte, que tiene mejores políticas de crédito y que se ha blindado de una fuerte regulación. Esta crisis es distinta a la de los ochenta porque no hay crisis del tipo de cambio como en esa época y, además, hay tasas de interés internacionales muy bajas. Otro punto relevante ha sido la apertura económica de Chile, que lo ha incorporado en la cadena logística global y respondiendo de buena forma.

El gran impacto que tiene la crisis actual es la parte sanitaria, por lo que no sabemos cómo va a terminar siendo esta crisis finalmente, pero es seguro que el desempleo será algo complicado y veremos más pobreza, lo que requerirá una reconstrucción de confianzas.

¿Se debería profundizar una mayor ayuda estatal a grandes compañías en problemas?

-El país también tiene que ver lo que hará con algunas grandes compañías, no para salvar a las empresas, sino que a sus trabajadores y a los activos que son estratégicos para el país. Chile tiene una geografía muy complicada y es muy conectado al mundo, por lo que tiene que pensar en las implicancias estratégicas de salvar a una compañía de transporte global. Vale la pena una conversación profunda, no ideológica y pragmática por el bien del país.

Tal como lo ha hecho EE.UU., que ha intervenido varias veces a sus aerolíneas...

-Chile lo ha hecho también. En 1983 tuvo que salvar al sistema financiero y no porque quisiera salvar a los bancos, sino que actuó porque era el sistema de pagos, la conexión del país con el mundo, eran activos fundamentales para la existencia de la economía en su totalidad. El país con el paso del tiempo recuperó su plata. No digo que en las aerolíneas se ocupe la misma fórmula que con los bancos, pero voy al punto de que el país tiene alguna experiencia en esto.

¿Cómo ha visto la respuesta del sistema bancario chileno a esta crisis?

-El sistema financiero de Chile es muy fuerte, porque está bien capitalizado y tiene un muy buen regulador. Además, tiene a un Banco Central fuerte e independiente. La banca tomó acciones después de las crisis del 82 y 2008 para fortalecer sus decisiones de crédito. Los bancos conocen a sus clientes, así que este es el momento cuando tienen que acompañarlos, más allá de entregarles el crédito que necesitan, porque, por ejemplo, pueden orientar en relación al manejo de flujos de caja. Además, la competencia entre los bancos debería ayudar. En los ochenta pasó lo mismo y dejaron que los bancos ayudaran a las compañías, muchas de igual forma quebraron. Ahora no creo que quiebren tantas como en los ochenta, pero desafortunadamente no todas las compañías van a sobrevivir. Lo que se tiene que hacer es maximizar el número de sobrevivientes. Tampoco pueden invertir plata en algo que no tiene destino. Las nuevas líneas que anunció el gobierno para ayudar a las empresas no bancarizadas es importante.

¿En Bice están siendo más cautos en otorgar créditos a las empresas de los sectores más golpeados?

-El banco tiene que revisar su cartera y las industrias, luego tomar las medidas necesarias. Esto no pasará solamente por analizar a quién se le presta dinero y a quiénes no, sino que reprogramar vencimientos y asegurar que las compañías tengan liquidez por los próximos meses para sobrevivir y recuperarse. No hay que presionar a las compañías con altas tasas de interés, tampoco con vencimientos cercanos. Hay que permitirles respirar. Hay que acompañar a los clientes, conocer su mercado y trabajar con ellos para buscar la solución adecuada.

¿Cuánto les han aumentado las peticiones para reprogramar deuda de las empresas versus un año normal?

-Han aumentado mucho. El banco está preparado para esto, tenemos el músculo para responder. Veo un compromiso de Bice y de todo el sector financiero para actuar lo más rápido que se pueda.

Las AFP son tan importantes como los bancos para el ecosistema financiero local. ¿Qué le parecen los proyectos que buscan nacionalizar los fondos de pensiones?

-El proyecto que busca tomar control de las AFP es una irresponsabilidad total. Tenemos que pensar en cómo crecer y obtener inversiones una vez que salgamos de esta crisis. Enfrentaremos una escasez de capital en el mundo, porque todos los gobiernos emitirán mucha deuda. Entonces, para la recuperación local, creo que el sistema de pensiones será muy importante. Se necesita generar señales de certidumbre y pasar hacia una reforma a las pensiones, lo que incentivará la inversión extranjera. Para lo anterior también se necesitará manejar bien el proceso constituyente.

Usted lideró por muchos años la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio. ¿Ha notado mayor preocupación de los inversionistas extranjeros por la incertidumbre en el sistema de pensiones?

-Sí. Esto complica al financiamiento de compañías chilenas a través del mercado de capitales. Si algo pasa con inversiones extranjeras que desaparecen (las AFP de controladores foráneos), ningún extranjero querrá invertir acá.

¿Lo que vaya a pasar en Chile con las administradoras de pensiones está siendo monitoreado por los inversionistas extranjeros?

-Si se decide de un día a otro que una industria pueda ser expropiada, los inversionistas de cualquier industria considerarán que eso les podría ocurrir, sean nacionales o internacionales. Esto no es menor, es un punto relevante a considerar para la recuperación del país.

¿Qué se tiene que hacer entonces para mejorar el sistema de pensiones?

-La propuesta que tiene el gobierno aumentará las pensiones. Obviamente que hay discusiones en ciertos puntos, pero este país ha sido muy capaz de generar consensos que han sido tremendamente positivos. No veo ninguna razón para que los consensos no lleguen a la discusión de pensiones. Con todos los perfeccionamientos que se le puedan hacer al sistema de pensiones chileno, que es uno de los mejores del mundo, se debería generar una señal de certidumbre en la inversión, que será muy importante para la recuperación.

Si se le suma la discusión constitucional a la crisis del coronavirus y al lento avance en la reforma de pensiones, ¿no ve certidumbre para la inversión?

-Hay mucha incertidumbre y se mantendrá por mucho tiempo. Entonces, en los márgenes, se pueden ir cerrando los capítulos. Chile puede llegar a un acuerdo en pensiones y generar condiciones para la inversión saliendo de la crisis sanitaria. El proceso de cambios constitucionales se generó con un acuerdo amplio, que debería ser respetado. Si se requiriera aplazarlo, debiera ser respaldado con un acuerdo igual de amplio y consensuado políticamente.

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